Es verdad que cada cabeza es un mundo, pero tratándose de política, algunos de los mundos se sitúan en un universo paralelo o en una galaxia lejana.
Mientras la mayoría de los ciudadanos perciben, y los medios retratan un país en crisis, con 182 mil muertos por la pandemia de Covid-19, casi 6 millones de personas contagiadas, 6 millones de empleos perdidos, 7 trillones de dólares sumados a las deuda externa del país, y la violencia racial exacerbada en las calles, aunque usted no lo crea, aún así, hay lugar para algunos optimistas que ven una realidad inventada en la que el país está en el mejor momento de su historia.
Los datos duros confirman lo que los ciudadanos han atestiguado, y los demócratas han utilizado esta realidad para formular una propuesta, un plan de acción para mostrar al electorado, que les permita recuperar el bienestar que la nación tenía antes de la llegada de Donald Trump, y acuñar el slogan “Estamos en una batalla para recuperar el alma Estados Unidos”.
De acuerdo con una encuesta realizada por el periódico The Washington Post y la cadena de noticias ABC, el día de arranque de las convenciones Joe Biden y Kamala Harris tenían una ventaja de dos dígitos sobre el actual presidente Estados Unidos, cuya popularidad seguía disminuyendo rápidamente debido al pésimo manejo el epidemia de Covid-19.
La formula Biden-Harris lideraba los resultados con un 54 por ciento, sobre el actual binomio en La Casa Blanca, Trump-Pence que registraba –en ese momento- un 43 por ciento de aprobación.
Y mientras el presidente se esforzaba por debilitar la efectividad del Servicio Postal, boicoteándolo con recortes de presupuesto, para que no pudiera realizar su trabajo de recolectar todos los votos de los ciudadanos y así poder refutar el resultado de la elección si no le favorece; los demócratas comenzaron su Convención reconociendo la gravedad de la situación general y haciendo propuestas claras, puntualizando en cuál es su estrategia para solucionar lo que mucho s estadounidenses -independientemente de sus filias políticas- considera un caos reinante en toda la nación.
En la primera Convención Demócrata virtual -debido a la pandemia-, los miembros del partido nominaron a Joe Biden y Kamala Harris como los candidatos a la presidencia y vicepresidencia del país, con la participación de importantes figuras como el senador por Vermont, Bernie Sanders; el exgobernador de Ohio, John Casich; John F. Kerry, exsecretario de Estado y candidato presidencial demócrata en 2004; la exprimera dama Michelle Obama; la excandidata presidencial y senadora por Massachusetts, Elizabeth Warren; el expresidente Barack Obama, el expresidente Bill Clinton y la primera excandidata a la presidencia Hillary Clinton; en la que coincidieron en que Biden es el candidato de la unidad, y que valora la riqueza de la diversidad y será el líder que necesita el país para recuperar el respeto a nivel mundial.
Uno de los discursos más celebrados fue el de Michelle Obama, quien dijo directa y llanamente que Trump es el presidente erróneo para el país. “Ha tenido suficiente tiempo –afirmó-, para probar que puede hacer el trabajo, pero claramente lo rebasa. No puede afrontar este momento. Simplemente no puede ser quien nosotros necesitamos que sea”.
Y retomó para enfatizar su descripción de Trump, la frase que él mismo el usó al referirse a la pandemia que se extiende a lo largo y ancho de la Unión Americana, sin que durante casi medio año él reconociera la gravedad de la situación: “es lo que es”.
Dejo claro que considera que un segundo mandato del actual presidente es una amenaza para el país: “si ustedes no creen posible que las cosas puedan estar peor, créanme, lo pueden estar, y lo estrarán si nosotros no hacemos un cambio en la elección… si tenemos alguna esperanza de terminar con este caos, tenemos que votar por Biden como si nuestras vidas dependieran de ello”.
Bill Clinton sentenció en su turno al micrófono, “si ustedes quieren un presidente quien define su trabajo como pasar horas durante el día viendo television y golpeando gente a través de las redes sociales, él (Trump) es su hombre”.
