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San Valentín

Por Olga Granados Lara
Psicoanalista

Es un día muy esperado por muchos enamorados. La tradición lo ha hecho un día especial para que las parejas, principalmente, y los amigos, se demuestren su amor.

Y si bien demostrar amor es parte de la esperanza de que este mundo pueda ser mejor, desafortunadamente la forma en que se ha comercializado esta fecha hace que todo sea consumo. Comprar y comprar; esperar un regalo. ¿Cuántas maneras de demostrar amor conocemos y no las ponemos en práctica? Pero no me desviaré con la forma en que la mercadotecnia arrasa con cualquier tradición que pueda darnos anclaje como seres humanos porque hablando de amor hay muchas líneas de reflexión importantes, una de ellas es el amor hacia uno mismo. Si bien, mostrar el amor a los demás es valioso porque mantiene los vínculos que nos van construyendo como personas y genera los espacios de contención que necesitamos, en realidad, no podemos amar a nadie si no nos amamos a nosotros mismos.

Esto puede sonar muy trillado, pero no por mucho saberlo la gente se da a la tarea de hacer lo necesario para lograrlo. Se ha vuelto un cliché sin saber con claridad qué significa amarnos. Amarnos es sentir confianza y respeto por nosotros mismos. Es saber que somos capaces de enfrentar los retos y problemas que nos presenta la vida, así como de defender nuestros intereses y necesidades sabiendo que tenemos derecho al bienestar y a ser felices. Es una experiencia íntima de valía que se extiende a nuestro entorno. Se refleja en las relaciones que entablamos, en el trabajo que realizamos, en el rendimiento que tenemos, en la forma en que amamos y disfrutamos. En fin, en todo lo que hacemos, porque sentir amor por uno mismo es un requisito indispensable para tener una vida plena.

Este amor tiene una larga trayectoria y muchas fragilidades porque recorre nuestra vida infantil; los logros que vamos teniendo en las diferentes etapas y el amor que las personas importantes para nosotros nos dan. Las dificultades en cualquiera de estos tres aspectos van mermando nuestra confianza y sentimiento de valía hasta que, si no tenemos cuidado, un día nos descubrimos temerosos, inseguros, con vacíos que tratamos de llenar de maneras destructivas y con una tendencia a aceptar como pareja a cualquiera que nos demuestre un poco de amor para tapar la carencia propia.

De tal forma que amarse no es tan fácil como se dice, requiere trabajo. Una de las maneras de cuidar e incrementar este amor propio es la decisión de vivir conscientemente, es decir, de ver lo que me sucede profundamente y de ver lo que pasa a mi alrededor para poder actuar de una manera adecuada, que no me lastime. Esto también implica la disposición a tener respeto por la verdad, por dolorosa que sea, y la valentía de pensar con independencia de lo que los demás quieran de mí. Transitar por estos caminos es una tarea ardua que necesita paciencia y compromiso para dar pequeños pasos hasta poder experimentar el placer que provoca sentirse confiado y valioso.

Por supuesto hay muchas cosas más que podemos hacer para amarnos, pero bastaría con que al terminar esta lectura sintieran el deseo verdadero de dar el mejor regalo a quien más deben de amar, es decir, que cada uno se diera la oportunidad de hacer lo necesario para tener una vida disfrutable, llena de colores, particularmente de rojo intenso, no sólo en San Valentín, sino cada día de su vida.

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