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El entierro prematuro

Muchos otrora “luchadores por los derechos humanos” hoy “comulgan” con la doctrina gubernamental, insultan o simplemente “miran a otro lado” ante la realidad de esos Venezolanos prisioneros de conciencia. Varios opositores continúan encerrados en esas “celdas de tortura en el corazón de Caracas” llamados “La Tumba,

Por Jorge M. González

Uno de los cuentos clásicos de horror más conocidos es quizás “El Entierro Prematuro” de Edgar Allan Poe (1809-1849). El escritor Argentino Julio Cortázar (1914-1984) maestro del relato corto y la prosa poética, gran estudioso de Poe, tradujo magistralmente toda la obra del estadounidense, analizando los orígenes y motivos para la realización de cada una de las historias del norteño.

En “El Entierro Prematuro”, publicado en 1844 en The Dollar Newspaper de Philadelphia, un narrador anónimo nos describe, en primera persona, que padece de Catalepsia. Enfermedad que lo lleva a frecuentes pérdidas de conciencia, similares a la muerte. Creando esto en el narrador, un pánico tremendo a ser enterrado vivo, especialmente si cayera en uno de tales trances en algún lugar lejos de su hogar y su familia, donde nadie conociera que tal mal lo aqueja. Poe, hombre de extraordinaria percepción, elaboró esta historia aprovechándose precisamente del miedo natural a ser enterrado vivo, el cual tenía raíces muy profundas en la cultura occidental del siglo 19.

Quizás basado en los comentarios hechos por William Hervey Allen (1889-1949) en “Israfel”, biografía hecha sobre Poe, nos dice Cortázar que debido a los efectos del Opio y sus trastornos cardíacos, Poe le dio un carácter periodístico al relato tratándose entonces no de un cuento per se, sino de un artículo. Curiosamente, el concepto de la catalepsia “perseguía” a Poe, ya que este utiliza el tema, con ligeras variaciones, en dos cuentos que había escrito previamente: Berenice (1835) y La Caída de la casa Usher (1839). Pero vuelve a recurrir al tema en uno posterior: El Barril de Amontillado (1846).

Venezuela es hoy un país de desesperanza y agonía. Quien “dirige” al régimen se ha convertido en el “sepulturero” que ha “enterrado al país en la más grave crisis de su historia.” Comenzamos el nuevo año con el instituto CASLA de Praga presentando varios nuevos casos de torturas en Venezuela. Estos se agregan al previo informe de casos emblemáticos “de torturas y métodos utilizados en Venezuela en los años 2002-2016.” Quienes ostentan el poder continúan vejando a coterráneos, sin enjuiciarlos. Las pocas sentencias a los opositores cuentan con penas terribles que ni a los asesinos más desalmados se las otorgan. El nuevo dossier de CASLA menciona que el Ejecutivo venezolano “prorroga la tortura física y psicológica de presos políticos.” El ensañamiento y la vejación ha llegado a tales niveles de ni siquiera se les permite a estos detenidos recibir atención médica oportuna y apropiada.

Muchos otrora “luchadores por los derechos humanos” hoy “comulgan” con la doctrina gubernamental, insultan o simplemente “miran a otro lado” ante la realidad de esos Venezolanos prisioneros de conciencia. Varios opositores continúan encerrados en esas “celdas de tortura en el corazón de Caracas” llamados “La Tumba,” denunciada ante el mundo por el expresidente Colombiano Andrés Pastrana. Varios voceros de la oposición ya ni siguiera mencionan a los casos más emblemáticos. La comunidad internacional aún no parece darse por enterada. Me pregunto yo: ¿No es esto otro tipo de Entierro Prematuro?

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