De alguna manera perdida en el torrente de noticias falsas, desplantes histriónicos y francas payasadas que se perfilan como el estilo personal de gobernar del nuevo Presidente de Estados Unidos, volvió a salir a la luz un hecho aún más serio y peligroso que la ola xenófoba que alienta el señor Trump, o incluso el riesgo de guerra nuclear que su errático liderazgo favorece. Se trata simplemente del cambio climático que mes con mes, año con año registra un crecimiento en la temperatura promedio de buena parte de nuestro planeta.
Si en los tiempos de Obama, el calentamiento global era visto en la ONU como una gravísima amenaza para la sobrevivencia de la raza humana y la gran mayoría de la naturaleza viva, hoy que desde la Casa Blanca se promueve la negación de la realidad como estrategia de comunicación, el modelo económico de la depredación tiene el viento a su favor.
Dos de las tres principales anomalías de temperatura del mundo han ocurrido durante los últimos dos años. 2016 fue el más cálido en el registro, 1,12 grados Celsius más caliente que la temperatura media de enero, seguido por 2007 a 0.96 grados Celsius por encima del promedio.
Y aunque su presidente niega incluso que el cambio climático sea real, la principal autoridad en este tema es el propio gobierno de Estados Unidos, la NASA realiza un informe mensual a partir de datos obtenidos de aproximadamente 6,300 estaciones meteorológicas de todo el mundo, instrumentos basados en buques y boyas que miden la temperatura de la superficie del mar y estaciones de investigación antárticas.
El registro de temperatura mundial moderno comienza alrededor de 1880 porque las observaciones anteriores no cubrieron suficiente porción del planeta.
