Por Constanza Soria
En apariencia Blanca es una chica como muchas otras de 20 años, que estudian, algunas trabajan y viven mirando al futuro, sorteando los retos de su generación, y avanzando felices cuando logran vencer un obstáculo, sin embargo, ella no es como la mayoría de las jóvenes, sus retos son de alguna manera distintos, ella padece anorexia nerviosa, una enfermedad que hasta hace poco, se creía erroneamente, no ae encuentra en las jóvenes Latinas.
Hasta hace algunos años los estudios acerca de anorexia, bulimia y otros trastornos alimenticios no tomaban en cuenta a los y las Latinas, esa es la razón por las que se pensaba que los jóvenes de ese sector poblacional no eran víctimas de estas enfermedades, sin embargo, investigaciones recientes acerca de los cada vez más frecuentes casos de chicas afectadas y en necesidad urgente de un tratamiento médico y psicológico integral han echado por tierra esas falsas creencias.
Los números duros demuestran que el número de jóvenes Latinas que tienen éste tipo de padecimientos que hacen sufrir enormemente a las personas que los padecen han aumentado exponencialmente, y que lleva indefectiblemente a padecer depresión.
¿La razón? Los distintos conceptos de belleza que se manejan en cada cultura y la presión social. A diferencia de los años cuarentas en que el concepto de belleza se inclinaba por una figura curvilinea, en la actualidad la exigencia es ser muy esbelto y de preferencia alto, y si se puede de tez clara mucho mejor.
“Esto nos afecta mucho a las Latinas –explica Blanca- porque por ejemplo yo soy hija de una costarricense y de padre con ascendencia italiana, pero los miembros de ambas familias son… podríamos decir “llenitos”, mis tías de ambos lados son prácticamente redondas y la genética influye mucho y es muy difícil vencer la forma de cuerpo que heredaste de tus ancestros, no importa los sacrificios que hagas, y puedes perder el sentido de la realidad, crees que si te quedas sin comer, o si comes y después encuentras una técnica para desechar rapidamente lo que acabas de comer engañas a tu cuerpo, pero no es así”.
“Lo peor es cuando ya tienes un trastorno psicológico que afecta hasta la forma en que te ves en el espejo, los demás pueden darse cuenta de que no estás bien, pero tú ves tu reflejo en el espejo y te ves simplemente gorda, aunque ya casi no tengas músculos, y te pesen los huesos y a veces hasta te desmayes. Hay muchachas a las que tienen que alimentar con sondas, porque sus vidas corren peligro, y cuando tu ves esas chicas piensas pobrecitas, yo no voy a llegar a ese estado, sin embargo, puedes no te fijas que te falta descender sólo un paso de estar en su lugar”.
Durante varias generaciones los inmigrantes latinos se creían el mito de que la anorexia nerviosa, que los médicos definen como un “trastorno de origen neurótico, que se caracteriza por el rechazo sistemático de alimentos y se observa generalmente en personas jóvenes quienes en ocasiones presentan un adelgazamiento extremo, y en el caso de las mujeres desaparición de la menstruación”, era un problema que no afectaba a las Latinas.
También había la falsa creencia de que la bulimia, que se caracteriza porque quien la padece suele darse grandes atracones comida y después se provoca vómito pensando que de esta manera evita que los nutrientes de los alimentos la pueden llevar a subir de peso, era una enfermedad que sólo afectaba a mujeres de otras etnias.
La presión social es enorme. “comienza desde la escuela –comparte Blanca-, si no eres delgada tus compañeros te molestan, te ponen sobrenombres y el bulling es insoportable, y que decir de las niñas, si no eres esbelta la hostilidad es insufrible, no puedes estar en el equipo de los porristas, participar en los festivales escolares, tu vida se convierte en un infierno desde niña, no te invitan a las fiestas de cumpleaños de tus compañeras, y tampoco van a tu fiesta de cumpleaños cuando las invitas, en el mejor de los casos inventan un pretexto, aunque en muchas ocasiones son muy agresivas y se burlan en público de que no fueron a la celebración porque eres gorda y fea”.
Los psicólogos que se especializan en tratar niñas y adolescentes que parecen desórdenes alimenticios, enfatizan que las Latinas se conflictuan aún más porque las familias tienen un enorme culto por la comida, la dinámica social de los hispanos gira generalmente alrededor de la mesa del comedor, no sólo en las festividades o eventos desafortunados que reúne a las familias y a los amigos, -bodas, bautizos, quince años y defunciones-, sino que en la vida diaria se procura comer siempre alimentos muy elaborados, con sabores intensos que se disfrutan mucho.
Esto las enfrenta a un doble reto, porque es difícil dejar de comer un platillo que aromatiza la casa, y que evoca un gran disfrute –hay que recordar que el olor de la comida nos remite a momentos de nuestras vidas-, y reprimir el impulso vital de nutrir el cuerpo produce frustración, enojo, y un enorme malestar físico que las niñas y jóvenes aprenden a tolerar con tal de tener una figura esbelta.
“Las gorditas somos blanco fácil para el bulling –continúa Blanca-, así que piensas que es preferible pasar hambre y desarrollar técnicas para no comer. Lo peor del caso es cuando encuentras a una amiga que comparte tu misma preocupación y angustia por pertenecer, porque entonces ambas se refuerzan una a la otra en su obsesion por la delgadez y comparten los hallazgos para ponerle trampas al cuerpo y dejar ingerir alimentos, ya sea tomar mucha agua, o tomar pastillas para bajar de peso, o incluso consultar sitios de internet con supuestas recetas para vencer el hambre y mantener la figura que siempre has soñado ”.
La detección del problema parece fácil, pero no lo es, en ocasiones se asume que la delgadez es producto del estrés. Cientos de jóvenes comparten sus historias en los distintos estudios, la literatura destinada a la prevención prolifera, pero también se multiplica la información en internet con consejos y recetas a todas luces absurdas para bajar de peso, y es una guerra sin cuartel de los progenitores de las niñas y jóvenes que padecen estos trastornos, porque se estan enfrentando a una cultura que presiona y exige de todos en general tener una figura que vaya de acuerdo con el estereotipo de los triunfadores, que es ser esbelto y alto de preferencia.
En el caso de Blanca el apoyo de su familia y un eficiente tratamiento médico y psicológico fueron los factores que la ayudaron a salir del riesgo, sus periplos por dos distintos centros de ayuda a jóvenes que sufren anorexia y bulimia la sacudieron al punto de hacer un esfuerzo para comer, y poder retener la comida sin que su cuerpo la expulsara, y así, paso a paso, recuperar el peso que había perdido tirando la comida que le servían en el plato sin que los demás comensales se dieran cuenta.
A la fecha, Blanca sigue en tratamiento psicológico, desde hace tres años está haciendo un enorme trabajo tratando de aceptar que tiene otro bagage cultural y sobre todo una herencia genética, que es “simplemente distinta, ni mejor ni peor, simplemente diferente y tan valiosa como la que se pretende imponer”.
Leemos y escuchamos también que es importante hacer ejercicio para estar sanos y estar en nuestro peso, pero ese no lo decide ni la cultura, ni los otros estudiantes ni los compañeros de trabajo, el peso ideal de cada persona sana es distinto, y se tiene que decidir con un doctor. Los modelos de figura que vemos en las pasarelas y en las revistas o en las artistas de Hollywood no son reales, se retocan mucho, los editores les reducen la cintura cortando las imágenes con computadora, sin embajo crean en la sociedad en conjunto un deseo por alcanzar esa imagen, y es sumamente dañino, además de que se trata a las mujeres como objetos y no se piensa en que valen también por su inteligencia”.