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De película

La tercer captura de Joaquín Guzmán Loera constituye un hecho extraordinario que desafía paradigmas clásicos sobre la relación entre el crimen organizado y el poder político.

Mientras a nivel global “La Guerra contra las Drogas” parece perdida ante la mayor tolerancia social hacia el consumo y la industria del entretenimiento magnifica al extremo la añeja cultura de la glorificación de algunos criminales, la leyenda de El Chapo se convirtió en un caso de celebridad mediática global en el que, el giro hollywoodense de su historia personal, paradójicamente termino siendo un desenlace perfectamente natural en la vida de este personaje capaz de proyectarse como un hombre simple que adora a su mamá y agradece a dios su última fuga, o el temible asesino de miles y gran estratega mundial del billonario negocio de las drogas.

Por César Romero

Sin duda, infinidad de libros, artículos periodísticos y muchas películas y telenovelas contarán la historia de El Chapo Guzmán. Eso sin considerar los muchísimos corridos que desde hace mucho ya cantan sus “hazañas”. Por su impacto mediático su leyenda superará, sin problemas, la de todas los grandes narcotraficantes conocidos en el mundo. Incluido Pablo Escobar y, forzando un poco las cosas, quizá la leyenda misma del propio Al Capone, el capo de tutti capi.

El hecho de que su fama se relacione mucho menos con su peso real en el negocio de la producción, tráfico y venta de drogas prohibidas y mucho más con sus tres celebres arrestos es, al final del día, lo de menos.

Compartimos aquí algunas pinceladas que pueden arrojar luz sobre el retrato real de tan excepcional personaje.

• Ciertamente nació en la pobreza de La Tuna, Badiraguato, ese pequeño y miserable municipio sinaloense de campesinos guarachudos que es la entrada al principal centro productor de amapola mexicano. El triángulo de inaccesibles montañas que unen los estados mexicanos de Sinaloa, Durango y Chihuahua; el mismo que desde la Segunda Guerra Mundial fue diseñado, con la ayuda de la mafia estadounidense, sus agencias de inteligencia y complicidades locales, primero para abastecer las necesidades de opio y heroína de la maquina militar Americana.

• De muchacho, en los años 70´s y 80´s, Joaquín Guzmán (nació en 1957) fue un soldado más del ejercito criminal que encabezó Miguel Ángel Félix Gallardo, el gran capo en la era en que los narcotraficantes se cuadraban ante el poder del Estado y, lubricaban con millonarias sumas de dinero, la cadena de complicidad y protección de los aparatos de “seguridad” y “justicia” gubernamentales.

• En los 90´s, el principal narco mexicano fue Amado Carrillo Fuentes, el Señor de los Cielos. Hasta su muerte, en 1997, los carteles mexicanos aprovecharon la ofensiva de la DEA contra los capos colombianos y tomaron el liderazgo en el abasto al mercado estadounidense, el principal centro de consumo de mariguana y cocaína en el mundo. En ese contexto El Chapo saltó a la fama poco después del 8 de noviembre de 1992, cuando encabezó un espectacular asalto cuasi-militar en la discoteca Christine, en Puerto Vallarta, Jalisco, en el que intentó matar a sus paisanos y rivales, los hermanos Arellano Félix.

• Cinco meses después, el 24 de mayo de 1993, la leyenda mediática comienza a tomar forma. En operativo a plena luz del día los Arellano intentan devolver el favor al Chapo en el aeropuerto de Guadalajara y, por error matan al Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. Mientras los Arellano logran escapar tranquilamente abordando un vuelo comercial hacia Tijuana (e incluso días después se entrevistan con el Nuncio Apostólico, a sabiendas del Presidente de la República), El Chapo –quién iba a ser la víctima, es sujeto de una feroz persecución que culmina, pocos días después, con su primer arrestó, en un rancho de un poderoso personaje muy cerca de la frontera de México con Guatemala.

• Entonces, el 11 de Junio de 1993, en un primer gran show mediático El Chapo fue presentado a los medios de comunicación durante su primer entrada al Penal de Máxima Seguridad de Almoloya de Juárez, en el Estado de México. Vestía un uniforme beige y estaba rodeado de guardias del penal y perros de ataque. A los gritos de los reporteros contestó que él no era narcotraficante, sino “agricultor”.

• En enero del 2001, luego de poco más de 7 años de reclusión, El Chapo se fugó del Penal de Puente Grande, en Jalisco, a donde había sido trasladado poco antes. Supuestamente salió escondido dentro de un carrito de lavandería y se convirtió de inmediato en un gran desafío para el primer gobierno no priista que semanas antes, por primera vez en 70 años, había tomado el poder.

• Entonces la popularidad de El Chapo creció exponencialmente, al tiempo que las historias sobre su supuesta relación con autoridades carcelarias y policiacas circularon por todo el país. A la par de la narco-cultura e incluso un abierto narco-culto, su popularidad creció tanto a nivel popular como en el boom de narco-entretenimiento presente en los grandes medios de comunicación así como en las nacientes redes sociales.

