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Rosa Montero: Escribir como búsqueda del sentido de la existencia.

Por Ángeles Vázquez

Para Rosa Montero “escribir es una búsqueda del sentido de la existencia, la literatura es estructurante, sin ésta te desplomas, yo me moriría sin escribir”, asevera la autora española y fiel a su noción de que escribir es una forma de estar en el mundo, nos regala una novela profundamente introspectiva, que invita a la reflexión de temas que pocas veces se expresan en voz alta, pero que de alguna manera ocupan la mente tanto de gente madura como de jóvenes, quienes se ven a futuro e imaginan cómo serán sus vidas en ese entonces, en su libro titulado “La carne”.

Después de su novela futurista “El peso del corazón”, en la que la replicante Bruna Husky valora la vida aún más que los humanos y cuenta los días de su existencia aprehendiéndolos como un regalo; en esta novela reciente, ubicada en nuestros días, el personaje Soledad reflexiona acerca de los cambios poco afortunados que el inexorable paso del tiempo va dejando como bagage en su cuerpo de seis décadas.

A pesar de cuidarse mucho, Soledad no está mal para su edad, los senos aún firmes aunque un poco caídos, no obstante, hay un momento en la narración de la historia en la que el personaje ve que “todas sus carnes aceptablemente tersas con luz indirecta, parecieron desplomarse de repente como sometidas a una fuerza de gravedad…” al encender una luz directa, “mostrando hoyos, arrugas y desfallecimientos…. El cuerpo es una cosa tremenda…” se dice en voz alta la protagonista y “en efecto, la vejez y el deterioro se agazapan de manera insidiosa y a menudo el interesado era el último en enterarse…” agrega la autora.

Sin embargo no es un libro plañidero, la escritora española trata el tema muy a su estilo con humor, habla de los estragos del tiempo en el cuerpo de su protagonista, de las estrías que aparecen en el vientre, las arrugas que descubres de un día para otro, a pesar de ser disciplinada, y desde luego quienes no lo son tanto ven el devastador paso del tiempo con consecuencias más severas.

Como en todas sus novelas, en La carne, la escritora habla sobre el amor, del temor a no encontrarlo en la vida y del fin del amor. La historia comienza justo cuando Soledad, quien ha llegado ya a los sesenta años habla con su antigua pareja, a quien le enseñó a disfrutar de la ópera, lo invita a escuchar una obra que como pareja les fue muy significativa, y el hombre le responde que asistirá al mismo evento con su esposa, envolviendo a la mujer en una vorágine de sentimientos, en el que domina la ira, que la autora compara con el alcohol, porque obnubila el entendimiento, y los celos se apoderan de ella introyectando en su mente una sola idea, venganza, por lo que decide contratar a un gigoló para asistir del brazo de éste y causarle celos a su antiguo amante, lo que desencadena una historia que nunca esperó.

Dejando asomarse la vena periodística, se cuela sutilmente el cuestionamiento acerca de lo que la sociedad espera de las mujeres, el rol que les impone, de ser esposas o madres y de la dificultad que las personas tienen para etiquetarlas cuando deciden no abrazar ninguno de esos roles.

Como siempre, las novellas de Rosa Montero son ricas en su construcción, siempre hay un libro dentro del libro, o varios libros, la historia dentro de la historia. Sin ser un libro didáctico en el sentido tradicional, la escritora madrileña habla de toda una corriente utilizando como hilo conductor el trabajo de la protagonista, a cargo de crear una exposición acerca de los Escritores Malditos, y nos regala temas en los que podemos incursionar después, nos obsequia por lo menos un par de historias y varios autores al despertarnos la curiosidad por otros temas

La carne, traducida a más de veinte idiomas es una novela lúdica en la que nos encontramos a Rosa Montero como personaje, además de convertir en personajes a algunos amigos suyos del mundo de los museos, quienes le explican a la escritora a detalle en que consiste el trabajo de un comisario de arte, profesional a cargo de organizar una exposición.

Autora de novelas desde 1979, cuentos para niños, ensayos y recolecciones de artículos, Rosa Montero se describe como “una escritora orgánica”, en varias ocasiones ha explicado: “muchos somos asi, escribimos como respiramos, como sudamos, es algo sin lo que no puedes vivir, si no pudieras hacerlo más morirías, de la misma forma que sucedería si te quitaran los libros”.

A partir de la publicación de La hija el Canibal, novela con la que ganó el Premio Primavera en 1997 y que fuera la más vendida ese año en España, la obra de la escritora madrileña se conoció en países como México, Colombia, Chile y Argentina, y entró al mercado editorial de libros publicados en español en la Unión Americana.

Los personajes femeninos son extremadamente fuertes en las historias de la escritora madrileña. En La Historia del Rey Transparente, Leola es una jóven campesina que se convierte en caballero medieval ante la única alternativa de quedarse sola en el mundo en el que la existencia de una mujer casi no tenía sentido si estaba sola; en La ridícula idea de no volver a verte, Rosa Montero imagina el duelo de Marie Curie –ganadora dos veces del Premio Nobel en física y química-, para reflexionar acerca de los eventos que trastocan la vida como suelen ser los nacimientos y las muertes, Rosa Montero obsequia a sus lectores con La carne, un libro sobre la vida, en el que también se cuela la voluntad de desentrañar “cuál es el lugar de la mujer en ésta sociedad en que los lugares tradicionales se han borrado” sin hablar de teorías feministas.

Rosa Montero descubre su vocación de escritora desde niña, al enfermar de tuberculosis y no poder ir asistir la escuela ni poder recibir amigas en su casa por peligro al contagio, desde los cinco a los nueve años comenzó a aficionarse a los libros y a escribir, de una manera tan natural, que parecía un juego.

Cuando puede regresar al colegio, la lectura y la escritura ya estaban integradas a su vida y eran indispensables como dormir y comer. Más tarde, a los diecisiete años ingresa a la Facultad de Filosofía y Letras e incursiona en el teatro, participando con grupos de vanguardia, también incursionó desde muy joven en prensa escrita. Desde 1977 es parte de la plana de colaboradores del periódico español El País, aceptando en 1980 la dirección de El País Semanal, y recibiendo el Premio Nacional de Periodismo en el mismo año.

Independientemente de su origen y del lugar en donde viven los escritores son ciudadanos del mundo, lo son porque su obra toca a personas en distintos países y les permite identificarse con ese otro ser –o personaje en la novela-, compartir sus vivencias y encontrarse en el espejo de sus emociones, sin importar la cultura, sus costumbres o su historia.

Rosa Montero ha dicho que “cuando leemos completamos en libro que estamos leyendo, re-escribes el libro con el autor”, por eso no es una desmesura decir que es la escritora en española más importante de su generación, porque ha acompañado a varias mujeres en sus distintos procesos de vida, con sus textos que abarcan desde el periodismo a diferentes géneros literarios, poblados por temas recurrentes como la fantasía, la pasión, y desde luego la locura, concebida como libertad.

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