A rio revuelto
En un mundo convulso, quiénes serán los mejores pescadores
Cuando las aguas turbias, aunque sea un chorrito, se mezclan con las de manantial, el cochinero es total. Cuando la ignorancia y la desinformación van de la mano, la confusión predomina. Este tipo de escenarios entran perfectamente en lo que los antiguos chinos llamaban “tiempos interesantes”. Los nuestros, pues.
Además de lamentarnos y llorar por aquellos “tiempos pasados” en que, por la magia de la memoria selectiva, nos creemos que “siempre fueron mejores”, el hecho es que seguimos a la mitad de la tormenta. A pesar del milagro de las vacunas, el despegue del 2021 no deja ver un horizonte despejado.
En teoría sabemos —o suponemos— que en algún lugar de este escenario turbulento se esconde(n) alguna(s) oportunidad(es). Como en todos los cambios de era, la definición de nuevos paradigmas suele venir acompañada de mucho ruido, más que suficientes fake-news y las teorías apocalípticas de siempre.
¿Estamos ante otra crisis como la del 29? ¿Soplan vientos de polarización extrema en tierras americanas? ¿Una nueva guerra civil? ¿El caos ecológico es ya irreversible? ¿Ha muerto la globalización?
Entender nuestro entorno pocas veces ha sido más complicado. Los grandes mercados financieros, en donde el valor de los gigantes tecnológicos es tan grande como el de los titanes de la energía que viene del carbón. Imagen perfecta de nuestro momento, el hecho que juntos estos dos sectores de la economía mundial representen un tercio de la riqueza del planeta es en sí mismo un dato muy difícil de descifrar.
A partir del clásico, “si no entiendes hacia dónde van las cosas, probablemente vas en buen camino”, parece claro que este no es un gran momento para las predicciones. “Menos sí son sobre el futuro”, diría el otro.
