Un caracol que vive cerca de las fuentes, o fumarolas, hidrotermales del fondo oceánico al este de Madagascar se ha convertido en el primer animal de las profundidades marinas al que se le ha declarado en peligro, ya que, donde viven hay metales y minerales valiosos que hacen que tenga interés económico.
Durante muchos años, las compañías mineras han estado buscando la forma de extraer los minerales y metales valiosos que se forman cerca de las fuentes hidrotermales. Cuando se mezcla con la fría agua marina, el agua caliente de una fumarola, cargada de minerales, deposita en el fondo del mar materiales, manganeso, por ejemplo, o cobre. Antes se consideraba que recoger esos depósitos era demasiado difícil y demasiado caro. Pero los avances técnicos hacen que ahora resulte viable económicamente.
La explotación minera propiamente dicha no puede empezar a realizarse en aguas internacionales mientras la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), un organismo de las Naciones Unidas encargado de regular la minería en el lecho del mar, no acabe un código de conducta, lo que espera hacer en 2020.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) ha añadido el gasterópodo de pie escamoso (Chrysomallon squamiferum) a su Lista Roja de las especies en peligro mientras las compañías corren a solicitar licencias de prospecciones mineras.
El gasterópodo de pie escamoso se encuentra solo en tres fuentes hidrotermales del océano Índico, que ocupan un área total parecida a la de dos campos de fútbol, dice Julia Sigwart, bióloga de aguas profundas de la Universidad de la Reina, en Belfast.
“Es un paso importante para que los responsables públicos estén atentos a los posibles daños que la minería en mares profundos puede causar en la biodiversidad“, dice Lisa Levin, bióloga de la Institución Scripps de Oceanografía, en La Jolla, California.
Además del gasterópodo de pie escamoso, los investigadores están evaluando al menos otras catorce especies que viven en fuentes hidrotermales para su posible inclusión en la Lista Roja este mismo año.
“Estas son zonas frágiles, amenazadas, y no es que los investigadores podamos poner en marcha un programa de crianza de los seres que viven en las fuentes del fondo del océano“, dice Sigwart. “Solo podemos intentar proteger lo que hay allí“.
Fuente: Investigación y Ciencia