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¿Qué futuro nos espera?

Por Jorge M. González

La generación “silente” (edad entre 70-87 años) se autodescribe como trabajadora, responsable y patriota. Los “baby boomers” (51 a 69 años) usan las mismas palabras para autodefinirse. La generación X (35 a 50 años) pareciera no sentirse tan segura de sus logros y actitudes. Sin embargo, la nueva generación, la “del milenio” (18 a 34 años), catalogada por muchos como floja, irresponsable y adicta a a “selfies” y redes sociales, se ve a sí misma como codiciosa, ensimismada y derrochadora.

Sin embargo, el futuro está virtualmente en sus manos. De acuerdo al censo de 2010 hay unos 80 millones “del milenio” en este país, lo cual indica que son la generación estadounidense más numerosa. Apenas a meses de las elecciones presidenciales y con cinco pre-candidatos aun por escoger, buena parte de esta generación “perdida” tendrá la responsabilidad de votar por vez primera, escogiendo a quien regirá los destinos del país al menos en los próximos cuatro años.
Estos jóvenes recién entran al mercado laboral, esperanzados en encontrar un puesto de relevancia, cargando consigo una deuda universitaria enorme, están guiados por el cinismo, la paralización económica, las amenazas de guerra y terrorismo. Es sorprendente, ¿o quizás no lo es?, que sus candidatos favoritos sean Bernie Sanders o Donald Trump. Sanders agrupa entre sus seguidores más de 600 mil “del milenio” en comparación con Hillary Clinton. Tres de cada cuatro Republicanos “del milenio” apoyan a Trump. ¿Qué motiva tal preferencia? Los jóvenes de mi generación no creíamos en los mayores de treinta años, pero los dirigentes políticos y sociales capitalizaron nuestras inquietudes para asimilarlas al sistema. Los jóvenes de hoy parecen haber entendido tal manipulación y ciertamente se declaran en contra del “establishment”. Ambos candidatos representan la negación de una élite política básicamente inoperante.

Esta generación “del milenio” pareciera sentirse perdida, desesperanzada, sin mayores expectativas para enfrentar un futuro que se ve cada día más caótico de lo que hoy tenemos. Deudas, prospectos de empleos dudosos, sin posibilidad de poseer su propio hogar, falta de creencia en religiones establecidas, los efectos del cambio climático cada vez más evidentes. Una generación cada vez más desencantada y sin ningún ánimo para tratar de mejorar lo que les depara el futuro a ellos mismos y a quienes seguirán sus pasos. Los “del milenio” parecen cada vez más involucrados en la inacción. Mientras más nos dediquemos a criticar sus malas o pocas decisiones, el desastre que pareciera avecinarse será mucho mayor.

En vez de quedarnos sentados criticando deberíamos percatarnos que los “del milenio” no son tan diferentes de las generaciones anteriores. Al igual que nosotros, ellos quieren seguridad laboral, casarse, tener casa propia, cuidado y educación para sus hijos a un costo razonable y un vehículo que los lleve al trabajo a sus actividades de fin de semana. Mirémonos al espejo, veamos nuestros propios errores, démosle a esta nueva generación el beneficio de la duda y encausémonos en reparar lo malo que hemos hecho o terminaremos dejándole un mundo desastroso a la generación que los sigue.

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