Maximiliano Salazar Trujillo
Publicado en: ¿Cómo ves? Revista de divulgación de la Ciencia
“Estamos convirtiendo el mundo en un gran basurero de residuos sólidos”, leí en un artículo de la Dirección General de Comunicación Social de la UNAM que me puso a refl exionar. Mi infancia estuvo rodeada de mucha naturaleza y poca tecnología, por lo que la imaginación era pieza clave a la hora de jugar. Mi hermano y yo siempre preferimos la naturaleza a los juguetes convencionales, pues las rocas y palitos podían tomar la forma que quisiéramos, desde una persona o animal hasta una nave espacial futurista de velocidades superiores a las de la luz.
Recordando esto me vino a la mente un reportaje sobre la basura espacial en el que una científi ca condenaba muy severamente la contaminación y cómo ésta había llegado incluso al espacio. Parecía muy molesta por la situación. Quizá esa fue la primera vez que tuve conciencia de este gran problema. Aquella noticia nos marcó tanto que nuestro siguiente juego giró en torno a la basura y al espacio. Por aquel entonces, gracias a varias películas de ciencia fi cción, era muy popular el concepto de “agujeros negros”, y hasta donde entendíamos éstos eran regiones increíblemente energéticas en el Universo que devoraban con violencia todo lo que se acercara a ellas, algo así como una gigantesca aspiradora cósmica de la cual era imposible escapar. Estas ideas nos llevaron a considerar lo siguiente: si de algún modo lográramos reunir toda la basura del planeta y transportarla en una enorme nave espacial que la acercara lo sufi ciente a un agujero negro, éste inmediatamente la devoraría con su colosal fuerza de gravedad y problema resuelto.
Ahora soy consciente de los retos que conllevaría una misión así, pero entonces me parecía una solución viable: para un agujero negro supermasivo deshacerse de nuestra basura sería cosita de nada. Lo cierto es que debemos admitir que la solución está en nuestra sociedad, en pequeños cambios en nuestros hábitos de consumo y en los esquemas de producción de las grandes compañías; no voy a negar que la idea de la aspiradora cósmica me sigue emocionando igual que cuando era un niño.