“Negar, distraer y degradar funciona muy bien si estás tratando de entretener o de incendiar. Pero en una crisis real, se derrumba como un castillo de naipes”, aseveró.
Durante su participación Hillary conminó al electorado a no confiarse, a salir a votar y a no cometer el mismo error en la vez anterior. Y poniendo el dedo en la llaga, le recordó a Trump que él no ganó el voto popular, sino que la gente la eligió a ella, sin embargo por las reglas del juego electoral, se le dió el triunfo al candidato republicano.
“Joe and Kamala –advirtió la exprimera dama y exsecretaria de Estado-, recuerden que aún con tres millones de votos de ventaja a su favor, pueden resultar vencidos en las elecciones.
Cuando llegó su turno de participar en la Convención Demócrata John F. Kerry expresó su opinión de que el presidente siempre “mete la pata” en sus viajes al extranjero. “Rompe con nuestros aliados y escribe cartas de amor a dictadores. Estados Unidos merece un presidente que sea admirado, no del que se rían”.
Obama por su parte, fué tajante en su afirmación de que la democracia del país está en riesgo. Donald Trump “no tiene interés en usar el enorme poder que posee para cuidar la democracia que se puso en sus manos a resguardo”, pareciera –agregó- “que no tiene otro interés que usar la presidencia como un reality show, con el único fin de tener la atención que anhela” y usa el poder para su propio beneficio y el de sus amigos.
Al aceptar la candidatura a la presidencia por su partido, Joe Biden habló de los tiempos de obscuridad que se han vivido en el país por tanto tiempo. “Demasiado enojo, mucho miedo y mucha division”, es tiempo de que remontemos estos sentimientos.
Biden fue claro en sus propuestas, de ser elegido será un mandatario aliado de la luz, no de la obscuridad, que buscará sacar a flote lo mejor y no lo peor de la gente, para que sus compatriotas elijan, la esperanza sobre el miedo, hechos sobre ficción, justicia sobre los privilegios, y concretó su plan de acción para lograr detener el caos que impera en la nación.
“Estamos en un momento de gran peligro pero también de extraordinarias posibilidades”, aseveró Biden, podemos elegir el camino de tornarnos más enojados, menos esperanzados, estar más divididos… o elegir el camino de juntos sanar, reformar, unirnos, podemos elegir una senda de esperanza y de luz. Esta elección va a decidir quienes somos y quienes queremos ser”.
Por su parte, Donald Trump también dejó claro, durante la Convención Republicana en que acepto la candidatura por cuatro años más a la presidencia Estados Unidos, que no tiene nada nuevo que ofrecer, y volvió recurrir a usar la carta del miedo.
Fiel a sí mismo, como lo ha hecho desde el inicio de la pandemia, ignoró los riesgos de contagio del virus, armando un espectacular tinglado en la Casa Blanca, para ser escuchado y sobretodo aplaudido en vivo y en directo por los 1500 invitados que se aglomeraron en las sillas alineadas sin la distancia requerida para evitar peligros de contagio y las personas que usaban cubrebocas eran una rara excepción.
A falta de propuestas concretas, se dedicó a atacar a Biden, mencionándolo 41 veces en su discurso, tratando de atribuirle el caos reinante durante su administración y calificando la fórmula electoral de los demócratas a la presidencia y en general a todos los miembros y simpatizantes ese partido, como socialistas y radicales de izquierda que quieren destruir la nación.
A diferencia de la Convención Demócrata, en la que participaron personalidades de la talla de expresidentes y exsecretarios de Estado, entre otros, en la Convención Republicana hubo pocas figuras notables, entre ellos el Secretario de Estado Mike Pompeo; y Rudolph Giuliani, abogado personal de Trump, la mayor parte de los espacios fueron ocupados por todos sus hijos, menos el menor. ¡Vamos! Hasta la novia del hijo mayor participó sin que se justificara la razón de su presencia en el acto partidista, desde luego pintando al presidente como un guerrero incansable que lucha por defender la ley y el órden y que pone especial interés en las mujeres.
