Se trata de una sustancia sumamente reactiva y muy buena para acabar con virus, bacterias, protozoarios, o cualquier tipo de agente patógeno, pero también ataca las células de cualquier organismo vivo
Un día, un operario de una fábrica de la industria textil entró (como parte de su trabajo) a un tanque que tenía alrededor de 20 miligramos por metro cúbico de dióxido de cloro: el empleado falleció asfixiado. El suceso fue reportado en una revista científica de los años 50.
El dióxido de cloro es utilizado en la industria textil y papelera para blanquear estos productos. A partir de este suceso, existen normas muy estrictas con respecto a la cantidad de dióxido de cloro que se puede utilizar en el medio ambiente (máximo 3 miligramos por metro cúbico de dióxido de cloro).
En entrevista para UNAM Global, Carlos Antonio Rius Alonso, académico de la Facultad de Química de la UNAM, explicó que desde su descubrimiento en 1811, el dióxido de cloro ha sido estudiado por la ciencia, y en diversas ocasiones se ha comprobado que es un compuesto químico muy tóxico para los organismos vivos.
La estructura química de este compuesto se determinó en 1933 y se descubrió que posee un radical libre estable, “esto significa que es una sustancia extraordinariamente reactiva”, añadió el profesor universitario.
¿Sirve para acabar con la COVID?
El argumento para utilizarlo como remedio contra la COVID es porque “se trata de una sustancia muy buena para acabar con virus, bacterias, protozoarios, o cualquier tipo de agente patógeno, pero también debido a su alta reactividad ataca las células de cualquier organismo vivo.”
Por ejemplo, cuando se crea un medicamento, se busca que sólo acabe con el agente patógeno sin afectar al organismo, y para eso se realizan diversos estudios, y así se conoce su efectividad.
De hecho, algunos estudios con ratones, cuyos y monos revelaron el daño al organismo. Cuando a los ratones y cuyos se les administró en dosis muy pequeñas no mostró toxicidad, pero cuando la cantidad aumentó a 100 miligramos por litro, el 100 por ciento de la población falleció.
En el caso de los monos, se detectó que afecta la tiroides y destruye la hemoglobina (proteína en los glóbulos rojos que transporta el oxígeno).
¿Por qué algunos reportan sentirse bien?
Algunas personas han opinado que se sienten mucho mejor después de aplicarse el dióxido de cloro en la sangre. Al respecto, Rius Alonso declaró que momentáneamente les puede subir el oxígeno debido a que se forman radicales libres, después surge el oxígeno molecular, pero éste es muy diferente al oxígeno que respiramos.
Lo que está pasando es que los oxímetros miden la absorción a dos frecuencias a 660nm y 940 nm, el aparato hace una comparación entre las dos absorciones, y mediante un cálculo saca el porcentaje de oxígeno. El problema es que al ser oxidante el dióxido de cloro genera la oxidación de Fe+2 a Fe+3, no puede transportar oxígeno pero la metahemoglobina formada absorbe fuertemente en la región de 940.
“Por eso si tomamos dióxido de cloro aparentemente subimos la oxigenación porque el oxímetro va a marcar 100 por ciento pero en realidad tenemos un decrecimiento en el oxígeno disponible. Y el incremento que observamos es debido a las características de medición del oxímetro, que está midiendo en forma indirecta la cantidad de oxígeno.
“En un momento dado, si estoy tomando oxígeno como tal, empezaré a aumentar el grado de oxidación y esto es igual que cuando se tiene un ataque de pánico: la persona respira profunda y rápidamente, y se paraliza”.
El ataque de pánico puede ser por un problema cardíaco y uno se angustia, respira muy rápidamente y se paraliza. En estos casos, los médicos recomiendan tomar una bolsa de papel e inhalar varias veces dentro de ésta, para obtener el dióxido de carbono y bajar los altos niveles de oxígeno.
A este proceso se le llama hiperventilación, cuando sube en exceso el oxígeno en el cuerpo y se genera una serie de reacciones bioquímicas no deseables. En el caso del dióxido de cloro esto es totalmente contrario, estamos reduciendo la cantidad de oxígeno en la sangre, pero el aparato nos mide más por la formación de la metahemoglobina que no puede transportar oxígeno.
Por estas razones, “hay que tener cuidado con algunos datos que circulan por ahí y que son erróneos. Uno debe diferenciar entre las características bactericidas que tiene este compuesto químico y el uso en el cuerpo humano”.
Al usar de forma constante el dióxido de cloro, se afectará tanto la oxigenación del cuerpo como la función de las glándulas tiroides, que regularmente no muestra síntomas hasta que se realizan exámenes.
Y respecto a las reacciones del dióxido de cloro nunca genera el oxígeno adicional que predican sus seguidores. Es una sustancia que nos oxida diferentes partes de nuestro organismo y se generan, cloratos, cloritos, hipoclorito y cloruros, pero nunca oxígeno.
Errores similares en la historia
Qin Shi Huang, primer emperador chino, quien unificó su país, pensaba que el mercurio era el elixir de la vida, porque en ese época todo mundo lo afirmaba. Mandó a construir para su tumba un mapa en donde el mar estaba hecho de mercurio y todos los días tomaba un poco de este elemento químico. Hoy se sabe que murió envenenado por la alta toxicidad de esta sustancia.
Oliver Cromwell que hizo la guerra civil en Inglaterra y depuso al Rey Calos I, sufria de malaria y su curación era a base de tomar mercurio. Falleció al poco tiempo.
Otro ejemplo son los romanos, quienes usaban el plomo (altamente tóxico) en todas sus tuberías. Una gran cantidad de personas se envenenaron con este metal y por eso había tantas pitonisas, que tenían serias afectaciones mentales pero creían hablar con los dioses.
El emperador Nerón quemó Roma y nombró a su caballo como cónsul bajo los efectos del plomo, que hoy sabemos es altamente tóxico.
Entonces, “no existen medicinas milagrosas, si alguien te dice que una sustancia te cura de cáncer, problemas hepáticos, diabetes e incluso el COVID, dudemos y preguntémonos: ¿bajo qué mecanismos está actuando? Si no lo sabemos y no está comprobado, entonces nos están dando merolicos”, concluyó el académico universitario.