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A los niños en su día, que deberían ser uno y mil

Cuando éramos niños los viejos tenían como treinta un charco era un océano la muerte lisa y llana no existía.

Decía el poeta Mario Benedetti:

Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.

En este Día del Niño celebremos a esas vidas que comienzan, que nos enseñan a través de sus preguntas y su curiosidad, que nos ayudan a recuperar aquel tiempo que muchas veces ya hemos olvidado, los niños nos invitan a disfrutar de las cosas importantes de la vida, que son a final de cuentas las más sencillas, y su compañia es nuestro pase para volver a subirnos a los caballitos del carrusel, sentarnos en una banca a contemplar placidamente las olas del mar, nos permite jugar libremente con los colores y arriesgarnos a hacer un dibujo sin temor a ser juzgados, a entretenernos haciendo pulseras de cuentas coloridas o a tomar una pelota y jugar futbol, a brincar la cuerda, o a jugar avión.  Celebremos con ellos su niñez y de paso la nuestra.

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