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A 500 años de La Noche Triste

 

Antes de la medianoche del 30 de junio de 1520, entre la neblina y la llovizna, los españoles intentaron salir en silencio, estaban a punto de llegar a la orilla del lago cuando fueron descubiertos por los Mexicas. Esa noche Cortés sufrió una gran derrota que retrasó por meses la conquista.

El 30 de junio de 1520, Hernán Cortés sufrió una gran derrota a manos de los Mexicas: Antes de la medianoche, entre la neblina y la llovizna, los españoles intentaron salir en silencio, estaban a punto de llegar a la orilla del lago cuando fueron descubiertos por los Mexicas. Esa noche Cortés sufrió una gran derrota que retrasó por meses la conquista.

Los españoles llevaban varios días cercados en el palacio de Axayácatl y ya casi no tenían alimentos, por lo que Cortés decidió huir hacia Tlacopan, a la media noche y con el menor sigilo, sin embargo, fueron descubiertos y fueron rodeados por miles de guerreros Mexicas que los atacaron desde canoas, desde la retaguardia, y algunos más desde azoteas. Hombres y caballos morían acribillados otros ahogados en el lago; El saldo fue cuantioso: además de los españoles, murieron cientos de sus aliados tlaxcaltecas.

Antecedentes
8 de agosto de 1519, Hernán Cortés partió rumbo a México-Tenochtitlan desde Zempoala, población indígena cercana a la Villa Rica de la Vera Cruz, recién fundada por él. Aunque las fuentes difieren, serían unos 300 soldados, 150 indígenas cubanos como sirvientes y aproximadamente 800 cempoaltecas. Después de pasar por Coatepec, Jalapa, Altotonga, Teziutlán, Tlaxcala y Cholula, entre muchos otros pueblos, llegaron a Amecameca y Chalco, a la orilla del lago de Xochimilco.

Después de recorrer unos 400 kilómetros, el 7 de noviembre llegaron a Iztapalapa, ciudad de entre doce y quince mil habitantes que estaba a unos once kilómetros de la capital dei imperio. Cuitláhuac, señor de Iztapalapa, y hermano de Moctezuma, recibió a los españoles junto al Cerro de la Estrella y les dio alojamiento.

La de Iztapalapa era una calzada bien trazada y tan ancha que en ella cabían entre ocho y diez caballos alineados, según el propio Cortés. Estaba formada por una especie de dique formado por pilotes que contenían el relleno de la calzada.

La mañana del martes 8 de noviembre de 1519, Cortés ordenó a sus soldados marchar rumbo a Tenochtitlan. A medida que se internaban en el lago de Xochimilco por la calzada, los españoles admiraban las construcciones de las ciudades ribereñas, como Mexicaltzingo, Culhuacán y Huitzilopochco. Al seguir su camino, se detuvieron en un lugar llamado Xolotl, donde se unía a una calzada que venía de Coyoacán. Cada cierta distancia en algunos tramos se cortaba la calzada para permitir el paso de las canoas. Para cruzar estos cortes se utilizaban puentes hechos de troncos.

Continuaron su camino hacia el norte, y aproximadamente a dos kilómetros de la entrada principal de la ciudad donde acababa la calzada había un corte muy ancho, el cual permitía pasar las aguas de la acequia de Xolotl. Durante la Colonia, a la acequia y al puente se les conocía como de San Antón porque contiguo a ellos se construyó el Convento de San Antonio Abad. Hoy, por el trazo de la acequia está la calle de Chimalpopoca.

Antes de ser recibido por Moctezuma, un grupo de señores mexicanos salió a darles la bienvenido. Según Cortés, después una hora, entraron juntos a Tenochtitlan.

Un poco más adelante, en un lugar conocido como Huitzilan –en lo que hoy son las esquinas de las calles República de El Salvador y Pino Suárez, a unos pasos del Hospital de Jesús, fundado precisamente por el español–, Moctezuma Xocoyotzin se encontró con Cortés.

