En la última generación América Latina paso de tasas de fecundidad de 5 hijos por cada mujer a poco más de 2. Sin embargo queda mucho por hacer en términos de educación sexual, sobre todo en lo que hace a los embarazos adolescentes.
Quien conoce la comunidad Latina en Estados Unidos sabe bien que su pilar central es la familia. Más allá de la identidad étnica, el idioma común o cualquier otra influencia cultural o religiosa, el rasgo más notorio de esta comunidad es su fuerte apego a la familia.
En su proceso de integración al sistema (norte) Americano, el contraste de una familia Latina con una que no-Latina es generalmente claro: son familias más grandes, más integradas, con una relación intergeneracional más estrecha.
Además, debido a sus profundos lazos con la inmigración, trabajan más que la familia promedio.
Sin embargo, los cambios ocurridos en América Latina en las últimas décadas tienen un impacto importante en lo que ocurre con las comunidades hispanas en este país.
La vertiginosa urbanización ha venido acompañada por una muy importante reducción de las tasas de natalidad grandes avances en la esfera de la salud en casi todos los campos.El tema de los embarazos adolescentes sería una de las principales excepciones. Después de la región subsahariana en África, Latinoamérica registra las más altas tasas de este tipo de embarazos.
Según la representante en México del Fondo de Población de las Naciones Unidas, Leonor Calderón, indicó que en América Latina el 38% de las mujeres se embarazan antes de los 20 años.
Con un impacto negativo directo tanto en el desarrollo de los bebés, como de sus madres y los propios índices de pobreza en sus sociedades, el tema es también un problema en Estados Unidos.
Y aunque en este país las tasas se han reducido de manera muy importante en los últimos 20 años, no es sorpresa que entre las mujeres hispanas el índice sea 14 puntos porcentuales mayor que el promedio nacional (26 por cada mil nacimientos).
La vigencia de viejos prejuicios y tabúes contra la propia sexualidad es uno de los factores que más impiden el avance en este tema. Lo cual es un desafío mayor en una sociedad en la que el inicio de la vida sexual ocurre, en gran cantidad de casos, al inicio mismo de la adolescencia.
En América Latina, de acuerdo con Calderón, uno de los factores que más incide en el menor avance en la reducción de embarazos adolescentes es la influencia que todavía ejerce la iglesia católica contra la educación sexual.
En esa misma pista, el propio Fondo de Población de Naciones Unidas considera que América Latina tiene mucho que hacer todavía en materia de educación sexual.
Además, la situación es desigual: mientras países como Uruguay, Colombia o Cuba han logrado importantes avances, en otras naciones siguen predominando los esquemas tradicionales.
En una región donde el mayor segmento demográfico es el de la población entre 10 y 14 años de edad, uno de los principales desafíos se encuentra en el ámbito educativo, como señaló recientemente Esteban Caballero, director interino del UNFPA en América Latina.
Debido a sus estrechos lazos con la comunidad Latina de Estados Unidos, lo que ocurre al sur de la barda fronteriza importa e impacta lo que ocurre al norte. Tanto en los temas de desarrollo y economía como en los de salud y sociedad. Por ello el tema de la educación para una sexualidad sana tendría que ser una prioridad en todo el continente.