Pepe Herrera / Emiliano Sánchez
La flora intestinal (también llamada microbiota) es un conjunto de microorganismos que viven en nuestro intestino y tienen un papel importante en la salud humana. Realizan funciones esenciales, como defendernos de bacterias o virus, asegurar el funcionamiento de nuestro sistema digestivo y colaborar en la correcta producción y absorción de minerales.
Alterar la microbiota por medio de una alimentación inadecuada, malos hábitos de vida, infecciones digestivas o algunos medicamentos, puede traernos efectos negativos como infecciones, alergias, dermatitis atópicas, estreñimiento, diarreas, malas digestiones, gases y/o distensión abdominal.
Por lo tanto, es necesario buscar aliados para preservar el correcto funcionamiento de este conjunto de microorganismos. El ejercicio es uno de ellos, de acuerdo con distintos estudios que se han elaborado en los últimos años.
La Dra. Nayeli Xochiquetzal Ortiz Olvera, académica e investigadora de la Facultad de Medicina de la UNAM, manifestó que los beneficios del ejercicio para nuestra microbiota son varios, ya que “con el movimiento físico (caminar, trotar, nadar), se estimula nuestro tubo digestivo y se producen movimientos peristálticos que ayudan a una adecuada renovación y, por tanto, un correcto movimiento de la microbiota”.
“Con el ejercicio, el oxígeno que llega al intestino se modifica, lo que favorece que tengamos una mejor microbiota. También favorece la combinación de algunos ácidos biliares (son parte del líquido espeso llamado bilis), que ayudan al organismo a digerir las grasas. Se ha comprobado también que, si una persona con sobrepeso empieza a hacer ejercicio, su flora intestinal va a mejorar sólo por el hecho de hacer actividad física”, añadió.
A pesar de que realizar actividad física es positivo para nuestra flora intestinal, la experta universitaria recomendó a las personas que no realizan ejercicio que no empiecen a hacerlo de forma abrupta, ya que esto les puede jugar en contra.
“Hay que ir paso a paso. Por ejemplo, si apenas vamos empezando a caminar o trotar, que sea por lapsos de 15 minutos e ir incrementando el tiempo poco a poco. A aquellas personas que ya realizamos actividad física, únicamente sugerir que se mantengan estables”, expresó.
Ortiz Olvera explicó que los ejercicios con más beneficios para mejorar nuestra microbiota son los aeróbicos. Al realizar un ejercicio aeróbico, “nuestras resistencias periféricas disminuyen y, en vez de gastar energía, estamos invirtiendo ésta en nuestro cuerpo”.
Además de hacer ejercicio para cuidar nuestra microbiota, la doctora recomendó llevar hábitos alimenticios saludables. Aclaró que no hay alimentos malos, siempre y cuando se tomen en consideración las combinaciones o las cantidades que se consumen.
“Los alimentos influyen en la microbiota. No hay alimentos malos realmente, pero hay que saber encontrar el equilibrio en éstos. Todo en su justa medida. Hay que tratar de concientizarnos sobre lo que comemos”, finalizó.
Otros consejos para cuidar la microbiota
- Hacer cinco comidas al día (contando las colaciones matutinas y vespertinas)
- Tomar en cuenta el consumo equilibrado de proteínas, grasas y azúcares
- Dormir como mínimo de 6 a 8 horas
- Evitar el consumo de alcohol y tabaco
Reducir el consumo de medicamentos