Si bien es cierto que, desde una perspectiva histórica, las fronteras y los conflictos pueden cambiar, incluso de manera radical, en el día a día, terminamos a acostumbrarnos a las crisis y guerras permanentes. El conflicto árabe-israelí, las brutales masacres contra el pueblo sirio, las sangrientas guerras entre dictadores africanos son temas que aparecen de manera rutinaria en las secciones de Internacionales de todos los periódicos. Por ello, la foto del encuentro entre los líderes de Corea del Sur y Corea del Norte es, en sí misma, una verdadera noticia.
Pocos experimentos sociales han sido más contrastantes en el tablero del poder internacional que siguió a la Segunda Guerra Mundial que el acuerdo que dio origen a la división de la península de Corea en dos países. Protagonista del milagro asiático que en las últimas décadas sacó de la pobreza a cientos de millones de personas en el sur asiático, Corea del Sur es el país mejor conectado a la era digital, con una sociedad moderna y de gran crecimiento económico. Por otro lado, en Corea del Norte el atraso económico y el aislamiento del resto del mundo son notables. Su gente, al borde de la hambruna, es victima de un adoctrinamiento extremo, mientras sus lideres pretenden construir un arsenal de armas nucleares con capacidad de aniquilar a sus vecinos del sur e, incluso, atacar directamente a Estados Unidos.
Por ello es tan es tan relevante el encuentro en la zona desmilitarizada que divide a ambos países Tercero en la dinastía designada de manera personal por Joseph Stalin, el joven Kim Jong-un, comienza un proceso de negociaciones de paz con el presidente Moon Jae-in de Corea del Sur, del cual podría devenir un nuevo reacomodo del poder en aquella región del mundo.