Además del cuidado de su cabellera y su imagen como gran personaje de la farándula, lo que más presume Donald Trump es su “enorme capacidad” como negociador.
Junto con las banderas xenofóbicas y racistas que enarboló contra los mexicanos, la segunda gran promesa que lo llevó a la Casa Blanca fue su feroz retórica en contra del comercio internacional, la pieza central de la globalización económica del mundo. “El Nafta es un gran desastre, un gran desastre”, dice y repite el presidente Trump como parte de mantra favorito –intimida y vencerás–, a partir del cual ha logrado aterrorizar a los gobiernos de México y Canadá y sus respectivas élites económicas.
En lugar de emprenderla contra China y Japón, dos economías con gigantescos desbalances comerciales con Estados Unidos, el señor Trump ha preferido atacar a sus vecinos inmediatos. Ahora amenaza con que, si no hay “grandes cambios” en las próximas semanas, Estados Unidos abandonará el TLC.