El tlatoani llegó acompañado por los señores de Texcoco, Tlacopan, Tlatelolco e Iztapalapa. Por su parte, Cortés bajó de su caballo y lo saludó con respeto. Después se dirigieron al palacio de Axayacatl, padre de Moctezuma; ahí éste lo alojó en una habitación muy amplia y le pidió que esperara mientras acomodaban a sus hombres, incluidos los tlaxcaltecas.

Después de instalarse, salieron a conocer la ciudad. Subieron a lo alto del Templo Mayor y desde ahí observaron asombrados la ciudad lacustre, pero lo que más llamó la atención fue el mercado de Tlatelolco.

Días después, aunque Moctezuma los trataba bien, los españoles empezaban a sospechar que el emperador azteca los iba a atacar. Según Jerónimo de Aguilar, Diego de Ordás creyó oportuno tomar a Moctezuma como rehén.

En esas estaban cuando sus aliados tlaxcaltecas le informaron que Juan Escalante y seis españoles más que había dejado en la Villa Rica habían sido asesinados por Qualpopoca, representante de Moctezuma en Nauhtla, población 80 kilómetros al norte de Veracruz.

Qualpopoca cobraba el impuesto semestral a las poblaciones cercanas a Zempoala, las cuales esta vez se negaron a pagar argumentando que Malinche –como llamaban a Cortés– lo prohibía. Escalante con sus aliados fue a retar a Qualpopoca y a exigirle oro. Cerca de Nauhtla se enfrentaron y los castellanos fueron derrotados.

Con este pretexto, Cortés decidió apresar a Moctezuma. El 14 de noviembre le pidió que los recibiera en su palacio, en el extremo opuesto de la plaza, frente al Templo Mayor. Con él iban Pedro de Alvarado, Gonzalo de Sandoval, Juan Velázquez de León y más treinta hombres armados. Marina y Jerónimo de Aguilar iban como intérpretes.

Después de algunos momentos en los que incluso bromeó mientras recibía los regalos que Moctezuma le ofreció, Cortés le reclamó que hubiera mandado matar a sus hombres en la Villa Rica pero que lo perdonaría si los acompañaba al palacio de Axayacatl, y que si no lo hacía sus acompañantes se enojarían.

Moctezuma contestó que él no era una persona para esta presa y que no había mandado un ataque en la costa. Ordenó a uno de sus súbditos a que salieran a la costa a averiguar qué había pasado. Cortés le dijo que tres de sus hombres irían con sus emisarios.

Juan Velázquez de León le dio a escoger ir con ellos o morir en ese momento. Moctezuma ofreció a su hijo y a sus dos hijas como rehenes para evitar la afrenta de que sus consejeros lo vieran salir preso. Cortés insistió en que tendría que permanecer con ellos hasta saber qué había sucedido en Nauhtla. Finalmente, Moctezuma aceptó acompañarlos.

A sus familiares, guardias y consejeros les dijo que había hablado con Huitzilopochtli quien le dijo que sería para su salud vivir un tiempo con los extranjeros. Cruzó la plaza en una litera llevado por sus nobles. De esta manera Moctezuma se convirtió en prisionero de los españoles.

A principios de abril de 1520, Cortés recibió la noticia de que Pánfilo de Narváez había llegado a la Villa Rica de la Vera Cruz enviado por Diego de Velázquez para apresarlo y llevarlo a Cuba. En los primeros días de mayo, al frente de un grupo de sus hombres, Cortés partió a Veracruz para enfrentarlo. Pedro de Alvarado con casi 200 soldados se quedó a cargo de Tenochtitlan.

A mediados de mayo se celebraba la fiesta de tóxcatl, en la que se honraba a Tezcatlipoca en el Templo Mayor. En la celebración participaban numerosos danzantes que eran observados por mucha gente. Tras cerrar las entradas a la plaza, Alvarado al frente de un grupo de soldados empezó a masacrar a los danzantes y después a los espectadores. Mientras, en el palacio de Axayacatl, los guardianes de Moctezuma asesinaron a los señores que atendían al emperador, entre ellos a Cacama, señor de Texcoco.

Los mexicas, aunque sin un líder, atacaron a los españoles, quienes se atrincheraron en el Palacio de Axayacatl, donde hoy está el edificio del Monte de Piedad.

