Actualmente existe en el mundo un problema de salud galopante que aquejaba al mundo antes de la aparición del Covid-19, pero al que pocos ponían atención y es la privación crónica del sueño.
Ya hemos alertado anteriormente al respecto en También Somos Americanos acerca de los problemas que produce a nivel individual y a nivel macro, el privarse del sueño. La cantidad de efectos secundarios que el no dormir o dormir muy poco todos los días son numerosas, tanto en en las personas como en las naciones que no se preocupan por solucionar esta enfermedad, que avanza silenciosa pero inexorablemente a lo largo del planeta.
Aquellos, quienes adoptaron casi como mantra la frase de Benjamin Franklyn “time is money”, lo primero que sacrifican, cuando los pendientes de su agenda rebasan las horas de trabajo es, desde luego, su tiempo de sueño. Incluso hay quienes se sienten orgullosos y hasta presumen de dormir sólo un par de horas al día, sin pensar en los estragos que estan causando en su salud.
Una persona que no duerme suficientemente tiene una capacidad de reacción similar a la de quien ha bebido una botella entera de vino, muchos de los accidentes automovilísticos se deben a la privación crónica del sueño.
Abundan las investigaciones que comprueban, que quieres no han dormido suficiente durante un largo periodo de sus vidas están más propensos a padecer enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes y enfermedades mentales, entre ellas se encuentra la depresión.
Y lo que en estos momentos es mucho más peligroso, es que afecta al sistema immunitario, el cuál se encarga de la defensa del cuerpo contra las infecciones y que ataca cualquier tipo de germenes invasores que pueden enfermarnos. Numerosos estudios demuestran que la falta de sueño debilita a las personas, las hace vulnerables a contagiarse de los distintos virus que hay en el medio ambiente, lo cual en estos momentos puede resultar muy peligroso.
Lo que es paradójico es que aún con las medidas que se han tomado en numerosos países del orbe para contener la propagación del Coronavirus, entre ellas no asistir a las oficinas, lo cual podría permitir a las personas dormir un poco más y aliviar de alguna manera la carencia de sueño crónica, el estrés al que están sometidos por el encierro impide que descansen las horas necesarias para que su cerebro se recupere.
Está situación es doblemente peligrosa, si pensamos que el encierro obligado suele afectar a quienes están recluidos en sus domicilios y los crispa a un nivel que los pone de mal humor y los hace querer escapar del encierro.
Nos referimos a lo que comunmente se conoce como Cabin Fever, que generalmente se presenta en los países en los que el invierno trae consigo nieve y obliga a las personas a permanecer en sus casas a causa de las heladas, ésta irritabilidad claustrofóbica resultado del confinamiento prolongado es aún peor si las personas se privan del sueño.
Los médicos especialistas en trastornos del sueño recomiendan dormir un mínimo de siete u ocho horas a los adultos y hasta diez horas para adolescents y niños, tiempo que muy pocas personas respetan, sobre todo quienes prefieren sacrificar su descanso para terminar de ver su serie de televisión favorita. Aún en tiempo de contingencia las personas se privan de darle a sus mentes y a sus cuerpos el descanso que siempre le escatiman en detrimento de su sadud.
Haciendo prospectiva de los efectos que el encierro prolongado tendrá entre la población, se ha hablado de un incremento de casos de violencia intrafamiliar, en la que generalmente las víctimas son las mujeres, aunque se debe hacer la pertinente aclaración de que también hay hombres que son agredidos por sus esposas, sin embargo son la minoría de los casos.
Para evitar en la medida de lo posible que esta combinación de falta de sueño con encierro dé como resultado situaciones catastróficas, se recomienda cuidar las horas de sueño de todos los miembros de la familia.
Es importante recordar que no se trata de un periodo extra de vacaciones, y que no debe reinar –por salud mental- en los hogares, la anarquía. Los niños y adolescents no deben ver la television o estar frente a las pantallas de videojuegos hasta altas horas de la noche.
Se debe procurar una mínima estructura de disciplina y seguir en la medida de lo posible una rutina lo más cercano a la normalidad que conocíamos antes de la llegada del Covid-19.
Es conveniente que los niños no se despierten a las once o doce del día, sino que se levanten a una hora cercana a la que solían hacerlo en época escolar; que se aseen, no es recomendable que se pasen todo el día sin bañarse, lavarse o peinarse, porque además de que tienen más tiempo disponible que deben llenar de alguna forma, no es sano para su formación; deben estudiar en la mañana, para que sus mentes no se desacostumbren a esa disciplina, y evitar lo que se conoce como Brain Drain o Cerebro vacío y que cuendo evenualmente regresen a las aulas no hayan olvidado lo que aprendieron en este ciclo escolar.
Otro aspecto fundamental que se debe monitorear, además de dormir el tiempo necesario -no obstante el estado de estrés que puede causar la contingencia-, es el de no comer a cada rato, o comer por ansiedad. El no dormir también causa obesidad, aunado a que el ocio del encierro puede mantenernos mucho tiempo cerca del refrigerador y comer de más, casi sin darnos cuenta.
Como decían las abuelas: “ésto también va a pasar”. Espéremos que pase lo más pronto posible y con el menor sufrimiento posible, mientras tanto, no debemos olvidar que dormir bien en esta época de crisis, es el primer paso poder para superarla.