Científicos de la Universidad de Columbia Británica (UBC) han logrado crecer vasos sanguíneos humanos perfectos como organoides en una placa de Petri por primera vez.
Un organoide es una estructura tridimensional desarrollada a partir de células madre que imita a un órgano y se puede usar para estudiar aspectos de ese órgano en una placa de Petri.
La tecnología de ingeniería de vanguardia, descrita en un nuevo estudio publicado en Nature, avanza dramáticamente en la investigación de enfermedades vasculares como la diabetes, identificando una vía clave para prevenir potencialmente cambios en los vasos sanguíneos, una de las principales causas de muerte y morbilidad entre las personas con diabetes.
“Cada órgano en nuestro cuerpo está vinculado con el sistema circulatorio. Esto podría potencialmente permitir a los investigadores desentrañar las causas y los tratamientos para una variedad de enfermedades vasculares, como la enfermedad de Alzheimer, enfermedades cardiovasculares, problemas de curación de heridas, accidentes cerebrovasculares, cáncer y, por supuesto, diabetes“, dijo el autor principal del estudio, Josef Penninger, director del Instituto de Ciencias de la Vida de la UBC y director fundador del Instituto para Biotecnología Molecular de la Academia de Ciencias de Austria (IMBA).
El modelo innovador: organoides de vasos sanguíneos humanos tridimensionales que se cultivan en una placa de Petri. Estos llamados “organoides vasculares” se pueden cultivar utilizando células madre en el laboratorio, imitando de manera sorprendente la estructura y función de los vasos sanguíneos humanos reales.
Cuando los científicos trasplantaron los organoides de los vasos sanguíneos a ratones, descubrieron que se convirtieron en vasos sanguíneos humanos perfectamente funcionales, incluidas las arterias y los capilares. El descubrimiento ilustra que es posible no solo diseñar organoides de vasos sanguíneos a partir de células madre humanas en un plato, sino también cultivar un sistema vascular humano funcional en otra especie.
“Nuestros organoides se parecen a los capilares humanos en gran medida, incluso a nivel molecular, y ahora podemos utilizarlos para estudiar enfermedades de los vasos sanguíneos directamente en tejidos humanos”, concluye Reiner Wimmer, coautor del estudio.