La especie que aparece en el documental de Netflix, “Mi maestro el pulpo”, podría peligrar y desaparecer de la faz de la Tierra, debido a la caza desmesurada para el consumo humano.
Durante el 2017 en México se pescaron 37 mil 190 toneladas de pulpo y las estrategias de su conservación no creo que sean las adecuadas, afirmó Ernesto Maldonado, investigador de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales, perteneciente al Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM.
El problema radica en que casi todos los pulpos de consumo provienen de la captura del mar y preocupa porque se trata de especímenes que no han tenido descendencia. “Las madres ponen sus huevos, los cuidan y cuando las larvas maduran, ellas fallecen, no sobreviven a sus hijos”.
Existe un gran interés para reproducirlos en cautiverio, pero hasta el momento esto ha sido muy difícil, añadió.
Para Maldonado, este documental es excelente porque muestra datos científicos verídicos, como es la adaptación de estos octópodos a diferentes ambientes, su extraordinaria inteligencia y su capacidad de regeneración. Sin embargo, también explota esa capacidad de los humanos a ser antropocéntricos.
Todo el comportamiento de los animales lo vemos en términos de relaciones humanas, cuando no necesariamente implica sentimientos o apego de ellos hacia otras especies de la misma forma en que “nosotros lo experimentamos”. “Lo que sí muestra y es más importante es esa gran curiosidad e inteligencia que tienen los pulpos”.
¿Es real esta amistad?
Esta relación entre humano y pulpo se da porque el cineasta Craig Foster, que vive en Sudáfrica nada constantemente por la zona y detecta la guarida del pulpo. Todos los días durante un año la visita hasta que se vuelve familiar para el octópodo.
Este espécimen lo identifica y descubre que no se trata de un depredador y tampoco es una presa. Lo considera parte de su ambiente. “En realidad no es tan raro que parezca que un pulpo tenga una relación de amistad con una persona, de hecho, existen algunos ejemplos en cautiverio”.
Es el caso de la escritora Sy Montgomery, quien estableció un vínculo con una pulpo gigante de la especie Enteroctopus dofleni, llamada Atena en el acuario “Nueva Inglaterra”, ubicado en Boston. A través de múltiples visitas obtuvo experiencias útiles para su libro “El alma de un pulpo”.
Otro caso se dio en Estados Unidos con el biólogo Roland Anderson, en Seattle. Escogió a dos cuidadores, ambos se vestían igual, pero uno los alimentaba y el otro los picaba con una vara.
Después de una semana los pulpos se acercaban a quien les daba de comer y se alejaban de quien los maltrataba. “Esto implica que los pulpos son capaces de reconocer a diferentes personas como individuos”.
Algunas curiosidades
Los pulpos tienen tres corazones: dos branquiales y uno sistémico. En ocasiones, cuando nadan, el sistémico se detiene y los otros siguen palpitando.
Han evolucionado para relacionarse con su ambiente, son capaces de mimetizarse, cambiar su coloración y textura para confundirse con el ambiente y esto implica un grado muy avanzado de reconocimiento visual y de la calidad de la luz. Algo que otros animales no poseen.
Su sangre es azul porque en vez de hemoglobina tienen una proteína llamada hemocianina que les brinda ese color característico.
En particular son capaces de utilizar sus tentáculos para agarrar, algo poco común en los organismos marinos.
Sus ventosas en cada brazo les permiten tener un sistema sensorial capaz de olfatear y saborear su comida. Se han hecho estudios y con sus brazos son capaces de distinguir cubos y cilindros de diferentes tamaños. Crecen a una velocidad impresionante incrementando su peso corporal en 5 por ciento diariamente.
Su huella en el planeta Tierra
Los pulpos han habitado en la Tierra desde hace aproximadamente 300 millones de años y forman parte de los moluscos, en particular de los cefalópodos, entre ellos están los calamares, sepias, argonautas y nautilinos.
Existen alrededor de 250 especies de pulpos y se distribuyen en todo el mundo, en todas las latitudes y a todas las profundidades. “Son organismos con una capacidad de adaptación evolutiva increíble”.
En México las principales especies son Octopus maya, Octopus insularis y Octopus vulgaris que habitan en el océano Atlántico, además de Octopus bimaculoides y Octopus bimaculatus que viven en el océano Pacífico.
La especie del documental se llama Octopus vulgaris, es la más común y se encuentra en todo el mundo. Por lo tanto, es la más capturada, concluyó el académico universitario.