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Las ondas gravitacionales viajan a la velocidad de la luz

 

A mil 400 millones de años luz de la Tierra chocaron dos agujeros negros con 30 veces el tamaño de nuestro Sol, enviando una señal de ondas gravitacionales a través del Universo.

Desde nuestro hogar, ubicado en la Vía Láctea, astrónomos lograron detectar el suceso en septiembre del 2015, y así confirmaron la Teoría de la Relatividad de Albert Einstein que data de 1915, y que hasta el momento no había sido comprobada, explicó Miguel Alcubierre Moya, director del Instituto de Ciencias Nucleares.

Las ondas gravitacionales son deformaciones del espacio tiempo que viajan a la velocidad de la luz y son producidas por eventos astrofísicos violentos. Por ejemplo, si tenemos estrellas moviéndose unas con otras a grandes velocidades producirán una perturbación en la gravedad y se propagarán igual que la luz, añadió el académico universitario.

En el tiempo

Durante muchos años, la teoría de Einstein no pudo confirmarse, sin embargo, con los avances científicos de hoy podemos afirmar que las ondas gravitacionales viajan por todo el Universo.

Es muy difícil identificarlas porque se necesita muchísima tecnología. De hecho, se requiere detectar movimientos de un espejo equivalentes a la milésima parte del tamaño de un protón, algo muy complicado. Esta tecnología fue desarrollándose, sobre todo, en la década de los 90 y a principios de este siglo, donde llegó el momento en que era suficientemente avanzada.

Una nueva ventana al Universo

Aunque la detección de estas ondas fue en 2015, los científicos lo anunciaron hasta febrero de 2016, para asegurarse que todo estaba bien. Hasta donde sabemos correspondió al choque de dos agujeros negros y formaron uno sólo con 60 veces la masa de nuestro Sol.

“Meses después, se dio otra detección en un sistema similar. Y ahora, una vez que la máquina detectora esté funcionando regularmente, seguramente podremos identificarlas un par de veces al mes, y con ello estudiarlos más detenidamente”, afirmó Alcubierre Moya.

De acuerdo con el investigador, este es un evento muy común en el Universo, donde hay miles de millones de galaxias, aunque en la Vía Láctea ocurra una vez cada millones de años. Las ondas gravitacionales podrían plantear un nuevo desarrollo de la astrofísica, donde podremos ver una fracción importante del universo, a distancias de más de mil 500 millones de años luz, añadió.

¿Cómo llegan dos agujeros negros a colapsar?

En el gran Universo deambulan miles de millones de estrellas, objetos astronómicos que brillan con luz propia y nacen en medio de nebulosas, conglomeraciones de gas y polvo con diversas formas que vagan sin rumbo.

Algunas pasan toda su vida solas, pero el 80 por ciento coexiste en pareja, es decir, giran una alrededor de la otra, con un centro de masa común, ya sea por un periodo de horas, días, décadas, y hasta cientos de años, a éstas se les conoce como sistemas binarios.

Las estrellas binarias pueden vivir unos cuantos millones de años. Si ambas agotan su combustible nuclear se colapsan sobre sí mismas y cada una deja en su lugar un agujero negro, los cuales seguirán girando juntos.

Así, emiten ondas gravitacionales que se llevan gran parte de la energía y provocan que los dos entes se acerquen poco a poco en forma de espiral a lo largo de millones de años hasta que, eventualmente, chocan y se vuelven uno mismo, concluyó.

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