La historia evolutiva de muchos virus de RNA está relacionada principalmente con aves y mamíferos. La interacción de los humanos con estos animales nos afectó porque sus virus brincaron a la especie humana
Actualmente los seres humanos vivimos en una etapa de cambios rápidos y globales desde la naturaleza misma como el cambio climático hasta el desarrollo tecnológico. Al mismo tiempo, esto se da en un ambiente de crecimiento, concentración y migración de las poblaciones humanas. Esto es oro molido para los virus, principalmente con genomas de RNA, ya que pueden adaptarse rápidamente y explotar estas condiciones variables.
Además, la historia evolutiva de muchos virus de RNA está relacionada con los aves y mamíferos, principalmente. Esta interacción estrecha ha puesto en jaque a los humanos porque es inevitable el contacto directo o indirecto con los hospederos de estos virus debido a la domesticación o a la explotación de los hábitats naturales de los mismos.
Esto ha permitido que sus virus -que originalmente surgieron en tales animales- “brinquen” al ser humano. Este tipo de transmisión viral de otros animales a nosotros se conoce como zoonosis y es una característica particular del origen de muchos virus de RNA humanos. Ejemplo de ello son los virus de la rabia, los virus transmitidos por mosquitos y otros insectos (zika y dengue), hantavirus, el de la fiebre del Nilo Occidental, el del ébola, el VIH y el de la influenza.
Un ejemplo de esta mala combinación entre la sobreexplotación de nuevos territorios naturales (donde habitan animales portadores de patógenos desconocidos), el avance tecnológico de los medios de transporte y la dinámica y comportamiento de la población humana, ha permitido el surgimiento del virus de Wuhan en China.
La Organización Mundial de la Salud lo ha llamado temporalmente 2019-nCoV (n, “nuevo” y CoV, “coronavirus”) porque aún falta evidencia sobre su procedencia.
Este virus pertenece a la familia Coronaviridae (tienen en su superficie una “corona” de proteínas que usan para entrar a la célula) que es la principal causante de enfermedades respiratorias e intestinales en humanos y otros animales.
El virus del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS-CoV) que circuló en 37 países y el virus del Síndrome Respiratorio del Medio Oriente (MERS-CoV) que emergió en esa zona del mundo, pertenecen a esta familia.
Los síntomas que ocasiona son fiebre, tos seca y dificultad para respirar y, en los peores casos, neumonía y fallo renal. Los pacientes que presentaban dichos síntomas aparentemente estuvieron expuestos a animales silvestres moribundos y muertos del Mercado mayorista de mariscos del sur de Wuhan, China el pasado diciembre de 2019.
El análisis evolutivo preliminar de los genomas virales encontrados en las muestras de los pacientes y de los distintos animales ha mostrado que el 2019-nCoV es un virus recombinante entre un coronavirus que infecta a una especie de murciélagos y un coronavirus de origen desconocido. Aún no está confirmado el reservorio natural ni el intermediario que lo transmite a seres humanos de este nuevo coronavirus.
Estudios preliminares han indicado que es probable que el primero sea una especie de murciélagos y el segundo, dos especies de serpientes de China. Sin embargo, de acuerdo a estudios previos con SARS-CoV, los intermediarios también pueden ser aves o mamíferos.
Al momento de este escrito, el número de muertes por el nuevo coronavirus es de casi 131 y, hasta ahora más de cinco mil infecciones confirmadas en China, Hong Kong, Tailandia, Macao, Malasia, Singapur, Corea del Sur, Vietnam, Nepal, Japón, Estados Unidos de América, Australia, Francia y Canadá.
La OMS no ha emitido una emergencia global y sólo recomienda lavarse las manos con agua, jabón o alcohol, cubrirse la nariz y boca al estornudar, evitar el contacto directo o usar protección al interactuar con personas que tienen los síntomas, cocinar muy bien la carne y huevos, evitar el contacto directo con animales enfermos.