Enterado de los asesinatos de Alvarado y de su situación, la mañana del 24 de junio, día de San Juan, Cortés entró en la ciudad cabalgando por la calzada de Tlacopan. La ciudad estaba desierta pero muy pronto reiniciaron los ataques, sin embargo al llegar la noche los suspendieron.

Alvarado justificó los asesinatos en el Templo Mayor afirmando que intentaban rescatar a Moctezuma y quitar la imagen de la virgen por Huitzilopochtli. El capitán general lo reprendió diciéndole “que era muy mal hecho, gran desatino y poca verdad”.

Atemorizado, Cortés pidió a Moctezuma que saliera a calmar a sus súbditos, aunque éste se negó, fray Bartolomé de Olmedo y Cristóbal de Olid lo convencieron.

Al salir, lo escucharon en silencio, pero poco después empezaron a insultarlo y a lanzarle piedras. Según Bernal Díaz del Castillo, recibió tres pedradas: una en la cabeza, otra en una pierna y otra en un brazo, y un flechazo.

Aunque trataron de curarlo, Moctezuma se negó y murió de tres días después, posiblemente el 30 de junio. Según algunas versiones, habría muerto de una fuerte depresión más que por la herida, pero que también habría muerto por la espada, cuchillo o por garrote, 0 ahorcado.

Cortés de inmediato ordenó asesinar a los señores mexicas que quedaban en el palacio, entre veinte y treinta, entre ellos al gobernador de Tlatelolco, Itzquauhtzin. Y decidió que esa misma noche partirían por la calzada de Tlacopan, al oeste de la ciudad. Para cruzar los cortes en la calzada, ordeno construir algunos puentes con las vigas del techo del palacio de Axayacatl.

Antes de la medianoche del 30 de junio de 1520, entre la neblina y la llovizna, los españoles empezaron a salir en silencio. Al frente de la columna iban Cortés, Alonso de Ávila, Cristóbal de Olid y Bernandino Vázquez de Tapia. Doña Marina y las otras mujeres iban custodiadas por trescientos indígenas aliados y treinta españoles. En la retaguardia iban Alvarado y Juan Velázquez de León, la infantería y muchos jinetes.

Colocaron un puente en el primer corte de la calzada, llamado Tepantzinco, en la orilla de la ciudad. Casi todos habían cruzado los cuatro primeros cortes de la calzada y estaban a punto de llegar a la orilla del lago cuando fueron descubiertos. Durante la batalla que se desató, muchos españoles murieron mientras otros al tratar de huir pasaban encima de sus cadáveres que se amontonaban en los cortes de la calzada.

Los que iban delante de la columna pudieron llegar a Popotla, un poblado en tierra firme que estaba antes de llegar a Tlacopan. De los de la retaguardia, la mayor parte murió a manos de los Mexicas.

La leyenda cuenta que los que lograron llegar a Popotla, entre ellos Cortés, se detuvieron a descansar brevemente junto a un ahuehuete, que se conoce como Árbol de la Noche Triste.

Sin embargo, Bernal Díaz del Castillo no menciona a Popotla, y algunos historiadores apenas lo nombran, pero no el supuesto llanto de Cortés ni de sus compañeros.

El historiador inglés Hugh Thomas, en La conquista de México, dice que “pese a estos asaltos, tanto la vanguardia castellana como Cortés y sus compañeros de la segunda sección de la retirada lograron llegar a una aldea llamada Popotla, en tierra firme, justo antes de Tacuba” y que ahí Cortés dejó a unos soldados, a Marina, María Luisa, fray olmedo y Fray Díaz bajo el mando de Juan Jaramillo e intentó regresar en auxilio de sus compañeros.

Al regresar Cortés, se dirigieron a Tlaxcala vía el cerro del Tepeyac, donde se refugiaron, pero al pasar por Otumba fueron atacados por un ejército que casi los vence, sin embargo, al capturar al jefe indígena evitaron la derrota.

En Tlaxcala se reagruparon, y meses después iniciaron la conquista de México-Tenochtitlan.

 

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