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Organizarse para un buen comienzo

Por Oriana Ruvalcaba.

Comienza el 2017 y como es costumbre, el inicio de año es una fecha emblemática para darse la oportunidad de un nuevo comienzo.

A algunas personas les parece un sinsentido hacer propósitos de año nuevo, porque generalmente las personas tienden por lo general a olvidarse de dichas intenciones de cambio a las pocas semanas de haber tomado la decisión de seguir éstas metas, sin embargo, ennumerar estos objetivos suele ser muy útil, sobre todo porque el ánimo de la sociedad en general está en la tónica de aprovechar este inicio de ciclo para ser mejores personas.

Uno de los aspectos que se descuidan generalmente a la hora de ennumerar estas ideas de cambio para mejorar en todos los ámbitos, es el tema de las finanzas, desde luego está en la lista de proyectos de transformación, pero en abstracto, se piensa en ser más organizado con los gastos y tener un balance lo más favorable entre los ingresos y el dinero que se utiliza en para los gastos cotidianos, es decir, no se piensa en hacer un presupuesto.

Hacer un presupuesto familiar puede ser una herramienta de gran utilidad para tomar conciencia de los ingresos y los gastos. Pocas personas tienen esa costumbre, algunas por otra parte, la han adoptado en sus vidas cotidianas no sólo como un propósito de año nuevo, sino que al haber descubierto los beneficios de hacer uso de éste, lo manejan sin ningún problema todo el año y no lo olvidan después de un tiempo.
Conversando con algunos expertos en finanzas, coincidían en que la falta de organización es una de las principales causas que favorece una disposición ineficiente del dinero.
Un presupuesto bien calculado, hace que las adquisiciones poco útiles se dejen de lado sin demasiado esfuerzo, a la vez que los ingresos se utilizan para realizar compras de manera eficaz, que permitirán llegar a final de mes sin necesidad de endeudarse o echar mano del dinero de los ahorros.

Tan sólo el hecho de plantearse registrar por escrito el cálculo de lo que se debe y puede gastar, es un primer paso para mejorar la economía doméstica, y supone una reflexión previa que tal vez en los primeros meses se haga un poco pesada, pero después con la práctica fluye con más naturalidad la costumbre de ejercer un presupuesto.
Registrar los ingresos y los gastos cotidianamente en un documento en la computadora o hasta en un cuaderno, ayuda a tener concien cia de qué porcentaje del presupuesto se ha utilizado hasta el momento y ayuda a detectar si hay hábitos inadecuados que hubiesen pasado inadvertidos hasta ese momento.

Se trata de gastos que, por separado, no llaman la atención. Sin embargo, cuando se juntan, reflejan un gasto ineficiente. Un presupuesto permite saber en cuáles son las prioridades, los desembolsos imprescindibles y cuáles pueden ser considerados como caprichos que afectan de manera negativa la economía familiar…

Para hacer un presupuesto se deben marcar varios objetivos: entre los más importantes están planificar bien el gasto y reducir determinadas partidas para aprovecharlas en otros ámbitos, como el pago puntual de la hipoteca o de la renta. Cada familia define sus prioridades y destinará sus ingresos a cubrir esos fines.

Es conveniente que quienes tengan capacidad de decisión en el hogar participen en la elaboración de las nuevas cuentas porque la nueva manera de administrar las finanzas les afectará y será más fácil alcanzar los objetivos si cada uno aporta sus sugerencias, metas o preocupaciones.

Cuando hablamos de elaborar un presupuesto para mejorar la economía familiar y detectar los gastos que son necesarios no estamos sugiriendo inflexibilidad, sino conciencia de lo que significa cada gasto, si es una necesidad o es un gusto, pero no implica necesariamente que deben eliminarse definitivamente las compras que no son indispensables, llevar el registro de nuestros gastos permite planear la compra de un obsequio o programar unas vacaciones, ese registro nos lleva a tomar decisiones de manera consciente y sopesada.
Tener un presupuesto ayuda a decidir qué comprar, cuándo hacerlo y qué artículos o gastos retrasar, y nos lleva a reflexionar y tomar decisiones que tomando en cuenta nuestra realidad.

Cómo estructurar el presupuesto

Desde luego no todos los presupuestos no son iguales. Cada familia debe optar por la modalidad que mejor se adapte a sus ingresos y a sus necesidades. Pueden calcularse en papel o mediante programas de computación que faciliten esta tarea, existen algunos que son herramientas interactivas con una estructura pensada para que el usuario rellene con sus datos, estos se registran, se guardan, se modifican e, incluso, es posible realizar simulaciones para prever las repercusiones que tendría cada decisión.

Los expertos en finanzas sugieren una manera sencilla de organizar el presupuesto en dos bloques, gastos e ingresos, y dividir cada uno en secciones y subsecciones. El grupo de los gastos estará constituido por tres columnas: previsiones, gasto real y diferencia entre ambos. En el apartado de ingresos se anotarán las percepcones reales previstas cada mes.

En la partida de gastos, se puden destacar varias secciones organizandolas en filas, que se corresponderán con las columnas anteriores: comida, vivienda, transporte, ocio, niños, créditos, impuestos, animales de compañía, ahorros, cuidado personal… Cada uno de ellos, a su vez, se dividirá en subgrupos. En cada casilla, se anotarán los datos reales y previstos para cada mes.

En el apartado destinado a comida se pueden contemplar varias partidas: una dirigida a las compras para casa -fruta, leche, verdura, carne, pescado- y otra con los productos que se consumen fuera -desayuno en el trabajo, o en las escuelas.
En la sección de vivienda deberán considerarse el pago de la renta o la hipoteca, así como los gastos de teléfono, Internet, electricidad y agua.

En el rubro de transporte se registrarán los gastos que generan los vehículos, así como los boletos de transporte público, gasolina y seguros de los autos.

Otra partida estará destinada a los gastos de ocio y cultura: entradas para el cine, el teatro, la ópera, conciertos o asistencia a acontecimientos deportivos. La compra de libros, discos o viajes también formaría parte de esta sección.
Los seguros son otros gastos familiares que deben anotarse, entre éstos la póliza de salud y el seguro de vida.
Si la familia tiene hijos, se debe reservar una partida para inversión en educación -libros de texto, colegio, clases particulares, actividades extraescolares.

No se deben dejar fuera los los gastos de los cuidados personales, como la ropa, suplementos vitamínicos –en caso de ser necesarios-, el gimnasio, cortes de cabello y las clases particulares, entre otros.

Algunas familias tienen otros préstamos bancarios que cubrir mensualmente como los autos comprados, por ejemplo, además del pago de la hipoteca, se sugiere que estos se anoten en el apartado de créditos, que se completa con el gasto de la tarjeta y las comisiones bancarias.

En el apartado de ingresos se anota, por separado, cada uno de los sueldos o pensiones y otro tipo de ingresos como rentas de propiedades.

Al terminar el mes –que es más o menos el periodo que generalmente se determina para el presupuesto- se hará un balance entre los ingresos y los gastos reales y estimados, para conocer si se han cumplido los objetivos.
No se puede pretender modificar en un mes los hábitos familiares adquiridos durante años. Las previsiones serán realistas, y sin reducciones drásticas. Es posible que en los primeros meses de este ejercicio de organización las cuentas no cuadren o que los ingresos estimados sean superiores o menores a los reales, pero esto no implica que no esté funcionando hacer un presupuesto, y es sin duda un primer paso para mejorar la organización en los meses posteriores.

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