Fabiola Méndez / Emmanuel Medina
- El rap feminista ha abierto espacios que el patriarcado le había cerrado a las mujeres y se ha convertido en una vía para denunciar violencias y crear conciencia de género, señala Nelly Lara, de la FCPyS de la UNAM
El rap ha crecido en el país y con la apertura de espacios para las mujeres, ellas han ganado terreno en dicho género; sin embargo, el rapeo feminista no es nuevo: desde el surgimiento de la cultura hip hop en el Bronx de Nueva York, a inicios de los años 70, comparte temporalidad con la tercera ola del feminismo.
A decir de Nelly Lucero Lara Chávez, doctora en Ciencias Políticas y Sociales, tanto el feminismo como la cultura hip hop buscan desarticular desigualdades sociales y, por tanto, desde entonces ha habido raperas que recuperaban en sus rimas los discursos feministas y los utilizaban para denunciar las violencias que padecían.
Con los años, el feminismo ha mantenido ese diálogo constante con la cultura hip hop y hay momentos en los cuales esa complicidad adquiere mayor importancia, como en el año 2000, cuando mujeres de distintas latitudes toman protagonismo y comienzan a rapear. De ese grupo se desprenden nombres como Sister Fa, senegalesa; Rebeca Lane, guatemalteca, o Ana Tijoux, chilena. En México es hasta 2014 que raperas feministas emergen de las periferias del país, como Batallones Femeninos, de Ciudad Juárez, o Mare Advertencia Lirica, de Oaxaca.
“Con un discurso contestario empiezan a tomar conciencia de género a partir de este vínculo con los espacios universitarios”, afirmó la académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM.
En ese contexto, la investigadora explicó que una de las razones por las que esto ha ido en aumento es porque las raperas feministas están reescribiendo la historia. “Ya no se piensan como fuera de las propuestas culturales a causa del patriarcado. Ahora escriben y se presentan como protagonistas de dichas manifestaciones”.
Asimismó, detalló, están creando nuevas pedagogías para transmitir conocimientos y llevando el discurso teórico feminista a espacios donde no había llegado, como a cárceles, fábricas o barrios.
Así, esta fusión entre ritmo y poesía permite que las mujeres tomen la palabra para interpelar el orden jerárquico, hablar desde la experiencia y presentar su posición frente a la realidad actual.
Sus exponentes dan muestran, de forma explícita, de que el hip hop es más humano, más afín al arte y que puede llegar a todo público. “La mayoría de las raperas feministas actuales han cruzado por los espacios universitarios y eso rompe con la lógica que se tenía de que el rap era un movimiento sólo de calle. Muchas de estas expresiones se están convirtiendo en manifiestos, que si bien no son escritos, son rapeados o cantados”, argumentó Lara Chávez.
Así, no puede hablarse sólo de la existencia de una exponente del rap feminista mexicano, sino que hay un conjunto de mujeres, unas más visibles que otras, que hacen uso del discurso feminista para generar este movimiento dentro de la propuesta de la cultura hip hop y, por tanto, hay representantes de este género en todo el país.
“El rap feminista es el regalo que las mujeres, sobre todo las más jóvenes, le hacen al mundo en el marco de la cuarta ola del feminismo global”, finalizó la especialista.
Activista de la rima
Arantxa Cruz es estudiante de Antropología en la UNAM y encontró en el rap una herramienta para superar la violencia psicológica que vivió en casa cuando era adolescente. “Para mí es un refugio, es una comunidad. En mi experiencia como mujer de la periferia de un país latinoamericano, es una forma de sanar con más mujeres, de politizarme, de estar al pie de la lucha en el feminismo como morena”, explicó.
A pocas semanas de regresar a clases presenciales en la FCPyS, Arantxa se integró al colectivo Facultad de Ciencias Líricas y Sociales, para continuar su activismo desde la música y la rima, porque a ella los versos de otras raperas la ayudaron a reconocer y nombrar las violencias.
“El rap feminista es para que las mujeres puedan sanar y tener una red de apoyo, pero también para construir otro tipo de saberes”, detalló.
Como Arantxa, son cada vez más raperas las que además de tomar las calles y gritar consignas, transmiten un mensaje rimado. “Puede que una joven viva violencia en su casa y que, al escuchar un rap, ver un mural o escuchar una consigna en una marcha se atreva a nombrar lo que le sucede”, precisó.
El discurso de Arantxa se enriquece en el aula y en las calles y busca que otras violentadas puedan sanar con música. “Queremos que todo lo que queremos expulsar organizadamente como estudiantes se haga a través del arte y de la resistencia, a través del hip hop y del rap”.
El pseudónimo de Arantxa es Agua y Viento y su canción, Cascada, está disponible en YouTube, pero ya trabaja en otros temas y espera que pronto puedan ser escuchados por más personas. “Mis canciones se las dedico a las mujeres, deseo construir una comunidad en colectivo porque considero que la salida ante esta crisis no será individual, sino codo a codo. Les quiero mostrar que debemos seguir creando y transformando el dolor, las frustraciones, la tristeza y la depresión, no en soledad sino en algo sanador”, finalizó.