Michel Olguín Lacunza
El cáncer de mama es una enfermedad que también sufren las mascotas. Es el segundo padecimiento más importante en las perras. En cambio, en las gatas es menos común, pero cuando las afecta, en su mayoría los tumores resultan malignos, afirmó Fausto Reyes Delgado, director de Desarrollo Institucional, Comunicación y Educación del Hospital Veterinario UNAM-Banfield.
El cáncer es el crecimiento anormal y desordenado por mutación de las células e incluso se dividen sin control. A largo plazo, la “perrita” o “gatita” que lo padece sufrirá cambios y trastornos que pondrán en riesgo su vida.
Los tumores del cáncer de mama se originan de los epitelios y se caracterizan porque crecen de forma lenta y progresiva. En ocasiones, puede surgir la metástasis, es decir, invaden a otros órganos, lo mas común son los pulmones.
Probabilidad
En el caso de los canes hembras que presentan tumores mamarios, aproximadamente existe un 50 por ciento de probabilidad que sean malignos, y el restante, benignos.
Existen factores muy importantes que predisponen la enfermedad, como es la producción de hormonas, específicamente los estrógenos.
Cada que una “perrita” entra en celo produce una gran cantidad de estrógenos y corre un riesgo enorme de predisponerse para un tumor en la glándula mamaria.
Por ejemplo, si una hembra se esteriliza antes del primer celo, se considera que el riesgo de contraer un tumor de glándula mamaria es del 5 por ciento; después del primer celo el porcentaje se incrementa al 20 por ciento; si pasa el tercero, será del 70 al 80 por ciento.
“Si esterilizo un ejemplar que ya pasó el tercer celo, no la exime de que pueda presentar un tumor de glándula mamaria, porque ya la glándula fue bombardeada por los estrógenos”. Lo ideal es esterilizarlas antes de presentar el primer celo, para reducir en gran medida la presentación de tumores, ya sean benignos o malignos.
Prevención
Al igual que los humanos deben palparse y sentir si existe alguna masa extraña, los dueños deben hacerlo con sus mascotas de forma periódica (una vez al mes), tocarles la piel en la glándula mamaria, y determinar si existen pequeños crecimientos.
También es importante acudir a las revisiones semestrales con el veterinario para que chequen a la “perrita” y así obtener un diagnóstico temprano.
Si se encuentra alguna masa extraña, el veterinario patólogo debe realizar un diagnóstico a través de punciones, realizar una biopsia y tomar radiografías, para verificar si existe alguna diseminación del tumor.
Posteriormente, el médico cirujano podrá determinar cuál es el mejor procedimiento para el paciente y trabajar en conjunto con el oncólogo, ya sea una quimioterapia o el retiro de la glándula mamaria afectada. “Dependiendo de dónde se presenten los tumores se decidirá cuál es el mejor tratamiento”.
En cuanto a las “gatitas” los tumores también están asociados a los niveles hormonales de los estrógenos, pero no es tan común que tengan tumores de glándulas mamarias.
“En el ámbito veterinario se sabe que lamentablemente gatita con tumor tiene cáncer de glándula mamaria”. El tratamiento es el mismo que con los canes.
¿Qué debe hacer el dueño?
Cuando el veterinario detecta una “perrita” o “gatita” con un tumor en la glándula mamaria lo primero es platicar con el propietario, y mandar las pruebas del laboratorio para verificar la naturaleza de la masa.
Una vez que se tienen los resultados de laboratorio y si la masa es benigna, se plantea retirarla con una cirugía, pero si resulta maligna se lleva a cabo un protocolo para realizar la quimioterapia.
En algunos casos, una mascota con tumor de glándula mamaria maligno puede vivir durante años, siendo monitoreada y revisada de forma constante por el médico veterinario.
En otros casos, el período de vida de la mascota puede recortarse. Aunque sea difícil los dueños deben acompañarlos durante el proceso. “Disfruten a su mascota”, dijo Fausto Reyes.
“No por tener un tumor de glándula mamaria debe ser apartado de la familia, al contrario, debemos apoyarla al igual que se haría con un humano”, concluyó.