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El 24 de febrero de 2022, la ciudad de Kiev, Ucrania, fue despertada por una serie de explosiones, que dejaron al descubierto el inicio de un conflicto armado entre Rusia y Ucrania. El sonido de las sirenas era señal de que el ejército ruso estaba atacando el aeropuerto de Antonov, mientras que otras ciudades ucranianas también eran bombardeadas. Para los rusos, este conflicto era la “desnazificación” de Ucrania.
Un año después, Genaro Beristain Aguilar, doctorante en seguridad internacional por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, señaló que la efectividad del ejército ruso no había sido tan contundente como se esperaba. “Subestimaron las capacidades de Ucrania y tuvieron que replantear en la marcha la operación militar. Además, Ucrania ha ido resistiendo con costos bastante altos en cuanto a vidas humanas y la destrucción de su infraestructura”.
Después de casi un año y medio de conflicto, los números son desoladores. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que el conflicto ha dejado 18 mil civiles muertos, entre ellos cerca de 400 niñas, niños y personas de la tercera edad. Además, se reportan unos 300 mil militares fallecidos de ambos bandos. La guerra ha dejado un rastro de destrucción y dolor en ambos países.
A un año de la invasión, las consecuencias del conflicto siguen siendo devastadoras. Las ciudades han sido destruidas y la economía está muy golpeada. Además, según cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 18 millones de personas necesitan ayuda humanitaria. De ese número, 7.83 millones han huido del país y 6.5 millones son desplazados internos.
Este gran número de refugiados es un problema humanitario que la ACNUR debe enfrentar y brindarles ayuda. Además, también tienen que apoyar a las naciones que están recibiendo a estos refugiados, lo que disminuye su calidad de vida. Según cifras de la ACNUR, Polonia ha sido el país que más refugiados ha recibido, con 1.5 millones de personas, seguido de Alemania, Rumania, Eslovaquia y otros países de Europa. Hasta febrero de 2023, estos países han proporcionado alimentos y refugio a más de 13 millones de ucranianos, de los cuales se estima que 4.8 millones son refugiados temporales.
Sin embargo, la situación es insostenible para estos países receptores de refugiados. Como explica el investigador y docente, no hay Estado ni gobierno que pueda garantizar trabajo, vivienda, educación y, además, lidiar con un millón y medio de refugiados a los que tiene que proporcionar alimentos. “Los países tienen un límite, tienen una cuota que pueden aceptar. Posteriormente, otros países de Europa, Estados Unidos, Canadá y Australia tendrán que ser también receptores de refugiados”, añade el investigador. Ahora, países como Alemania, Inglaterra o Francia se verán obligados a recibir una mayor cantidad de refugiados.
Según el especialista universitario consultado, el conflicto armado entre Rusia y Ucrania continuará empantanado en los próximos meses. La comunidad internacional no ha tomado partido ni a favor de Ucrania ni a favor de Rusia, lo que ha contribuido a la prolongación del conflicto. “Todo apunta a que pueda irse a dos o incluso a tres años más”, asegura el especialista.
Sin embargo, aunque el conflicto armado termine, la crisis humanitaria provocada por la guerra podría extenderse hasta 15 años más. La situación es complicada para los refugiados, ya que no saben a dónde regresar si ya no hay infraestructura. “Quizás ya no están las casas que ellos dejaron, ya todo fue destruido, quizá ahí ya no es Ucrania, ya sea Rusia”, explica el experto.
El especialista sostiene que Ucrania ya perdió la guerra y que por más que la prolongue, seguirá sumando pérdidas y haciendo más amplia su destrucción. Para Ucrania, esta es una decisión muy difícil de costo-beneficio.
Ahora, deben reflexionar sobre qué camino tomar. “Se cuestionan cuánto va a costar seguir en esta batalla, o si de una vez empiezan a negociar y ganan lo que tengan que ganar y lo demás darlo por perdido”, afirma el especialista.
Es un hecho que los ucranianos dependen en este momento de la buena voluntad de las naciones que les están ofreciendo refugio. Sin embargo, la situación se complicará en el futuro. “Los ucranianos que aún no han nacido van a tener que trabajar para pagar esos tanques, esas ametralladoras, esos sistemas de radar que está obteniendo Zelenski para defenderse”, argumenta el experto.