El llamado boom latinoamericano sirvió para posicionar la literatura allende el continente y para abrir las puertas del mercado editorial que había sido sistemáticamente negado. Sin embargo, también sirvió para burocratizar la letra en tanto que marcó metas y condiciones mercantiles, asentó la escritora chilena Diamela Eltit durante la conferencia Reponer, Repensar, Revivir, impartida como clausura de Bordeando Fronteras. Seminario sobre Narradoras Latinoamericanas.
La ganadora del Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el Idioma Español 2020 y del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2021 reconoció que el boom abrió un espacio inédito para la región, en tanto que los jóvenes escritores que los protagonizaron, poseedores de grandes méritos literarios y mediados por agentes literarios, estuvieron presentes como nunca antes en suplementos culturales, conferencias y traducciones, de tal suerte que devinieron en la escritura latinoamericana.
También figuraron en momentos emancipadores a nivel político que buscaban descolonizar la literatura. Además, fueron propulsados por un boyante mercado editorial, con lo cual se transformaron en agentes culturales que atravesaron las fronteras.
Profesionalización
Sin embargo, el boom también trajo consecuencias no deseadas. “De una u otra manera, se podría decir, y esto puede ser polémico, que el boom profesionalizó a los escritores, convirtió a la literatura en una carrera y, en cierto modo, burocratizó la letra en la medida en que abrió metas, espacios, condiciones; unió escritura con gestión, cuerpo y libro, agencia y fama”, apuntó Eltit.
Criticó además que el boom no contó en su conformación con ninguna escritora. “Más allá de los grandes méritos ya señalados para cada uno de los autores de ese momento, hay que entender el boom también como una producción literaria, una selección, un mapa posible, una síntesis necesaria de una Latinoamérica que carecía de escritoras”.
Desbiologizar
Y eso no debe olvidarse, pues aún ahora la tendencia persiste. “La idea que quiero compartir con ustedes es que me parece necesario democratizar el campo literario y, para que ocurra, es imprescindible desbiologizar las letras, sustraerlas de genitalidades y de condicionantes de género”, añadió.
Para eludir el binarismo propuso pensar a la escritura de acuerdo a su eficacia, a sus formas estéticas y a la propuesta poética que porta.
Por otro lado, recordó a Gabriela Mistral, mujer escritora un tanto marginada el siglo pasado, ganadora del premio Nobel de literatura. Hizo un repaso de su difícil infancia, su paso temprano por la docencia, su incursión en la poesía y su misión alfabetizadora en el extranjero.
“Lo que me interesa señalar aquí es la emergencia periférica, ajena a los centros, con una formación autodidacta, en el sentido más radical del término. La escritora consiguió construir un espacio cultural de una magnitud inesperada, considerando el lugar hiper subsidiario asignado a las escritoras”, destacó la autora de Jamás el fuego nunca.
Citó la polémica en torno a la soltería de Mistral después de quedar viuda y los rumores sobre su identidad sexual. “Recién en el siglo XXI, después de que el gobierno de Chile adquirió una parte de su archivo que había pertenecido a Doris Dana, su joven amante, su última compañera, donde estaban las cartas de amor a los poetas, su lesbianismo se hizo público. Estas cartas fueron publicadas con la cooperación estatal y sólo en este tiempo, en este siglo, se pudo aceptar la preferencia sexual de la escritora”, comentó.
La revelación fue importante por sus consecuencias, pues ya no se reivindica a Mistral por los amores imposibles heterosexuales de su pasado, sino como un icono de representación cultural en el interior de espacios emancipadores.
Y es que en el siglo pasado, su quehacer académico fue entendido desde lo maternal y su condición de escritora y ensayista se redujo al establecer una aguda relación entre biología y género. De esa manera, la pluralidad y la fuerza de su letra fue segregada al territorio de un tipo de melodrama y a un conjunto de estereotipos completamente cursis. Así, la obra de la primera y única Nobel latinoamericana fue impregnada de categorías femeninas que afectaron la aceptación y difusión de su trabajo, dijo Eltit, quien invitó a hacer de este siglo uno menos patriarcal y dominante.
Bordeando Fronteras. Seminario sobre Narradoras Latinoamericanas, fue una iniciativa conjunta de la Cátedra Carlos Fuentes de Literatura Hispanoamericana de la Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura, la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial, y las universidades Complutense de Madrid y de Costa Rica.