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El Milagro Secreto

Dieciocho años no pasan en vano y Venezuela muestra signos de atraso que la alejan aún más de un futuro hoy más distante. Como respuesta, los “revolucionarios” del régimen predican el conformismo y la oposición política parece dormida y sin visión.

Por Jorge M. González

En días pasados la Agencia Venezolana de Noticias publicó una fotografía del reconocido reposero del Metro de Caracas, hoy denominado “primer presidente obrero.” Toca un contrabajo en pose de singular concentración. No nos deja de sorprender que Venezuela, hoy enfrentada a “la mayor inflación, escasez, muertes violentas y corrupción,” sea dirigida por un régimen que distribuye imágenes con “un toque humano” para esconder largas filas de venezolanos en busca de medicinas; o buscando comida entre la basura.

La expresión facial del “chofer” del “autobús” llamado Venezuela pareciera indicar su presencia en algún lugar lejos de la realidad. Al verlo, recordé “El Milagro Secreto”, cuento publicado por Jorge Luis Borges (1899-1986) en 1944. La narración trata sobre el ficticio dramaturgo Jaromir Hladik [inspirado Borges en el escritor Checo Václav Hladik (1868-1913)] quien vivía en Praga al ser ocupada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Hladik es arrestado por judío y haberse opuesto a la anexión de Austria en 1938. Es condenado a morir fusilado.

Aterrorizado ante tal futuro, le preocupa no finalizar su obra teatral titulada “Los Enemigos.” Hladik consideraba sus trabajos anteriores poco satisfactorios y sentía que esta, en la cual trabajaba al ser arrestado, sería la obra por la cual la historia lo juzgaría y reivindicaría. Pero ante tal sentencia, se sentía impotente para concluir su pieza. La noche previa al fusilamiento, el hombre reza, pidiéndole a Dios que le conceda un año de vida para poder finalizar su obra. Al dormirse sueña que está en la Biblioteca Clementinum de Praga. Uno de los libros de dicho recinto tiene, en una de sus páginas, una letra que contiene a Dios. Ese libro no había sido encontrado por el Bibliotecario, aun y cuando lo estuvo buscando por años. Súbitamente, alguien regresa un Atlas a la Biblioteca y al ojearlo, Hladik toca una letra en un mapa de India. Escucha entonces una voz que le dice que el tiempo necesario para finalizar su obra le ha sido concedido.

A la mañana siguiente, los soldados lo sacan de su celda y lo colocan frente al pelotón de fusilamiento. Se da la orden de fuego y todo se paraliza. Aunque Hladik está también paralizado, permanece consciente y entiende: Dios le concedió su deseo. Desde el momento en que se disparan los rifles, en la mente del dramaturgo, un año subjetivo pasará. Sin embargo, en el tiempo real, nadie se percata que algo inusual está sucediendo. Hladik escribirá y mejorará su obra hasta finalizarla a su entera satisfacción. Mientras escribe el epíteto final comienza el tiempo “a rodar” de nuevo y una de las balas disparadas lo mata.

Dieciocho años no pasan en vano y Venezuela muestra signos de atraso que la alejan aún más de un futuro hoy más distante. Como respuesta, los “revolucionarios” del régimen predican el conformismo y la oposición política parece dormida y sin visión. Habrá que ver si este “tiempo detenido” (y perdido) y los graves problemas que hoy enfrenta esta nación se resuelven con imágenes superfluas.

basurero

 

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