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México y Estados Unidos ante la amenaza Trump

En un escenario normal Donald Trump no tendría ninguna posibilidad de llegar a la Casa Blanca (24% según el diario NYT). Tampoco de ser el candidato a la Presidencia… Y sin embargo ese será justamente su rol durante los próximos tres meses.

Todo mundo sabe que sus grandes amenazas y desplantes son aire caliente. Obligar a México a pagar la construcción de un muro de 2 mil millas. Romper con la OTAN. Alentar que países como Japón y Alemania tengan su propio arsenal nuclear. Declararle una guerra comercial a China. Desaparecer de un plumazo a grupos como ISIS y sus múltiples réplicas en todo el mundo. La retórica del candidato presidencial del Partido Republicano parece de locura… Y sin embargo, le han servido para animar y movilizar a las fuerzas más aislacionistas y extremistas de la sociedad de este país.

En ese contexto, no fue casual que a pocas horas de que Trump concluyera su discurso de aceptación de la candidatura, el Presidente de México, Enrique Peña, entrara al Salón Oval a visitar a Barak Obama, el aún Presidente de Estados Unidos.

Más allá de la retórica de ambos mandatarios en favor de la migración y los derechos de los inmigrantes, claramente una preocupación mayor de ambos mandatarios fue la defensa del NAFTA, el acuerdo de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá que entró en vigor en 1994 y sirvió de marco a un todavía mayor acercamiento entre los grandes actores económicos de estos países. Con un comercio diario de más de 1,300 millones de dólares en mercancías cruzando el muro imaginario del señor Trump, el peligro que su campaña representa para dicho tratado es innegable.

Y más allá de que el Presidente de México optó por ser políticamente correcto en su pronunciamiento a favor de un diálogo productivo con quien resulte ganador el 8 de noviembre próximo en el vecino del norte, resulta más o menos obvio que un hipotético triunfo del señor Trump obligará al gobierno de México a realizar ajustes mayores a su relación con Estados Unidos. A sabiendas de que Obama, quien representa casi todo lo contrario que la propuesta de Trump, se quedará a vivir en D.C., el señor Peña bien podría ayudar a construir un gran frente binacional en el que inmigrantes, estadounidenses progresistas, las grandes corporaciones globales y, por supuesto, casi todos los mexicanos de México, sean capaces de hacer frente a las bravatas del posible Presidente Trump. Esa es su primera opción. La otra implicaría mucho cemento y ladrillos.

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