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Obama, Trump y la Reforma migratoria

Mientras el Presidente Obama obtienen sonoras victorias en diferentes campos y Trump, el aspirante republicano a sucederlo gana espacios mediáticos agitando las banderas del odio y el racismo, el tema migratorio parece seguir hundiéndose en los vericuetos de un sistema judicial en que la ideología manda.

Recientemente, el embajador mexicano Arturo Sarukhan publicó un análisis sobre Donal Trump, el empresario y figura de la farándula que busca la candidatura del Partido Republicano a la Presidencia de Estados Unidos. Un idiota útil es el titulo del texto (El Universal 15 de julio).

“Han transcurrido 28 días desde que el empresario y precandidato republicano Donald Trump, imbuido por una mezcla de populismo billonario, nacionalismo flatulento y racismo rancio, caracterizó a los migrantes mexicanos en Estados Unidos como “violadores”.

En un contexto en el que el gobierno de México ha dejado pasar casi por completo los constantes ataques con que Trump ha pretendido utilizar a los inmigrantes Latinos como su punching bag para atraer la atención pública y conseguir el apoyo del ala extremista de la sociedad estadounidense, la reflexión del diplomático mexicano radicado en Washington D.C. es aún más relevante, porque su reflexión apunta a las diversas oportunidades políticas que, paradójicamente, se abren en la arena pública estadounidense ante los desplantes de un personaje tan desprestigiado como el señor Trump.

Dice Sarukhan:

La primera (oportunidad) es para la comunidad hispana y su creciente empoderamiento económico y político: su poder adquisitivo alcanzará 1.5 billones de dólares en 2015, y con una edad promedio de 27 años, son una década más joven que la media estadounidense. Ello explica en gran parte la decisión de Macy’s y NBC-Universal de cancelar contratos con Trump. Si a ello agregamos que el voto hispano ya decantó la elección y reelección de Obama, la comunidad hispana ha aprovechado con creces las declaraciones de Trump para movilizarse y mostrar su creciente musculatura política.

Es claro que en el caso Trump, la ausencia de un deslinde claro e inmediato de parte de los candidatos serios del Partido Republicano pone en peligro la viabilidad misma de la campaña de ese partido. Si una vez que la precandidatura de Trump se desplome (algo que parece inevitable), queda entre la comunidad latina la percepción de que sus posiciones fueron avaladas o toleradas por esa fuerza, el hecho se convertiría prácticamente en suicidio político del G.O.P. Es claro que sin un porcentaje importante del voto latino es casi imposible ganar la presidencia. Ello en un país en el que un millón de jóvenes Latinos cumplirán la edad para votar (18 años) durante cada uno de los próximos 20 años es un asunto mayor.

A nivel sociedad, es claro que fue la empresa Univision la que asumió el liderazgo del rechazo a Trump. Y más allá de la multitud de expresiones de repudio de parte de figuras públicas e incluso algunas empresas mexicanas, es también notable la brecha que aún persiste entre la sociedad organizada a los dos lados de la barda fronteriza.

En ese contexto, ha pasado relativamente desapercibido el nulo avance (o franco retroceso) que ha tenido la Administración Obama para superar las trabas judiciales conque un grupo de gobernadores que parecen compartir la línea de Trump han logrado detener las reformas administrativas con que el Presidente prometió ayudar a cerca de 5 millones de inmigrantes indocumentados.

Justamente por ello, como bien lo anota Sarkhan, aun sin proponérselo, Trump ha generado una importante oportunidad para la consolidación del gran consenso social que ya existe a favor de los inmigrantes. Lo cual implica retos importantes tanto para el bando demócrata, como para las mismas instituciones mexicanas. Pues hoy en día la pasividad podría ser el mejor aval práctico a las tesis del empresario de extraña cabellera.

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