Sandra Delgado / Emmanuel Medina / Emiliano Pensamiento / Dolores Rojas
CASCARONES DE DINOSAURIO, UNA PRUEBA MÁS DE QUE NO SE EXTINGUIERON
- Abel Moreno, del Instituto de Química de la UNAM, estudia las proteínas intraminerales presentes en cascarones de huevo de aves y reptiles para entender mejor la historia evolutiva de este tipo de fauna
“Sabemos que los dinosaurios existieron hace 70 millones de años y que su desaparición se debió al meteorito que impactó en la Península de Yucatán. Pero quizá no se extinguieron del todo: hubo especies que sobrevivieron, se adaptaron a las nuevas condiciones y evolucionaron en sistemas más simples, como las aves”, afirma Abel Moreno Cárcamo, del Instituto de Química de la UNAM.
Desde hace 25 años, el universitario —junto con otros investigadores— ha estudiado la evolución genética detrás de proteínas relacionadas con la evolución, las llamadas intraminerales, presentes en cascarones de huevo de algunas aves y reptiles. Mediante su aislamiento, purificación y caracterización es posible conocer el pasado de estos animales; por ello se les considera proteínas ancestrales, ya que contienen la historia evolutiva de una especie.
“Somos un grupo líder a nivel mundial en el campo de la cristalografía o estudio de las propiedades de sustancias cristalinas. En este proyecto descubrimos que las proteínas intraminerales están en dos grupos: en las aves neognatas (las más evolucionadas, como las gallinas) que tienen una sola proteína intramineral abundante, y en las paleognatas (también conocidas como aves ancestrales por ser herederas naturales de los dinosaurios, grupo que incluye al avestruz, emú, kiwi y ñandú), las cuales tienen dos proteínas intraminerales”.
Estas últimas —añade— viven en el hemisferio sur y sus ancestros cercanos son los cocodrilos, pero hacia atrás están los dinosaurios. Por tanto, han evolucionado acorde a las eras geológicas.
“Para obtener estos resultados fue necesario comparar análisis de los cascarones de huevo de gallina y aves ancestrales con los de cocodrilo y dinosaurio (estos últimos fueron difíciles de conseguir). Gracias a una publicación de Gaceta UNAM sobre mi trabajo, un investigador del Instituto de Geología de la UNAM se acercó para decirme que ellos tenían restos de cascarones de huevos de cinco hadrosaurios de 70 millones de años hallados en El Rosario, Baja California, México. Así fue como pudimos seguir con el proyecto”.
La revisión de la caracterización de los cinco cascarones de hadrosaurio les ha permitido no sólo entender el proceso de biomineralización de carbonato de calcio, sino correlacionar los radios y forma de poros con el tipo de dinosaurio.
El experto en cristalografía y cristaloquímica indica que hoy la ciencia es multidisciplinaria y que, para este proyecto, han echado mano de ciertas tecnologías, como las nuevas técnicas de radiación sincrotrón con las que han conseguido resoluciones extraordinarias, es decir, realizado estudios atómicos moleculares con mayor precisión.
Los sincrotrones son centros de altas energías que producen luz intensa. Esto permite hacer estudios que van desde los rayos gamma hasta los infrarrojos, pasando por los X y ultravioleta. La técnica consiste en acelerar electrones a velocidades cercanas a la de la luz en un espacio casi del tamaño de un estadio de futbol, los cuales son frenados con magnetos colocados a ciertas distancias para provocar emisión de luz sincrotrón, explica.
“La posibilidad de usar estas técnicas no destructivas —como las de microdifracción y microfluorescencia— nos ayudaron a determinar señales de azufre (característicos de proteínas ancestrales) en muestras de cascarones de dinosaurio. Inclusive existen técnicas de imagenología que emplean rayos-X blandos que permiten observar cómo un ave ancestral está dentro de un huevo fosilizado sin dañar el cascarón”, puntualiza.
El universitario asevera que, de entenderse el papel de las proteínas intraminerales en la formación de cascarones de huevo de aves y reptiles a lo largo del tiempo, podrían replantearse el tema de proteger a un ave en peligro de extinción con las herramientas adecuadas. “Muchas de nuestras investigaciones relacionadas con las proteínas ancestrales han dado pie a otras a nivel mundial. México —y sobre todo la UNAM— está a la vanguardia con estas investigaciones”, dice.
Por ésta y otras contribuciones al ámbito de las ciencias químicas, hace poco Abel Moreno fue nombrado Fellow of the Royal Society of Chemistry, reconocimiento otorgado a miembros distinguidos de esta sociedad científica del Reino Unido, fundada en 1841 (la sección de química data de 1980). Ésta fomenta la investigación en el área química y publica revistas científicas, libros y bases de datos. “Los logros realizados han sido gracias a que la UNAM me ha permitido este crecimiento y proyección internacional, ya que me ha brindado las herramientas y condiciones para hacer ciencia de verdad. Quienes trabajamos en el rubro sabemos que tenemos la libertad de impactar al mundo científico y muestra de ello es que vienen especialistas de China, Israel, Europa y Estados Unidos para hacer, aquí, más ciencia”.