La mente masculina es racional y ordenada, mientras que la femenina es complicada y hormonal.
Según un nuevo estudio publicado en Science, es un estereotipo que ha sesgado décadas de investigación hacia el uso casi exclusivamente de ratones machos y otros animales de laboratorio.
Típicamente los científicos evitan animales hembras cuando llevan a cabo experimentos de medicamentos, incluso cuando es más probable que las condiciones del estudio afecten a las mujeres, con el argumento de que la fluctuación de hormonas provocará que sea imposible interpretar los resultados.
Sin embargo, Rebeca Shansky, una neurocientífica de la Northeastern University, en Boston, EUA, señala que es completamente injustificado ya que si algo ha demostrado la evidencia científica, es que las hormonas y el comportamiento de los roedores macho son menos estables que los de las hembras.
Shansky hace un llamado a que los requisitos para las investigaciones sean más estrictos para incluir animales de ambos sexos. El no hacerlo ha llevado al desarrollo de medicamentos que no funcionan tan bien en mujeres.
“A la gente le gusta pensar que está siendo objetiva y no influida por los estereotipos, pero hay algunos sesgos inconscientes que se han aplicado a la forma en que pensamos sobre el uso de animales hembra como sujetos de investigación que los científicos deberían analizar“, dijo.
El sesgo masculino se observa en todos los campos de la investigación preclínica, pero una de las áreas más severas es la neurociencia, en la cual los animales machos superan a las hembras en casi seis a uno. Y considerar el cerebro a través de una “lente masculina” ha tenido implicaciones para la salud pública, según el artículo de Shansky.
En un ejemplo reciente, la droga para dormir Ambien, que se había probado en animales machos y luego en hombres en ensayos clínicos, demostró más tarde ser mucho más potente en mujeres porque se metabolizó más lentamente en el cuerpo femenino. En todos los fármacos, las mujeres tendían a sufrir más efectos secundarios adversos y sobredosis.
Otro ejemplo es la depresión y el trastorno de estrés postraumático, que son trastornos dos veces más frecuentes en mujeres, pero las pruebas diseñadas para imitar sus síntomas en roedores suelen desarrollarse y validarse en los machos.
El trabajo de Shansky muestra que los roedores machos y hembras pueden comportarse de manera diferente en tales experimentos, lo que podría proporcionar nuevos conocimientos sobre estas condiciones.
Investigaciones recientes desafiaron el razonamiento detrás del uso casi exclusivamente de animales machos, con un análisis de casi 300 estudios en neurociencia que revelaron que los datos recopilados de ratones hembras no eran más variables que los machos; de hecho, para algunas medidas, sucedió lo contrario.
Los roedores hembras tienen un ciclo reproductivo de cuatro a cinco días, durante el cual las hormonas sexuales, estrógeno y la progesterona, aumentan aproximadamente cuatro veces. Sin embargo, los ratones machos alojados juntos establecen una jerarquía de dominación en la que los niveles de testosterona circulantes en los machos dominantes son, en promedio, cinco veces más altos que los subordinados.
Fuente: The Guardian