• En esos años, casi en paralelo al creciente consenso social en Estados Unidos y otros países en favor de la despenalización del consumo de drogas, los cárteles mexicanos protagonizaron una sangrienta guerra entre ellos y contra las autoridades federales que, desde entonces, ha provocado la muerte de más de 100,000 personas.

• Al menos hasta ahora, el resultado de dicha disputa ha sido el claro dominio del cártel del de Sinaloa, el que encabezaba justamente El Chapo Guzmán y supuestamente representa el modelo de negocio tradicional de los narcotraficantes mexicanos: sinaloenses, menos sanguinarios que sus rivales, con ciertos códigos internos y con presencia limitada en otro tipo de actividades criminales.

• Fue en 2009, mientras el país conocía niveles de violencia sin precedente y en las plazas públicas y lotes baldíos aparecían cotidianamente cadáveres decapitados, cuando la Revista Forbes incluyó por primera vez al capo mexicano en su lista de los hombres más ricos del mundo. Y se comenzó a repetir ad nauseaum lo que el mismo Chapo aceptó en la entrevista que tanta envidia ha generado: que supuestamente es el gran hombre de negocios capaz de controlar la mita de la producción y distribución de drogas del planeta.

• Con un Chapo capaz de desafiar directamente al Estado (o asociarse en secreto con altas autoridades o agencias de uno o varios países), a nivel internacional la evaluación de la llamada “Guerra de Calderón” pronto se convirtió en una disyuntiva binaria: si capturaba al Chapo, el gobierno sería declarado ganador. Si no, pues no. Y Felipe Calderón no pudo.

• Con el regreso del PRI a Los Pinos, el 1 de diciembre de 2012, le tomó al viejo Sistema 14 meses capturar por segunda ocasión al celebre criminal. El 22 de febrero de 2014 fue detenido, sin un disparo de por medio, en un edificio de lujo en el puerto de Mazatlán, Sinaloa. Al día siguiente fue enviado de regreso a Almoloya.

• Aunque poco más de15 meses después, El Chapo volvió a fugarse. En la noche del 11 de julio del 2015, a eso de las 8 de la noche, salió del penal a través de un túnel que llegaba directamente a la regadera de su celda, la celebre número 20 del Penal de La Palma (nuevo nombre, misma prisión).

• Humillado por una fuga que él mismo llegó a considerar “imperdonable”, el Presidente Enrique Peña Nieto utilizó toda la fuerza del Estado para lanzar una nueva cacería contra el ya famosísimo personaje.

• Y 182 días más tarde, el 8 de enero pasado, lo logró. Con su arresto a unos pasos de una alcantarilla de Los Mochis por la que intentaba escapar, El Chapo inició su camino de regreso rumbo a la misma cárcel de Almoloya.

• Y justo cuando era ya una celebridad mediática global, un par de días después del sorprendente tercer arresto, salió a la luz, en la revista Rolling Stones, su entrevista de dos meses antes, con el actor Sean Penn y su amiga (de ambos), la actriz Kate Del Castillo. Allí habrían discutido los detalles de la producción de la Película Oficial de la vida del famosísimo personaje.

• Más allá de su decisión de presuntamente romper el gran pacto de silencio, la Omerta, que ha permitido funcionar por muchas décadas la relación entre crimen y poder en México, y si realmente fue capturado debido a ese encuentro, el hecho de fondo es que, al intentar entrar al mundo de Hollywood, El Chapo finalmente fue víctima de su propia leyenda. La celebridad mediática por encima del negocio e, incluso, su propia libertad.

Aunque, como ocurre con los grandes cantantes y actores que se retiran, con el presunto final de su vida pública –en este acaso su nuevo encarcelamiento–, parece natural suponer que la fama y leyenda del Chapo Guzmán seguirán creciendo.

Siendo un gran personaje mediático al menos desde hace más de 22 años, el más elemental sentido común indica que El Chapo difícilmente pudo haber sido, en su casi permanente estado de fuga, el gran empresario capaz de encabezar un imperio comercial internacional basado en un negocio ilícito de enorme complejidad logística y brutal competencia. Además, nadie puede suponer que con su arresto la droga dejará de llegar a las calles de Nueva York, Miami, Los Ángeles o Ciudad de México.

El proceso de su extradición hacia una prisión federal de máxima seguridad en Illinois, Denver, u algún otro lugar, aunque muy probablemente tomará más de un año, asegura que la presencia mediática a este personaje seguirá siendo muy alta. Y probablemente garantiza que esas 7 horas que paso con Sean Penn y Del Castillo, puedan transformase en esa superproducción cinematográfica que el capo planeaba. Eso sí, parece difícil suponer que El Chapo podrá acudir a la función de estreno.

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