El arte habla cuando los sucesos superan la realidad. La dramaturgia no se queda fuera. La obra Graduación representa un momento de conexión entre el Medio Oriente y México. Ambas entidades separadas por miles de kilómetros están unidas por un hecho en común: la rabia y rebeldía de las mujeres contra su ambiente violento.
Graduación fue escrita por la dramaturga palestina Dalia Taha y puesta en escena por la mexicana Laura Uribe. El concepto digital fue auspiciado por la compañía L.A.S., es decir, el Laboratorio de Artistas Sostenibles, donde la directora de esta obra digital se desempeña como docente. Esta compañía busca fomentar un espacio para la experimentación y convergencia de diversas disciplinas en afán de presentar expresiones artísticas con novedad inigualable.
La obra presentada a través de los canales digitales de Teatro UNAM hasta el 15 de abril, cuenta la historia de Deema, Hiba y Lama, tres mujeres palestinas que irrumpen en su escuela en un acto de vandalismo. En medio de su actuar político revelan sus personalidades, miedos, angustias y expectativas, mientras se apropian del espacio escolar. A lo largo de los diálogos, definen su sentir: una adrenalina que circunda la inmortalidad.
La expresión artística Graduación puede ser catalogada como una lectura de video performance. En este formato híbrido, la historia es contada solamente desde el audio, muy parecido a una narrativa para radio. En lo visual, en cambio, las actrices realizan un ensayo gráfico, cada una con acciones y modos de expresión distintos.
En el ensayo visual, Deema, Hiba y Lama tuvieron piel a través de las intérpretes Itzhel Razo, Ana Beatriz Martínez y Mariana Villegas, respectivamente. El talento de las artistas ha logrado superar los límites de la geografía y han llegado hasta el extranjero a presentar su ingenio y habilidades actorales.
Por otra parte, la escenografía, iluminación y vestuario fueron valiosas aportaciones de Sabina Aldana. La artista y diseñadora visual colombo-mexicana presentó en Graduación un escenario utópico feminista. En él, las actrices convergen en un espacio en el cual una barda llena de banderas moldea el imaginario del sistema opresor donde las mujeres se desenvuelven. La obra, a pesar de ser dada en un espacio digital, se siente cercana y, sobre todo, real.
El ritmo frenético de la obra fue resaltado por las composiciones de Claudia Arellano, egresada de la Escuela Superior de Música y de la Facultad de Música de la UNAM. Las melodías se trasladaban desde el frenesí de un rock pesado hasta el ímpetu propio de una canción de jazz. Los paisajes sonoros fortalecen el relato hablado y el mensaje visual.
Graduación no solo es la suma de talentos multinacionales, sino un mensaje de rebeldía. Una expresión que busca dentro de la experimentación los medios más apropiados para hacerle justicia a la lucha de las mujeres a lo largo del mundo.