En su primer día como paciente Covid de la Unidad Temporal del Centro Citibanamex, Ana María sintió miedo: sus síntomas eran diferentes a todo lo que había experimentado, la habían aislado en un pabellón sin posibilidad de ver a sus hijos y nietos, y le habían impedido meter el libro que en ese momento la tenía tan intrigada (el papel, le explicaron, es un reservorio de virus). Lo que sí, la dejaron ingresar con una bolsa de ropa y con su teléfono celular, al que se aferró con todas sus fuerzas.
Sin embargo, todo cambió cuando llegó a revisarla el doctor Emilio Scherer, el encargado de acompañarla durante su recuperación y quien al hojear su expediente le soltó un espontáneo “¡mira!, te llamas como mi mamá”. Ana María no está segura, pero le gusta imaginar que debajo del cubrebocas el médico le sonrió al decir aquello, y no sólo por su tono de voz o porque vio cómo se le achinaron los ojos, sino porque en ese momento decidió que se recuperaría, y que todo saldría bien.
Ahora, ya en casa con su gato Ralphie –quien desde hace días no se levanta de su regazo, como para evitar que se la vuelvan a llevar– a Ana María le da por relatar que los médicos del Citibanamex eran muy jóvenes y casi todos de la UNAM, que durante el día le ponían música (“porque la música cura”) y que la relación con sus cuidadores llegó a ser tan cercana que la terapeuta le habló hasta de sus penas de amor.
A Hipócrates suele atribuírsele la frase: “A veces podremos curar y con frecuencia aliviar, pero siempre deberemos consolar”, palabras quizá apócrifas pero no por ello menos ciertas, como ha comprobado el doctor Emilio Scherer, quien las aplica con sus pacientes pues, como ha corroborado a lo largo de estos meses, es más fácil lograr la mejoría física de alguien si no dejamos que decaiga su ánimo.
Además de médico en el Citibanamex, el doctor Emilio es profesor en el Centro de Simulación de la Facultad de Medicina y, como docente, sabe que el bienestar psicológico del contagiado, aunque se menciona, no es algo que se aborde demasiado en las aulas.
“No se habla tanto del efecto que tiene el toque humano en la recuperación; sin embargo, quienes estamos en contacto con enfermos sabemos de su importancia. Por eso en nuestros rondines platicamos con los pacientes y, a diferencia de otros lugares, les permitimos tener su celular. Impresiona ver cómo, incluso al sujeto más inexpresivo, se le muda el semblante al escuchar en la línea la voz de un familiar”.
Como si quisiera darle la razón a su doctor, Ana María cuenta como, por haber ingresado al Citibanamex a mediados de diciembre, tuvo que pasar la Navidad en aislamiento y eso la deprimió un poco; sin embargo, algo que le levantó el espíritu fue que los médicos y las enfermeras se organizaron para celebrar el 25 con ella y con sus compañeros de pabellón, y que les regalaron gorros rojos con una borlita blanca, calcetines de colores y cubrebocas de diseños graciosos, aunque para ella lo más significativo fue recibir, justo el 31, una llamada donde pudo escuchar a sus hijos y nietos dar la cuenta regresiva para recibir el Año Nuevo y despedir a este 2020, que tan mal sabor de boca nos ha dejado.
El doctor Emilio Scherer sabe que éste es un virus que juega a la ruleta rusa con nosotros y que no sólo amenaza a nuestra salud, sino a nuestra estabilidad económica, anímica y social. Por ello, en un mundo que parece tan hostil e incierto, a él le gusta ver el impacto que tienen estos pequeños gestos en quienes la están pasando muy mal.
“Hace un par de años terminé la carrera en la UNAM y ni mis compañeros ni yo imaginábamos que deberíamos enfrentar un evento tan magno que obligaría al planeta entero a cerrar. Eventos así nos hacen sentir muy pequeñitos, pero si todos ponemos de nuestra parte, al final demostraremos que somos mucho más grandes que esto”.
La importancia de atender los primeros síntomas
Si el doctor Emilio Scherer pudiera recomendarnos algo sería poner atención a cómo nos sentimos y, en caso de detectar los primeros síntomas de Covid-19, buscar ayuda médica de inmediato, pues actuar desde el principio eleva la posibilidad de un desenlace favorable.
“Estamos en una estación del año donde la influenza hace de las suyas y, por lo mismo, mucha gente no se atiende creyendo estar agripada cuando en realidad tiene coronavirus. Algunas de estas personas llegan con nosotros con serias dificultades respiratorias, jadeando y luchando por respirar. Todos estos son escenario complicados que se hubieran evitado si los afectados no hubieran dejado pasar tiempo de más”.
Por ello, pese a que en más de una ocasión las autoridades de salud mexicanas han dicho, “si hay síntomas es procedente que se queden en resguardo domiciliario”, el doctor Emilio recomienda buscar atención y pronto, pues algo que ha visto es que muchos sujetos prefieren esperar en casa con la esperanza de mejorar por sí solos y, al sentir que su saturación ya es muy baja, van al hospital sólo para ser rechazados, ya que éstos sólo atienden si la urgencia es muy grave.
