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COVID-19: lo que sí sabemos

 

 

Karina Canseco/Myriam Nuñez

 

Conocemos las acciones que funcionan para prevenir los contagios: el uso correcto del cubrebocas, la sana distancia, la ventilación de espacios cerrados y la higiene continua de manos

 A más de año y medio de iniciada la pandemia por COVID-19 tenemos evidencia científica suficiente para saber que esta es una enfermedad de transmisión aérea, que el virus que la produce (SARS-CoV-2) se respira, “a corta distancia por grandes gotas de saliva que expulsa la gente cuando habla, tose, grita o canta y a larga distancia por los llamados aerosoles” que se quedan flotando en el aire y se desplazan.

En opinión del doctor Alejandro Macías Hernández, ahora sabemos que el contagio por contacto directo (de parte húmeda a parte húmeda) es poco común y que el mecanismo de transmisión indirecto ocurre con extrema rareza porque “este es un virus que se respira”. En este sentido, la limpieza excesiva de superficies, los tapetes de cloro y las higienizaciones de espacios son de muy poca utilidad.

“Sabemos que es más seguro el exterior que el interior”, y por ello le damos más importancia a la calidad del aire en ambientes cerrados y a la necesidad de usar medidores de dióxido de carbono que nos indiquen que tan viciado está el aire compartido.

Conocemos las acciones que funcionan para prevenir los contagios; el uso correcto del cubrebocas, la sana distancia, la ventilación de espacios cerrados y la higiene continua de manos.

Pero sobretodo, sabemos que las vacunas son una de las medidas sanitarias más efectivas para evitar la enfermedad grave y la muerte. Porque “este virus no se va a ir y seguramente nos va a seguir infectando y va a haber brotes regionales y locales que van a alcanzar a los que no estén vacunados”, advierte el especialista en temas de salud pública.

Evolución y tendencia de la pandemia

Los virus van cambiando para adaptarse con más facilidad y poder reinfectar a quien ya infectó, poder escapar a la inmunidad natural de la gente que ya se alivió o a la inmunidad que producen las vacunas. El SARS-Cov-2 muta y al cambiar provoca variantes de preocupación como las llamadas Delta y Delta Plus, la variante Delta se ha vuelto la predominante en buena parte del mundo, porque infecta en promedio a unas ocho personas.

“El virus no se va a ir, pero si seguimos vacunando e incluimos a los niños, probablemente este mismo año logremos un control de la pandemia en México”, estima el egresado del posgrado de la UNAM.

Diagnóstico

Hoy, diagnosticar la enfermedad es un asunto clínico que se apoya en el uso de pruebas PCR, de anticuerpos y de antígenos para determinar si tenemos o tuvimos COVID.

Pacientes

Esto es lo que se sabe sobre las fases que atraviesa un enfermo de COVID:

En fase aguda, que dura aproximadamente una semana a partir del inicio de los síntomas (fiebre, dolor de garganta y tos), los vacunados tendrán un síndrome catarral y la mayoría se aliviará sin problemas.

Etapa inflamatoria o hiperinflamatoria, después del día siete al diez, es el momento más peligroso en la evolución del enfermo, algunos se van a poner graves y hay letalidad. En este periodo es en donde sirven los medicamentos para bajar las defensas, siempre que el virus ya no esté presente.

En Síndrome post COVID, por la persistencia de la proteína del virus en las células de defensa, dura de 6 a 15 meses y se presenta con cuadros de fatiga crónica, dolor, disnea, tos, depresión y falta de concentración, entre otros malestares.

Oxigenación

Tenemos evidencia de que los enfermos presentan cuadros de hipoxia feliz en donde su saturación de oxígeno está por abajo del 90 por ciento y que esto produce la muerte de las células, hace que la sangre se fugue de los vasos sanguíneos y dañe a los pulmones (neumonía).

“La oxigenación es para los pacientes con COVID lo que la hidratación es para los pacientes con diarrea”, de ahí la importancia de tener oxímetros y en el tratamiento temprano suministrar oxígeno en lugar de múltiples fármacos.

México y la vacunación

Sobre el plan nacional de vacunación, Macías Hernández destaca la necesidad de producir nuestras propias vacunas y hace énfasis en que “la mejor vacuna es la que te toque cuando te toque”, porque todas evitan en menor o mayor grado la enfermedad severa y la muerte.

Estima que estamos lejos de alcanzar la “inmunidad de rebaño” porque este virus requiere que se vacune a toda la población para poder contener la enfermedad. “Sin duda hay que vacunar también a los niños, porque mal haríamos en dejarlos sin inmunidad de una enfermedad que en la infancia no les va a causar un problema grave y pasarles el problema para la edad adulta en donde los puede inclusive matar”.

¿Qué podemos hacer mejor?

El experto considera necesario declarar como prioridad nacional a este problema de salud pública, invertir en salud y brindar seguridad al personal médico con vacunas y equipo. Promover el uso del cubrebocas, despolitizar la información y las conductas de protección. Hacer más pruebas y acelerar la entrega de los resultados, ligarlas a cuarentena para los contactos de un enfermo y aislar, en centros especiales, al infectado para contener la pandemia.

A todos nos toca mantener las medidas preventivas, tenemos que aprender a coexistir con el virus, “entender y adaptarnos a las evidencias que brinda la ciencia”. No olvidar las lecciones que nos dejan las catástrofes, “hay que producir nuestras propias vacunas. México era un productor de vacunas y dejamos de hacerlo porque fue más fácil comprarlas a China o a la India”.

Por último, llamó a mantenernos informados y ofrece un mensaje para aquellos que no se quieren vacunar: “no se confíen en la inmunidad de rebaño, los no vacunados tarde o temprano se van a infectar, así le tome al virus varios años”.

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