Por Jorge M. González
Nunca dejo de pensar en Armando Reverón (1889-1954), el más extraordinario pintor venezolano, exponente del Pop-art, del Arte conceptual, del Arte povera, del Happening, del assamblage y hasta de la intervención, mucho antes que estos movimientos existieran.
A pesar de su entrenamiento academicista, Reverón y Juanita, esposa y modelo, se retiran en 1920 del mundo citadino para imbuirse del sol caribeño. En Macuto comenzó a construir El Castillete “… con una gran fiesta, un día domingo, … amigos, relacionados y vecinos, el constructor Mr. Keller y sus obreros, empezaron a cavar hoyos … para situar las columnas de araguaney y de vera, … y fijarlas con cemento y piedras. A las 3, un descanso para almorzar … Sancocho de pescado, hallaquitas, … ron, ponche crema, aguardiente de caña, café y chocolates. Y en la noche fuegos artificiales y música, terminando con un paseo de luna”.
El Castillete tomó forma lentamente, integrándose y separándose al mismo tiempo del ambiente aledaño. Se convertiría en representación teatral, en estructura totalmente caribeña. Vivienda Caribe, concebida para vivir afuera más que adentro, maravilla arquitectónica solo posible en Macuto, rodeada del eclecticismo que se apropió de los alrededores. El arquitecto italiano Gio Ponti (1891-1979) en su artículo “Reverón, o la vita allo statu di Sogno” aparecido meses antes de la muerte del pintor, lo consideraría una obra con valores universales.
“El centro del terreno lo ocupaba un espacioso y alto caney cubierto de palmas. Las paredes eran de estacadas de caña y grandes cortinas de cañamazo que servían para tamizar la luz. El piso era de tierra pisada y muy limpio. Sobre las vigas y horcones que sostenían el techo había un cielo raso de mecates y cabuyas cruzados donde guindaban los lienzos. También pendía un trapecio para ejercicios físicos… Colgaban de las vigas pedazos de tul y la luz penetraba por las rendijas…” Luego de la muerte del Armando y Juanita, mucho se luchó para convertir este lugar en espacio de arte, lo cual pudo ser hasta aquel día del siglo pasado conocido como el “Deslave de Vargas.”
Ese santuario, obra de Reverón, dejó de existir, lo destruyó la furia de las aguas. La comunidad logró que algo se hiciera, el régimen lo re-inauguró con bombos y platillos, sin embargo “… lo que pudo ser una réplica digna, no lo es. Se construyeron … jardineras que no existían, un caney … irreal, un techo de … material inadecuado y un arco … que no se corresponde con el original. …” Una amiga, apasionada del artista y vecina del lugar me comenta que sobre los recuerdos se levanta hoy una “infraestructura que inventaron … con visos de lo que fue, pero que evidentemente no lo es. Es un espacio que está ganado al olvido, puertas cerradas, negado al público.” No se recuerda al artista, se realizan “… solo actividades de la robolución …”
Desde 1998 el régimen no solo irrespeta a los Venezolanos, también insulta a sus iconos. ¡Todo lo que ha tocado, lo ha destruido!