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El espanto, una enfermedad culturalmente delimitada

Fernando Guzmán Aguilar / Mónica Martínez

Una impresión fuerte puede causar la pérdida del Tonalli (o energía solar que absorbe una persona) y quedar debilitada, según la cosmovisión de culturas originales.
Una emoción fuerte puede causar altos niveles de glucosa, cortisol, adrenalina: si este estrés es crónico deriva en problemas digestivos, cardiacos, insomnio, según la medicina occidental.

Para que no enfermarnos de espanto cuando algo nos asuste o estrese, el psicólogo Rafael Zepeda, académico de la Facultad de Medicina, nos dice de qué se trata esta “dolencia” endémica de América.

Desde el punto de vista de la medicina tradicional y la cosmovisión de culturas originarias de América, el espanto es una pérdida de energía que causa un debilitamiento.

Geografía del espanto

Zepeda, adscrito al Departamento de Psiquiatría y Salud Mental, apunta:

El concepto de espanto es una enfermedad culturalmente delimitada a regiones particulares de México, tiene mayor presencia donde se conserva el sincretismo prehispánico-español y se ejerce la medicina tradicional

Su incidencia no solo es en zonas rurales sino también urbanas del país. Por ejemplo, en Oaxaca (zapotecos), Estado de México, Morelos, el centro de México y otros estados con población náhuatl y otomí.

También se enferman de espanto en Honduras y El Salvador, región que fue parte de Mesoamérica, y en países andinos (Perú y Venezuela), en Argentina, así como en comunidades hispanas de Estados Unidos. Incluso en la isla de Sicilia, Italia, se habla de Scantu con una sintomatología parecida a la enfermedad de espanto.

Dos tipos de males

El espanto forma parte de un grupo de dolencias tradicionales de México, entre ellas el mal de ojo, el empacho y el mal de aire. En el contexto de la cosmovisión prehispánica, náhuatl principalmente, hay dos tipos principales de enfermedades.

  1. Las orgánicas o padecimientos físicos relacionados con los huesos y la piel.
  2. Las afectaciones causadas por fuerzas sobrenaturales, donde figuran el espanto y el mal de ojo, por ejemplo.

Susto y Tonalli

Un concepto central en este tipo de enfermedades es el Tonalli o fuerza vital. Es la energía calórica y lumínica que proviene del Sol y que absorbe el ser humano.

Cuando sucede un acontecimiento de fuerte impacto, un sujeto se asusta o espanta y puede perder esa fuerza vital. “De pronto sale ese Tonalli”.

Con la pérdida del calor solar se presentan los siguientes síntomas:

  1. Debilitamiento
  2. Dormir con sobresaltos.
  3. Indiferencia al contexto y a la comida.
  4. Tristeza y angustia.
  5. Dolores de cabeza.
  6. Frío, principalmente en las extremidades.
  7. Hipersensibilidad
  8. Hinchazón del estómago y vómito (en algunas regiones).

Con espanto la vida no es vida

Nadie está a salvo de una fuerte impresión: chicos y grandes, mujeres y hombres. Pero sólo quienes tienen “cierta vulnerabilidad”, dice el psicólogo Zepeda, pueden enfermar de espanto. Incluso se cree que si una embarazada pierde el Tonalli, “al momento de la lactancia puede trasmitirlo” al bebé.

Según la gravedad de los síntomas, la enfermedad del espanto afectará la calidad de vida. Dos ejemplos: la falta de calidad del sueño genera desconcentración y el debilitamiento dificulta la realización de actividades cotidianas.

Desde la visión tradicional, se atiende esta afectación mediante rituales y la herbolaria mexicana; sin ello podría ser mortal. Se cree que la afectación por la vía de la lactancia es “crónica”, no se cura. “El niño lo conserva toda la vida”.

Susto y sobrevivencia

Desde el punto de vista de la medicina occidental-moderna, cuando alguien sufre un susto por un impacto fuerte como, por ejemplo un asalto, el cuerpo (el sistema nervioso simpático) se prepara para la sobrevivencia.

¿Cómo?

