Home » La difícil vocación del diplomático

La difícil vocación del diplomático

Por Juan Carlos Mendoza*

La imagen del diplomático sigue apareciendo en las percepciones de muchas personas, como el personaje privilegiado que dedica su tiempo a participar en cocteles, reuniones sociales y en viajar placenteramente por el mundo. No hay nada más alejado de la realidad, en especial si el diplomático ha sido asignado a realizar labores consulares.

El Servicio Exterior es la primera trinchera de la defensa de la soberanía nacional y de los derechos e intereses de los mexicanos en el exterior. Los diplomáticos que laboran en la red consular mexicana en Estados Unidos, donde radican alrededor de 12 millones de mexicanos nacidos en México y unos 20 millones de mexicano-americanos, llevan a cabo cada día largas jornadas de trabajo que se pueden extender por diez o más horas.

A menudo tienen actividades sábados y/o domingos y realizan actividades de documentación o protección a nacionales mexicanos, que implican, además de la jornada laboral, transportarse a ciudades lejanas de los consulados que obligan a manejar 3, 4, o hasta más horas dependiendo la jurisdicción del consulado. Sus salarios pudieran ser excesivos si sus dólares se miden en pesos mexicanos, pero en los hechos el salario que se recibe en dólares, también se gasta en dólares; tan sólo el alquiler de vivienda consume en promedio el 35-40 por ciento del salario. La capacidad de ahorro, especialmente en los rangos inferiores al de consejero, es nula, sobre todo si se tiene hijos.

Para ese trabajo además de preparación, se requiere una probada vocación de servicio. Los cocteles y la buena vida no existen en la diplomacia consular; su lugar lo ocupa el duro trabajo cotidiano y los sacrificios que provocan muchas veces el descuido de la familia propia.
Para ingresar al Servicio Exterior de Carrera de México, además de tener al menos una licenciatura, hablar idiomas extranjeros y gozar de buena salud física y mental, es necesario participar en un concurso público dividido en tres etapas eliminatorias que incluyen exámenes de cultura general, de dos idiomas extranjeros, de español, de escritura, psicométricos y de salud. Posteriormente es necesario pasar por una entrevista donde diplomáticos experimentados, funcionarios públicos y académicos, evalúan a los candidatos y su vocación para el servicio exterior. La etapa final consiste en un curso de capacitación en el Instituto Matías Romero. Al final del camino a los aspirantes seleccionados les espera un periodo de prácticas en la Secretaría de Relaciones Exteriores y luego su primera misión en el exterior.

Quienes pudieron librar todos los escollos del concurso público de ingreso al Servicio Exterior, reciben un nombramiento provisional de Agregado Diplomático. Si en un periodo de 6 meses a un año la evaluación de su desempeño es satisfactoria, vendrá por “decreto” el ascenso a Tercer Secretario. A partir de ese momento, los ascensos se ganan por concurso de oposición entre pares. Por ello, los nuevos diplomáticos iniciarán una difícil carrera con la obligación de superarse al mismo tiempo que realizan sus funciones cotidianas en sus lugares de adscripción en México o en el extranjero.

Durante los últimos lustros el proceso de ascenso en el Servicio Exterior Mexicano se ha tornado lento, complicado y muy competido. La difícil situación económica de México ha provocado que en los concursos de ascenso se ofrezcan muy pocas plazas por rango, y lo que es peor, que los concursos no se lleven a cabo de manera anual, como sí ocurre en las promociones de las Fuerzas Armadas que son también un servicio de carrera. Las Fuerzas Armadas y el Servicio Exterior, son los dos servicios de carrera más antiguos del país. En 1822 se creó el Ministerio de Relaciones Exteriores y el 7 de mayo de ese año se emitió un decreto que establecía las reglas para el nombramiento de los agentes diplomáticos, instrucciones para su desempeño y niveles salariales. La primera Ley del Servicio Exterior Mexicano fue emitida por el Presidente Vicente Guerrero el 31 de octubre de 1829. La Ley vigente se publicó en el Diario Oficial de la Federación el 4 de enero de 1994.

El Servicio Exterior cuenta con dos ramas: la diplomática consular y la técnico administrativa. Los rangos en la rama diplomático consular del Servicio Exterior Mexicano son: Agregado Diplomático, Tercer Secretario, Segundo Secretario, Primer Secretario, Consejero y Ministro. Para avanzar de uno a otro por concurso de oposición entre todos sus pares, es necesario permanecer al menos dos años en el rango anterior al que se aspira. Para el rango de Embajador no se presenta concurso porque la carrera diplomática en realidad culmina en el rango de Ministro. El rango de Embajador lo otorga conforme a sus facultades el Presidente de la República. Avanzar de Agregado Diplomático a Ministro, implica hoy una carrera de al menos 12 años y en los hechos, el promedio que los diplomáticos mexicanos deben permanecer en el mismo rango es un periodo de 4 años. El incremento salarial sólo llega con el ascenso. La rama técnico-administrativa -como su nombre lo indica-, fue diseñada para reclutar al personal operativo de las embajadas y consulados, el cual resulta fundamental para su funcionamiento. El ingreso y el proceso de ascensos también son por concurso público; los salarios son menores para este personal.

En conclusión, si usted quiere ser diplomático y le toca trabajar en la red consular mexicana en Estados Unidos, piénselo dos veces antes de iniciar una carrera que exige no sólo vocación de servicio, sino también amor a México y un compromiso permanente en la defensa de los derechos e intereses de los mexicanos. Esta carrera nunca lo hará rico ni le permitirá conocer el mundo como lo hacen los turistas; la riqueza que sí obtiene el diplomático consular viene de las miradas y las muestras de agradecimiento de los miles y miles de mexicanos a los que se apoya y se defiende cada día.

Si a usted le interesa ese tipo de riqueza, si tiene vocación de servicio y cumple con los requisitos de ingreso, entonces debe luchar por una plaza en el concurso de ingreso a la diplomacia mexicana. Lo esperamos con los brazos abiertos porque sin duda existe un déficit de personal en la red consular mexicana.

*El autor es titular de la Sección Consular de la Embajada de México en EUA. Los puntos de vista expuestos en esta columna son a título personal.

Please follow and like us:
Pin Share
RSS
Follow by Email