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Juicio a una muela: los dolorosos terceros molares

Fernando Guzmán Aguilar

·       Al salir los terceros molares pueden causar inflamación o propiciar una infección en la encía.
·       A veces, están asociados a patologías como quistes o tumores, para cuya curación a veces se requiere quitar la mitad de la mandíbula.
·       Es un diente que tiende a desaparecer por la evolución y la alimentación blanda.

Si eres un joven de buen juicio y no te han salido, no dejes de checarte las muelas del juicio, recomienda el doctor Roberto Hernández Granados, académico de la UNAM. Llamadas así porque entre los 17 y los 25 años (se supone uno es ya es juicioso), los terceros molares pueden causar dolor o estar asociados a un quiste o tumor.

Como a veces no salen por completo, o quedan atrapados dentro de la mandíbula y del maxilar, provocan una sintomatología dolorosa, agrega Hernández Granados, de la Clínica Periférica Vallejo de la Facultad de Odontología.

La muela del juicio puede venir en buena posición y al tratar de salir causar una operculitis (inflamación en la encía) o una pericoronitis (proceso infeccioso que afecta a los tejidos blandos que rodean la corona de un diente parcialmente erupcionado).

Vigilar para descartar patologías

Es recomendable una radiografía de terceros molares, bajo supervisión del cirujano dentista, para vigilar o descartar que no haya alguna patología asociada al tercer molar.

“Pueden ser quistes o tumores que requieren a veces quitar la mitad de la mandíbula, dice Hernández Granados, especialista en cirugía maxilofacial por la UNAM y el IMSS.

Cuando tratan de “hacer erupción”, las muelas del juicio vienen cubiertas por un epitelio que el mismo diente formó. Si esa “capita” en la radiografía se ve negra y no se elimina una vez detectada, puede ser asiento para que se produzca un quiste o un tumor en la mandíbula.

Aunque esos tumores pueden llegar a malignizarse, “si se detectan a tiempo y se tratan con una buena cirugía, no tienen complicación para la salud del paciente”.

Antaño, asegura Hernández Granados, las cirugías eran tan agresivas que se quitaban pedazos de hueso, hasta “la mitad de la mandíbula”.

Hoy hay “un cambio de pensamiento y actitud quirúrgica”. Se hace un raspado, sobre todo en el caso de un queratoquiste (representan el 10 por ciento de todas las lesiones quísticas de los maxilares).

Hay diferentes tipos de lesiones quísticas (quiste odontogénico, queratoquiste) y también diferentes tumores. Uno de los tumores más agresivos es el ameloblastoma metastásico maligno.

Según la Organización Mundial de la Salud, los ameloblastomas (son de diferente tipo) constituyen el 1 por ciento de todos los tumores de la mandíbula y el 11 por ciento de todos los tumores odontogénicos.

La falta de higiene (como la muela del juicio está hasta atrás, el cepillo no entra adecuadamente) pude causar caries en los terceros o en los segundos molares.

Por eso también es necesaria una radiografía y valorar si es necesario su extracción, la cual es frecuente cuando hay operculitis o pericoronitis.

Un diente que tiende a desaparecer

Hay terceros molares “retenidos” que nunca causaron malestar o que no brotaron debido a la dieta humana actual: es blanda y antes era “muy fibrosa”. Comer más fibra propiciaba un mayor desarrollo de la mandíbula y facilitaba la erupción del tercer molar.

Con la evolución que hemos tenido por el tipo de alimentación, la muela del juicio es una pieza dental que tiende a desaparecer. “He visto casos de personas que no tienen uno, dos o hasta los cuatro terceros molares”.

Mordida molar

Tenemos 32 piezas dentales (incisivos, caninos, premolares y molares). Cuatro son muelas del juicio, que son funcionales para moler si tienen su antagonista. Si hay un tercer molar superior pero no un tercer molar inferior, aquél tiende a irse hacia el cachete y cuando el paciente mastica, se muerde y se produce dolor. La solución ahí es extraer esa muela.

Como las muelas del juicio son las piezas dentales que brotan al último, la gente cree que empujan o presionan a las muelas cercanas y que enchuecan a los dientes. Pero ésas, puntualiza Hernández Granados, son mentiras, mitos.

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