Fernando Guzmán Aguilar / Emiliano Sánchez
· Padecen enfermedades de transmisión sexual, como el papiloma.
· Tienen genitales internos para no romper la hidrodinámica de su cuerpo. Su estructura social es matriarcal y con cuidados parentales.
· Como no tienen brazos, sus frotamientos son como caricias que fortalecen los vínculos en la manada.
Mamíferos al fin y al cabo, los delfines y el ser humano se parecen en su sexualidad, pero ¿estos cetáceos la ejercen más allá de la reproducción?
Despojada de una visión antropocéntrica, la doctora Rebeca María López Rivas, bióloga de la Facultad de Ciencias de la UNAM, enlista semejanzas y diferencias con los parientes de Flipper, el delfín de la legendaria serie de TV homónima de los años sesenta del siglo XX.
Delfines y humanos
- Al compartir la filogenia de mamíferos, ambas especies tienen glándulas mamarias. Los delfines pertenecen a una familia de cetáceos odontocetos, con diferentes especies. Las más conocidas son el delfín nariz de botella, como Flipper (Tursiops truncatus), y el de mayor talla, la orca (Orcinus orca).
- Unos y otros tienen cuidados parentales. Durante un periodo, las crías se quedan con la madre. Otros animales no, como la tortuga marina, que llega a la playa, desova y se va, sin enterarse si nacieron sus crías.
- Su aparato reproductor es semejante. A diferencia del humano, los delfines tienen genitales internos. No pueden tener nada que sobresalga y rompa su hidrodinámica (por eso son muy rápidos) en el medio acuático.
- Dos diferencias: el útero del delfín hembra tiene como dos cuernos o proyecciones. El pene del delfín macho esta replegado de manera interna, y cuando lo extiende para aparearse, “es sorprendentemente largo”.
- La maduración de sus gónadas: en hombres y mujeres la pubertad ocurre entre los ocho y 12 años en promedio. En los delfines la primera madurez sexual es a partir de los ocho años; aunque en los delfines macho, como en los hombres, puede tardar más, hasta los 13 años.
- No tienen temporadas de reproducción y apareamiento definidas. El ciclo estral o la etapa “en celo” en los humanos es menstrual (el promedio es 28 días, aunque pueden ser menos o un poco más). En los delfines es semejante, entre 30 y 42 días. Hay más picos de reproducción en primavera, verano y otoño, y varían entre poblaciones.
- Aunque se ha observado que tienen comportamientos sexuales durante todo el año, el apareamiento no siempre equivale a la reproducción.
- El periodo de lactancia es similar: en humanos dura de uno a dos años; en delfines, de uno a tres, aunque el récord registrado es de hasta seis años. Durante la lactancia, las hembras dejan de reproducirse.
- Los delfines tienen una estructura social matriarcal.
- Los delfines adolescentes se separan de su manada para buscar novia (hembras jóvenes) en otras manadas y aparearse. Es una estrategia natural de sobrevivencia.
- En los delfines, como en la mayoría de los humanos, se evita la reproducción entre familiares. Es común en la naturaleza que se busque el apareamiento con individuos de otra manada o familia. Se evita así la endogamia, que es peligrosa porque aumenta el riesgo de heredar enfermedades congénitas.
- Desde un punto de vista antropocéntrico, se ha calificado a los delfines de promiscuos: tienen varias parejas. Pero, más bien, los delfines tienen acercamiento o contacto sexual para fortalecer los lazos familiares dentro de la manada.
- A los mamíferos nos gusta el apapacho. En delfines, aunque frotamientos o roces son parte del cortejo, también son una estrategia para fortalecer los vínculos entre ellos.
- Aunque las hembras de ambas especies tienen clítoris (su estructura anatómica es semejante: cuerpo cavernoso que al excitarse se llena de sangre y expande), “es difícil confirmar si los delfines tienen orgasmos, si sienten o no placer”.
Otras curiosidades sexuales
- Se ha observado que la menopausia es fundamental en la estructura familiar de los cetáceos. Al dejar de ser capaces de reproducirse, las hembras de mayor edad mantienen el cuidado de la familia.
- La consistencia de la leche materna del delfín es diferente a la de la leche de vaca, de gato y de cualquier otro mamífero terrestre. Tiene un mayor contenido de grasa. Es como una nata que no se disuelve fácilmente. La madre la expulsa y la cría la recoge para alimentarse.
- En poblaciones de delfines tanto silvestres como en cautiverio, además de los frotamientos, hay mordidas. Cuando hay un pico en la etapa reproductiva, en las hembras se pueden ver lesiones por los colmillos de los machos. No es agresión o violación, sino parte de su comportamiento sexual (no se pueden acariciar) por el diseño hidrodinámico de su cuerpo.
- Durante su apareamiento se han observado varias posiciones, ya sea nadando a la par o de lado, sobre todo en los delfines jóvenes.
- Ocurre también un apareamiento múltiple. Machos jóvenes abandonan su manada de origen y, en alianza de tres, se aparean con una misma hembra. Para los delfines hembra no hay una pareja estable.
- Se ha observado también cierto “homosexualismo” entre ellos: macho con macho y hembra con hembra tienen frotamientos. Es el caso de poblaciones costeras, como el delfín nariz de botella (Tursiops truncatus) y el delfín manchado (género Stenella); en las poblaciones más oceánicas se desconoce. Existen poblaciones “locales” o residentes, es decir, que viven siempre en un área determinada; otras poblaciones, “transeúntes”, visitan diferentes zonas. En Sarasota, Florida, EUA, hay poblaciones residentes, en las que se ha podido observar su comportamiento.
- Al igual que el ser humano, los delfines padecen enfermedades de transmisión sexual, como el papiloma: oral y genital.
- ¿Padecen impotencia? No se sabe, por la dificultad de estudiar las poblaciones en vida libre.
- Los mamíferos compartimos el eje hipotálamo-hipófisis-gónadas y tenemos las mismas hormonas. Por esa compatibilidad hormonal, más que atracción sexual, hay un comportamiento de juego, no sólo en delfines sino en otros mamíferos: quien conviva con gatos y perros se va a dar cuenta de ello.
Su enemigo mortal
El enemigo principal del delfín, anota López Rivas, es el ser humano. Los delfines mueren en las redes, por la pesca de otras especies, y por cáncer, a causa de tanta contaminación del mar. También hay varamientos masivos: algunos ocurren después de la exploración petrolera, ya que en ésta los cañones utilizados para sondear emiten un sonido muy intenso que altera la navegación del delfín.