Por Adalberto Durán, Virginia Inclán Rubio, Carmen Cruz-Revilla, y Patricia Vergara. Facultad de Medicina, UNAM. México.
Está ampliamente documentado que cuando dos personas se enamoran ocurren una serie de cambios químicos en el cerebro, que ocasionan un estado generalizado de felicidad. Todos estos cambios originan las manifestaciones que se experimentan al estar enamorados: sensación de “mariposas en el estómago”, enrojecimiento de las mejillas, reducción o aumento de la frecuencia cardíaca, desinhibición, un gran interés por la persona amada, y muchas otras más.
La persona enamorada se siente bien, con un buen estado de ánimo, las cosas a su alrededor se perciben positivas, lo que produce efectos benéficos en la salud. Se reduce el estado de ansiedad, de angustia, de estrés e incluso de depresión, y al reducirse el estrés, se disminuye el ritmo cardíaco lo cual resulta benéfico para el trabajo del corazón y por lo tanto para la salud.
El enamoramiento al crear un estado de bienestar generalizado provoca una sensación placentera, de seguridad y aceptación, lo que nos hace más positivos ante las condiciones diarias de la vida, nos hace ser más asertivos, se incrementa la autoestima y vitalidad, y la persona se siente renovada día con día. Es más, es posible experimentar un cierto rejuvenecimiento.
Al aumentarse la autoestima la persona se siente querida, estimada y valorada lo que aumenta la confianza y la seguridad en todo lo que se hace, e incluso sin importar la edad, se aceptan nuevos retos y desafíos.
El amor tiene cuatro fases que suceden en relación a reacciones químicas específicas en el cerebro, las cuales son: la atracción, el enamoramiento, el compromiso y el desprendimiento. En los seres humanos, los vínculos de pareja, en particular el tipo de vínculos intensos asociados al ‘amor apasionado’, tienden a durar un promedio de cuatro años, lo cual coincide con la cantidad de tiempo en donde los bebés requieren de la mayor inversión de ambos padres, para mejorar sus posibilidades de supervivencia.
En el enamoramiento nuestro cerebro produce entre otras sustancias, la fenil-etil-amina, un compuesto de la familia de las anfetaminas. También ocurre un incremento en la síntesis y secreción de varias hormonas y neurotransmisores cerebrales, como la dopamina, que se ha relacionado siempre con la sensación de bienestar.
Los efectos de la dopamina son parecidos a las de las “anfetaminas” que producen el estado de euforia natural, teniendo un efecto similar al de una droga muy adictiva. Estudios han revelado patrones únicos de activación cerebral en individuos que se encuentran enamorados. Cuando a los enamorados se les presenta una imagen del ser amado, la actividad aumenta en las zonas dopaminérgicas que forman el sistema de recompensa del cerebro, y que ayudan a facilitar la relación a largo plazo y que puede incluir sentimientos emocionales de dependencia, de seguridad y de confort, de compromiso y de apego, y con ello la reducción de los niveles de ansiedad. Se ha visto que los enamorados presentan mayor capacidad de interpretar emociones.
La liberación de endorfinas durante el enamoramiento, fortalece el sistema inmune y nos hace menos propensos a padecer enfermedades. Estas moléculas liberadas por el cerebro aumentan la resistencia al dolor ya que funcionan como analgésicos naturales.
Una mujer enamorada experimenta importantes cambios en la textura de la piel, haciéndose ésta más tersa, el cabello tiende a ser más sedoso, las uñas más brillantes, se encuentra más bella. Estas modificaciones se deben a una mayor síntesis y liberación de estrógenos (hormonas esteroideas femeninas).
Finalmente por los cambios que ocurren en el cerebro enamorado, somos más creativos, más detallistas y más protectores hacia la persona que amamos, por lo que no hay mejor estado para una persona que estar enamorado.