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¡Viva La Independencia!… ¿Y qué paso con el alcohol?

Por Patricia Vergara Aragón, David Jorge Díaz Díaz, Paul Arturo Jiménez Prado, Arantxa Cabrera Laguna.

Facultad de Medicina, UNAM.

Se acercan las fiestas patrias y con la llegada de estas festividades de Septiembre, nuestros compatriotas nacionales en México como en el extranjero inician los festejos por el tradicional grito de independencia, la cena familiar donde no pueden faltar los mejores platillos de la comida tradicional y sobre todo nuestras famosas bebidas, como la cerveza, el tequila y el mezcal. Los festejos por el 16 de Septiembre, día de la Independencia, se caracterizan por la convivencia con familiares y amigos, así como por el alto consumo de alcohol. Lo cierto sobre el consumo de alcohol es que se trata de la droga más consumida en nuestro país y la que más problemas de toda índole produce. El alcohol es un depresor del Sistema Nervioso Central, esto significa que disminuye las funciones vitales dando como resultado un lenguaje mal articulado, pérdida del control de los movimientos, incluso del equilibrio, se altera la percepción de los acontecimientos, acompañada de una incapacidad para reaccionar con rapidez.

Aunque se clasifica como depresivo, la cantidad y las circunstancias del consumo juegan un papel importante al determinar la duración de la intoxicación. El consumo de alcohol después de una gran comida es menos probable que produzca signos visibles de intoxicación, que cuando se tiene el estómago vacío. La hidratación también juega un papel importante, especialmente al determinar la duración de la resaca. Una vez que se consume el alcohol, pasa por el estómago, después al intestino delgado (duodeno), donde se absorbe y pasa al torrente sanguíneo. El alcohol produce irritación y estimula la secreción de jugos gástricos así como procesos inflamatorios en esófago y estómago (gastritis y úlceras). Al ser ingerido (más de 100mg/dl de sangre) produce una disminución de los azúcares presentes en la circulación sanguínea, además de una sensación de debilidad y agotamiento físico.

Lo anterior es debido a que el alcohol acelera la transformación de glucógeno (una sustancia que se encarga de almacenar el azúcar en el hígado), eliminándose de forma más rápida. Tras el consumo de alcohol (entre 30 y 90 minutos), las sensaciones iniciales son de relajación y alegría, pero cuando llega el alcohol al cerebro, afecta gradualmente sus funciones y se inician cambios súbitos de humor, alteración en los procesos de pensamiento y juicio. Otra acción del alcohol es que inhibe a la vasopresina, una hormona sintetizada por el hipotálamo y luego liberada por la neurohipófisis. Esta hormona es la responsable de mantener el balance de los líquidos en el cuerpo, ordenando al riñón que reabsorba agua de la orina. Si la función de la vasopresina falla el riñón empieza a eliminar más agua de la que ingiere y provoca que el organismo busque el agua en otros órganos. Esto provoca que las meninges (membranas que cubren el cerebro) pierdan agua y por tanto aparezca el dolor de cabeza.

El alcohol aporta abundantes calorías (7 kcal por gramo de alcohol) con escaso valor nutritivo. No nutre pero elimina el apetito, sustituye a otros alimentos más completos y a la larga puede generar desnutrición. Esto se agrava pues inhibe la absorción de algunas vitaminas, particularmente la vitamina B1 y algunos minerales.
El consumo de alcohol en estas fiestas patrias es considerado una costumbre, por lo que sugerimos las siguientes recomendaciones, para evitar complicaciones posteriores debidas a su consumo.

• Coma antes y durante el momento en que está bebiendo.

• Si es mujer, recuerde que el alcohol tiene un efecto mayor en su organismo porque su cuerpo posee más grasa y menos agua y el alcohol se concentra más.

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