“La Unidad Temporal Citibanamex nace con la idea de canalizar a los contagiados desde que inician sus síntomas a fin de evitar complicaciones. Esto nos permite tratar a nuestros pacientes y darlos de alta lo más rápido posible, casi siempre cuando ya no necesitan oxígeno, pero si éste no fuera el caso y llegaran a requerirlo hemos empezado a apoyarlos para que tengan un concentrador en casa”.
Sin embargo, ni la mejor estrategia basta si la capacidad de atención se ve desbordada, señala el doctor Scherer, a quien le preocupa el súbito aumento de pacientes debido a lo que él llama “el error de diciembre”, es decir, a las miles de personas que abarrotaron malls, supermercados y calles del Centro para hacer compras navideñas cuando estábamos tan peligrosamente cerca del semáforo rojo, o a quienes asistieron a cuanta posada pudieron o de plano se fueron a vacacionar.
Una nota de La Jornada escrita por Rosa Elvira Vargas advierte desde su titular: “Esto ya se salió de control”, lamenta enfermero de la Unidad Citibanamex”, ello debido “al poco interés de muchas personas por evitar los contagios”, como dice el entrevistado al inicio del texto, y “al desdén de la gente por los primeros síntomas”, como subraya al final.
El Centro Citibanamex fue inaugurado con 246 camas y, para responder a la creciente demanda, hoy tiene más de 600, las cuales están casi todas ocupadas, y éste no es un fenómeno exclusivo del lugar, la saturación es algo que se está replicando en todos los hospitales del país, por lo que el doctor Emilio hace un llamado a seguir usando el cubrebocas, a mantener la sana distancia, a evitar las reuniones y, en suma y para condensarlo, a proteger a los demás.
“Y si con todo esto aún nos enfermarnos –y vaya que es posible, pues yo me contagié en octubre, pese a tomar todas las precauciones– lo mejor que podemos hacer es buscar atención al detectar los primeros síntomas. Todo lo que he visto me lleva a la misma conclusión: la medicina de prevención es la clave para vencer la Covid”.
Mil campanas suenan en mi corazón
Las tres semanas que Ana María pasó en la Unidad Citibanamex no fueron fáciles, pues pese a la calidez del personal médico y al contacto constante con su familia vía celular, a diario la inyectaban en el estómago para evitarle coágulos y le sacaban sangre de las muñecas, y ambas cosas le dolían mucho. Sin embargo, siempre le alegraba escuchar, como a las nueve de la mañana, el repicar de una campana colocada a pocos metros de donde ella estaba, ya que cada que sonaba sabía que alguien había sido dado de alta y volvía a su hogar.
El que los pacientes hagan este tipo de ruidos se remonta a 1996, cuando el almirante Irve LeMoyne, al sobreponerse del cáncer, donó la campana de su barco al hospital donde fue tratado, la cual durante un tiempo sirvió de adorno hasta que alguien se le ocurrió que los pacientes curados la tañeran para celebrar su salud y para que los enfermos en tratamiento la oyeran y supieran que sí hay esperanzas de mejorar.
Aunque en México esto ya era común en los pabellones oncológicos, tiene poco que los centros Covid adoptaron la práctica. Quienes han presenciado el ritual lo describen como un evento conmovedor, y es que ¿hay algo más satisfactorio que saber que alguien que tú cuidaste está ya lo suficientemente bien?, pregunta el doctor Scherer. “Con muchos de ellos he estado un mes y es curioso decirlo, pero la relación médico-paciente es de las pocas en las que te alegras al saber que alguien con quien has estado tanto tiempo, por su propio pie se levanta y se va”.
Este tipo de reflexiones las llegó a compartir con Ana María, quien de vuelta le respondía, “hoy casi no se oyó la campana, salieron poquitos”, u “hoy sonó mucho más”, algo que le parece curioso porque es algo que difícilmente hubiera hecho un par de años atrás.
Y es que, para el doctor Scherer, todos estos meses en la Unidad Temporal Citibanamex han sido de aprendizaje, pues además de dotarlo de un temple que antes no tenía, le han significado una reconciliación con un aspecto muy importante de su profesión: la clínica.
“En 2018, durante mi internado, tenía a mi madre enferma y muchos problemas familiares y, por lo mismo, se me dificultaba mucho tratar con los pacientes. Los residentes de aquella época me ayudaron mucho, pero aún no estaba del todo convencido de si eso era para mí. Estar aquí me ha enseñado que dedicarse a los otros y preocuparse por los demás es muy importante, y también me mostró que esto es lo mío”.
Por ello, el doctor Emilio recuerda como una grata sorpresa el día que llegó a trabajar y Ana María (“la paciente que se llama como su mamá”), ya no estaba. Las altas se dan temprano y él cubre el turno de la tarde, así que no la vio salir; “sin embargo, cuando esto pasa te das cuenta de que todo el esfuerzo invertido se te retribuye con creces y que no hay mayor satisfacción que saber que una vez más volvió a sonar esa campana, y que otro paciente dejó el pabellón”.