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La gran batalla: cinismo vs esperanza

Wag the dog es una película de 1997 que con un humor impecable denuncia los intentos del presidente Bill Clinton de “producir” una guerra contra una nación pequeña, lejana y pobre, como una cortina de humo para distraer a la opinión pública de sus problemas políticos domésticos.

 

Por supuesto, es presentada como ficción. La actuación de Robert de Niro y Dustin Huffman mantienen el equilibrio perfecto entre drama y comedia.  “Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”.

 

Una generación después, el mismo número se repite en una nueva versión, mitad caricaturesca mitad grotesca, en la que el Presidente de Estados Unidos intenta quitar atención al juicio político al que es sometido por el congreso de su país.

 

Acusado de chantajear a Ucrania para golpear a Joe Biden, en cuestión de días el señor Trump mandó matar a un general iraní, fue al conclave de los mega-ricos en el paraíso suizo de Davos, a pelearse con una niña medioambientalista y regresó a Washington D.C. a ofrecer una fórmula mágica para resolver el conflicto árabe-israelí.

 

En el primer wag the dog la ficción es utilizada para contar una verdad – en palabras del propio Clinton: “lanzar bombas de un millón de dólares para destruir chozas de 50 dólares”. En la segunda es la realidad la que se presenta como un burdo montaje de distracción.  Incluido, probablemente, el boom noticioso del corona virus en China.

 

Aún capaz de convertir a la mayoría republicana en el Senado en un muro contra el torrente de evidencias en su contra, el genio de las Fake-news y los insultos, realiza un enorme esfuerzo propagandístico para evitar seguir cayendo en las encuestas que lo siguen manteniendo como uno de los presidentes más impopulares de la historia.

 

A nueve meses y una semana de la elección presidencial, Mr. Trump parce apostar por la victoria del espectáculo por encima de lo poco real y serio que queda en el mundo de la política y los medios. Ambas dimensiones, con profundas raíces con el universo del entretenimiento.

 

Comparable con los peores liderazgos populistas del siglo pasado, Trump supo construir una fortuna a partir de la promoción de su ego y del mundo del espectáculo saltó a conquistar la maquinaria mediática al difundir la mentira de que Barak Obama –el primer presidente negro en la historia del país— “realmente nació en Kenia”. Después recurrió a su promesa del “gran muro” de 2 mil millas en contra de los “bad hombres” (mexicanos) para movilizar a su favor a racistas, extremistas y aislacionistas.

 

Más síntoma que causa de los grandes problemas de la actualidad, el presidente Trump sigue abajo en todas las encuestas electorales contra sus principales contrincantes. Sea Bernie Sanders, Elizabeth Warren o el propio Biden, en este momento cualquiera de ellos podría impedir la reelección del caballero del colorido peluquín. Se supone.

 

La enorme ventaja del personaje que abrió la caja de Pandora en la que la sociedad estadounidense logró por décadas contener sus peores prejuicios, pasiones racistas, grandes frustraciones y los mayores excesos de la codicia y el egoísmo, es qué, desde la perspectiva de expertos y especialistas, prácticamente nunca ha sido considerado como una alternativa viable.

 

Sin embargo, en contra de todos los pronósticos, en noviembre de 2016 se llevó la victoria. Un triunfo para el cinismo, el odio social y la manipulación mediática más sofisticada.

 

A estas alturas de la disputa por la Casa Blanca, parece claro que Trump seguirá moviendo los hilos dentro del Senado y por ende, sobrevivirá al impeachment. En unos pocos meses, se definirá la candidatura demócrata y la campaña electoral comenzará formalmente.

 

Como en todas elecciones de medio termino, la contienda será básicamente una especie de referéndum sobre el mandatario en funciones. En este caso corresponde al partido demócrata intentar generar un gran movimiento de rechazo al personaje que ha sido más que claro en su desprecio a las mujeres, a los inmigrantes, a los latinos y afroamericanos y casi cualquier tipo de minorías. Convertir el enojo en esperanza es el gran desafío político del 2020.

 

Con la fuerza de la inercia a su favor, el desencanto mismo de amplios grupos sociales ajenos al activismo político y su probada capacidad de moverse en el pantano de los escándalos y las mentiras, Donald Trump tiene más posibilidades de ser reelecto que las que tuvo hace 4 años cuando aplastó a los aspirantes republicanos a la candidatura presidencial y consiguió arrebatarle a Hillary Clinton los votos necesarios dentro del Colegio Electoral que es el verdadero fiel de la balanza de la democracia americana.

 

 

 

 

 

 

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