Ivanka –la única hija que funge como asesora-, trató de proyectar la imagen de un hombre que en privado es tierno y con capacidad de empatía, pretendió dibujarlo como el outsider que ya no es, “mi padre no es un político” –afirmó-, desde luego, después de cuatro años en el poder, ya no puede jugar esa carta.
En un claro esfuerzo de reescribir la historia, la hija preferida Trump elogió a su padre por lo que llamó “la rápida respuesta para enfrentar la pandemia”, -haciendo caso omiso de las multiples críticas que el presidente ha recibido por no considerar seriedad de la acción del virus en el país que pretende gobernar por cuatro años más-, que ha cobrado cientos de miles de vidas, y ha puesto en riesgo decenas de miles más, por lo que gran parte de la población considera que el presidente es responsable de la crisis de salud que los acosa, debido a la negligencia con que ha actuado la presente administración.
Durante un discurso de aceptación de la candidatura, el cuál duró 70 minutos, Trump hizo un recuento de lo que considera sus logros, no de su gobierno, sino propios, no hay que olvidar que en su campaña de hace cuatro años afirmó que el solo podía resolver los problemas que agobiaban, según su personal perspectiva, al país.
Dentro de lo que presentó como sus logros, pretendió dibujar un escenario ideal de la situación de la nación, que la realidad desmiente. Se vanaglorió de que el país esta mejor que nunca y se autoproclamó el presidente que ha hecho más por Estados Unidos en toda su historia.
En el colmo de la positividad tóxica, afirmó que su respuesta a la pandemia fue muy rápida y que cerró las fronteras del país muy a tiempo. Incluso presumió, sin citar fuentes fidedignas la falsedad te que ya existen tres vacunas en contra del Covid-19 en la Union Americana, en su fase final y casi listas para comenzar a distribuirse entre la población entera en pocos meses.
Presentó a sus bases un escenario apocalíptico, realmente catastrófico, en caso de que Biden-Harris resulten triunfadores en las elecciones, los tildó de socialistas, radicales de izquierda, comunistas que pretenden demoler el sagrado derecho a defenderse en caso de ser agredidos.
Nuevamente, utilizó el miedo como principal arma, el miedo que le resultó tan efectivo hace casi cuatro años. Entre los ataques que lanzó encontra el candidato demócrata, pretendió endosarle el caos reinante por el manejo tan pobre de los conflictos interraciales, que han llevado a grandes sectores de la población a manifestarse multitudinariamente, exigiendo justicia por las muertes de afromericanos en manos de la policía, y dando forma al movimiento Black lives matter.
Se le olvida al presidente, que este caos que condena no es responsabilidad de los demócratas, sino que esta sucediendo durante su mandato, puntualizan numerosos analistas politicos, incrédulos ante la audacia de querer endosarle la factura a su adversario.
Incapaz de reconocer que económicamente el país esta al borde de una recesión, en un grado tal que los especialistas en economía la equiparan con la crisis de 1930 y algunos pronostican que el panorama será peor, el candidato republicano afirmó para sus bases, y el numeroso público que asistió al cierre de la convención a celebrarle lo que quisiera decir, que la economía de Estados Unidos no podría estar mejor. Lo mismo en el tema de la pérdida de empleos, desde su personal óptica de la realidad, Trump presumió como otro logro la creación de cientos de miles de trabajos para todos.
Así el panorama, ahora se espera el tiempo de los debates. Bajo la premisa de que la suma de la diversidad enriquece, Biden se ha erigido como un candidato fuerte, sin embargo, no se puede subestimar a Trump, ya lo logró en una ocasión y con su boicot al servicio de correos lo esta demostrando una vez más, va a hacer todo lo que esté a su alcance por permanecer al frente del país, y dejó claro que serían cuatro años más de lo mismo.
Es notorio y digno de analizar que en ambas agendas, aún en la más incluyente, los latinos parecen ser los grandes ausentes.