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Hermosos sones huastecos perfilan nuestra mexicanidad 

Fernando Guzmán Aguilar

 

Son el resultado de la magia de los procesos de adopción y adaptación de un país pluricultural

En el siglo XX, con el movimiento nacionalista y el surgimiento de los medios masivos, se popularizó en las películas, las grabaciones y la televisión una versión del son huasteco, que llamaron genéricamente  huapango y que  corresponde a una mezcla de géneros de otras regiones. 

Relevantes en ello -dice el etnomusicólogo Juan Guillermo Contreras- fueron músicos o grupos como Los Trovadores Tamaulipecos, con el maestro José Agustín Ramírez Altamirano, un trovador y compositor de la Costa Chica (Guerrero), tío del escritor José Agustín y autor de Por los caminos del sur.

El maestro Ramírez Altamirano y unos huastecos compusieron algunos de estos huapangos en un ritmo emparentado con un género muy antiguo, que caminó por el Pacífico durante la Colonia y que en México le llamaron Chilena.

Ejemplo de esos huapangos son la Malagueña salerosa, El jinete, La del rebozo blanco, El crucifijo y El pastor, “piezas tan hermosas que forman parte de estos perfilados de lo que es la mexicanidad”.

Para el etnomusicólogo Contreras, son caras de un complejo poliedro. Intervienen muchas caras conectadas unas con otras. Unas más cercas, otras más lejos. Pero que intervienen en esta riqueza que es hacer música.

En ese poliedro están el son típico huasteco y el huapango de la Huasteca, musicalmente diferentes, pero ocupan el mismo espacio. Hay también huapango norteño, especie de polka, muy acelerada, muy zapateada, y huapango de mariachi, que son el resultado de la magia de los procesos de adopción y adaptación de un país pluricultural.

Coplas por encargo

En la versificación del son huasteco hay quintillas (Cielito lindo), cuartetas, décimas y décimas de pie forzado, las cuales se desarrollaron mucho en algunas partes de la Huasteca, apunta Contreras, del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical Carlos Chávez (CENIDIM) del INBAL.

En Sierra Gorda, Querétaro, grupos de jóvenes músicos han intentado rescatar en la letra de sus sones las décimas de pie forzado.  “Improvisan la cuarteta y luego hacen un decimal en que terminan con cada una de las frases de la cuarteta”.

Muchos de ellos son verdaderos poetas. Se les pide un tema y, con una capacidad de los poetas del Siglo de Oro, lo desarrollan al instante. Son sensacionales, “riman y dicen cosas profundas”. 

Aunque hay excelentes improvisadores, sin embargo, es tradición también en la Huasteca que los conjuntos manden a hacer sus coplas (cuando quieren que sean especiales) a personas dedicadas exclusivamente a escribir.  

En la Huasteca hay un respeto y cuidado por la palabra que nos evoca el bonito concepto prehispánico de “in xochitl in cuicatl”, que significa flor y canto, poesía y música, arte al que también se asocia la danza.

En el son huasteco, agrega el maestro Contreras, la melodía es el lujo que se dan los que ya son virtuosos. Y el lujo está en la cantidad de adornos que exhiben.  En la Huasteca, en Tierra Caliente, en la música calentana hay violinistas virtuosos

Un gran acierto ha sido la inclusión de mujeres en conjuntos. En algunos de los discos del trío Los Pánucos, mujeres cantan “precioso” sones lentos como las Canastas.

Se cree que el son huasteco “sólo es cantado con voz aguda, pero hay quienes lo cantan grave, y es bien oído y aceptado como tal”. 

Tríos

Para iniciarse en el son huasteco, el maestro Contreras recomienda escuchar el disco que produjo el INBAL sobre Folklore Mexicano y el volumen de Música de la Huasteca hecho por el INAH. “Grabados ambos en el campo, hecho por las tradiciones”

Sugiere también escuchar a Los Caperos de Valles, los tríos Chicontepec, Los Pánuco. Los Camalotes, el Trío Altamira, de Tamaulipas (“tocaba con una forma hermosa”) y El Trío Fernández, de María Andrea, Puebla, con un estilo conmovedor, que parece cante andaluz, algo árabe, con un falsete altísimo”.

Actualmente, concluye Contreras, el son huasteco se encuentra en un proceso de resurgimiento con la proliferación de muchos conjuntos con propuestas muy interesantes.

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