  1. Segrega adrenalina (aumenta la frecuencia cardiaca, dilata las vías aéreas y contrae los vasos sanguíneos) y cortisol (importante hormona que controla la presión arterial).
  2. El corazón se hiperactiva. Envía un mayor flujo sanguíneo, principalmente a las extremidades, para una respuesta de lucha o huida.
  3. Se inhibe el metabolismo del sistema digestivo porque aumenta la presión arterial y la frecuencia cardiaca “para defenderse o salir corriendo”.

Transdiciplina y herbolaria

Sin afán de hacer un sincretismo de la cosmovisión de los nahuas y culturas similares con la visión occidental, ciertas afecciones se pueden entender desde una u otra visión.

Aunque también se podrían homologar ciertos síntomas o características del susto o espanto. Por ejemplo: trastorno de estrés postraumático, depresión, con algunos tipos de ansiedad, insomnio y falta de concentración, así como alguna afección orgánica, como parasitosis o hipoglucemia.

Desde una visión occidental moderna, el tratamiento de cualquier trastorno mental y emocional debe ser desde la transdisciplinariedad. Las causas del estrés, por ejemplo, se atacan con estrategias de afrontamiento (psicológicas) y con apoyo farmacológico, familiar y social.

Desde una cosmovisión tradicional, se “cura” recuperando ese tono o fuerza vital mediante ciertos rituales y remedios que son parte de la medicina tradicional mexicana.

Más que un susto

En personas sanas, el estrés por susto “no tiene por qué ser grave”. En el peor de los casos, derivaría en una miocardiopatía, que aunque presenta síntomas similares a un infarto, es temporal.

En cambio, en enfermos cardiacos o quienes están sometidos continuamente a un estrés, pueden padecer un aumento en la frecuencia cardiaca y en la presión arterial y, en consecuencia, sufrir un infarto al miocardio.

Cuando hay una situación de estrés acumulada, una tras otra, el cuerpo no tiene tiempo de recuperación. La activación a largo plazo del sistema de respuesta ante el estrés puede alterar casi todos los procesos de nuestro cuerpo.

Un estrés crónico puede afectar los sistemas inmunitario y digestivo; puede ocasionar dolor de estómago, diarrea y colitis, entre otros males digestivos.

Pan para el susto

—¿Un susto puede detonar diabetes?

En una persona ya descompensada en su organismo, aunque no presente síntomas previos, al experimentar una emoción muy fuerte por un susto o enojo su cuerpo va a producir hormonas de adrenalina que actúan contra de la producción de insulina, lo cual dispara los niveles de glucosa.

—Para el susto, ¿comer pan es bueno o sólo es un mito?

El organismo genera jugos gástricos que pueden causar acidez estomacal y náuseas. Comer un bolillo, una tortilla o algo con carbohidratos y grasa inhibe la producción de ácido gástrico. Comerlo genera estabilidad en la glucosa de la sangre y quita “la sensación de hueco en el estómago”.

 

También te recomendamos leer:

El empacho y el susto, enfermedades populares vigentes
(https://www.gaceta.unam.mx/el-empacho-y-el-susto-enfermedades-populares-vigentes/).

Son dos de las principales nosologías tratadas por médicos tradicionales. No reconocidas por la medicina académica, subsisten como enfermedades culturalmente delimitadas.

El cantarito: una forma de curar el espanto en una comunidad zapoteca
(https://revistas-filologicas.unam.mx/tlalocan/index.php/tl/article/view/152/152).

El susto o espanto se cura por medio de una ceremonia ritual llamada gál rabriix cuya traducción aproximada al español sería “llamar por el cantarito”. Es música terapéutica producida con un cantarito de barro negro.

La medicina tradicional de los pueblos indígenas de México
(http://www.medicinatradicionalmexicana.unam.mx/mtpim/termino.php?v=m&l=2&t=huasteco&da=espanto&orden=13).
El espanto es uno de los síndromes de filiación cultural más importantes de la medicina de los pueblos indígenas de México. Entre los huastecos también forma parte de la morbilidad, así como de las causas de muerte de sus habitantes.

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