Por Jorge M. González
Al mediodía del 12 de Mayo de 1949 llegaba la primera expedición exitosa hasta el Salto Angel, la cascada más alta del mundo. La fotoperiodista estadounidense Ruth Robertson, lideró la expedición que fotografiaría al Salto desde su base por vez primera, además de medir su altura, hasta ese momento desconocida. Conmemoramos otro año de tan espectacular hazaña.
Culminada la segunda guerra mundial, Ruth trabaja en un diario Neoyorquino. Por casualidad, acompaña a un amigo piloto a reunirse con representantes de la Línea Aeropostal Venezolana. Es contratada, viajando a Venezuela semanas después.
Siendo adolescente Ruth aprendió a capturar imágenes y revelar fotografías. En un mundo dominado por hombres, se convirtió en la primera mujer fotoperiodista en cubrir partidos de Baseball de grandes ligas, de Futbol americano, las convenciones demócrata y republicana. Con la segunda Guerra Mundial se convertiría en corresponsal de guerra.
En Diciembre 1946, llega Ruth a Caracas, quedando cesante para Enero. Sin empleo, pero con algo de dinero, viaja a Ciudad Bolívar y contacta pilotos de la ruta de la Gran Sabana. Quiere ver el salto de “una milla de altura”que había sido visto por vez primera por el aviador-explorador Jimmie Angel el 18 de Noviembre de 1933.
Sobrevuela el Salto prometiéndose fotografiarlo desde su base. Regresa a Caracas, consigue empleo como agente libre para empresas petroleras y revistas norteamericanas. Viaja por Venezuela, reúne dinero y contactos. Un amigo le presenta al Ingeniero Letón Aleksandrs (Alejandro) Laime, quien hacía prospección alrededor del Auyantepui y había llegado al salto en 1946.
Luego de planificar la expedición, viaja a Estados Unidos, contacta a la National Geographic Society buscando apoyo para medir el Salto. Dudando que una mujer pudiera tener éxito, rechazan financiarla indicándole que de tener éxito comprarían su historia y fotografías.
Regresa Ruth a Caracas, consigue financiamiento y sale hacia Kamarata, al sur del Auyantepui, el 23 de Abril de 1949. Luego de numerosos problemas, queda la expedición constituida por Alejandro Laime, quien, gracias al “Capitán” Alejo Calcaño, cacique de San Rafael de Acanán, dispondría del apoyo de 10 indígenas Pemones (incluyendo una mujer, Juanita); Perry Lowrey, ingeniero estadounidense, haría mediciones y cálculos apoyado por Laime; Ernest Knee, estadounidense, filmaría el trayecto; y Enrique Gómez, Venezolano, asistiría con las transmisiones de radio. Ruth Robertson lideraría este heterogéneo grupo.
Luego de días en curiaras y entre la jungla, bajo lluvia constante, picados por insectos, exhaustos, todos estarían frente al imponente salto. Los porteadores Pemón, quienes se untaron una pasta rojiza para no ser detectados por los espíritus, al ver el salto repetían “Churún-merú …”. Esa noche los expedicionarios informarían al mundo que habían llegado hasta el Salto Angel.
El diario de esta expedición, considerada su mayor logro por la vanguardista Ruth Robertson, se publicaría a fines de Mayo en Venezuela en “The Caracas Journal” (luego “The Daily Journal”). Acompañado de numerosas fotografías aparecería también en Noviembre de 1949 en la revista National Geographic, dando a conocer al mundo que con 979 metros el Salto Angel es el más alto del planeta.