El mismo tuvo que recorrer medio mundo para convertirse en Papa. De Buenos Aires a Roma, de Latinoamérica al Vaticano. De los abusos sexuales a la Teología de la Liberación. El Papa Francisco concluyó su visita a México con un encuentro multitudinario en la frontera entre México y Estados Unidos. El tema central fue un poderoso llamado moral a la solidaridad con las comunidades que migran en busca de una vida mejor. La migración forzada es una tragedia, reconoció. Y reclamó: “No más muerte ni explotación!
En un abierto desafío a la derecha extremista que quiere levantar un muro de 3 mil kilómetros y ve un terrorista en cada uno de los mil millones de creyentes en la religión de Mahoma, el Papa culminó en Ciudad Juárez su gira de 6 días a México, el segundo país con más católicos del mundo.
De la mano del gobierno de Enrique Peña, Francisco reiteró su llamado a la humildad cristiana a los “príncipes” del su grey, pidió a los mexicanos no dejarse seducir por la violencia y el crimen y reiteró algunas de las tesis moderadas de su pontificado.
En su visita, del 11 al 17 de febrero, el Jefe de l Estado Vaticano se mostró como un hábil político que no cedió a la presión pública para que hiciera suyas las banderas de quienes rechazar al gobierno mexicano por “represor y corrupto”.
Y ya en el avión de regreso al Vaticano, fue muy claro en quién marca su agenda (èl mismo) cuando hizo un pronunciamiento que podría ser de trascendencia histórica al asegurar que Donald Trump “no es cristiano” debido a sus posiciones extremistas contra la migración. “Una persona que solo piensa en construir muros, donde sea, y no puentes, no es cristiana”.