Un suspiro de nevada, el mismo viento helado que desde 1789 golpea la capital del país cada 20 de enero, sobre todo cada inauguración presidencial, como la de este miércoles. De fondo, el domo del capitolio es el escenario de un viejo ritual renovado por el shock de dos semanas atrás, cuando con una turba golpista, el aprendiz de tirano intentó aferrarse al poder.
Justo por ello este miércoles es importante. Una pequeña multitud cuidadosamente distribuida y vigilada por más de 20 mil militares en un virtual estado de sitio. Todos usan cubrebocas, el gesto universal de rechazo la pandemia.
Frágil como la propia democracia, Joe Biden hace su arribo a la ceremonia con paso titubeante a través de los múltiples escalones de un congreso que ha sido su casa desde hace casi medio siglo, cuando entró inside the Beltway como representante por pequeño estado de Delaware.
Ahora jura como presidente 46 de Estados Unidos, la aún gran potencia de nuestro tiempo.
Democracia sin unidad
La escenografía es perfecta para estos tiempos de emociones encontradas. Washington D.C. con todos sus monumentos. A la distancia, Abraham Lincoln, espejo de agua, obelisco que honra a George Washington, y un par de cuatro cientos de mil banderas, el tributo a igual de muertes causadas por la pandemia.
Lady Gaga canta el himno nacional, Jennifer López y Garth Brooks animan la ceremonia, Tom Hanks conducirá el show televisivo en el que estrellas de la cultura popular global –Bruce Springsteen, featuring, Justin Timberlake, Demi Lovato, Jon Bon Jovi, Ant Clemon y otros–, darán la bienvenida al nuevo presidente.
Ejemplo perfecto del estado de una nación joven, menos de 250 años de edad, Kamala Harris, de 56 años, es la primera mujer, la primera afro-asiática-americana, toma juramento como primera vicepresidenta ante Sonia Sotomayor, la primera hispana en haber llegado a la Suprema Corte.
11:48 a.m. es el momento exacto en que Biden jura como presidente. Dos minutos después habla durante 25 minutos.
A day of history of hope
“La democracia es frágil. La democracia prevaleció”.
En su primer discurso como presidente no hubo sorpresas. El verdadero mensaje está en la ceremonia misma, la fortaleza de un sistema democrático que es capaz de mirar al diablo de frente: “el terrorismo domestico”.
Justo por ello el llamado a la unidad nacional. “Se que las fuerzas que nos dividen no son nuevas”. Racismo, discriminación han estado siempre presentes. Las confrontaremos con dignidad y respeto, habrá prosperidad, justicia; todo, en función a la unidad nacional.
“Sin unidad no hay paz, solamente amargura y furia”.
Los referentes esperados de un experimentado representante del establishment demócrata: Martin Luther King, la lucha por el voto femenino y diversos gestos hacia su ex jefe, Barack Hussein Obama.
“Seré presidente para todos los americanos. Luchare por igual por quienes no votaron por mi que por quienes sí votaron por mi”, dice, aunque de inmediato hace la referencia más clara al ausente, la necesidad de “defender la verdad y derrotar a las mentiras”.
Además de reiterar la necesidad de reparar alianzas y confrontar grandes desafíos ambientales, de justicia y equidad, el presidente de más edad en la historia de este país, 78 años, comienza un mandato que deberá concluir en 2024. Mucho tiempo en la vida de las personas; un suspiro en la historia de una nación.