Por Karina Escamilla
Si, dos grupos que sin fijarse en el color de la piel, religión o intereses personales convivieron durante esta noche. Donde en contraste del año pasado, se destacó por su equidad. Donde se reconoció al arte y la búsqueda de la verdad, y el reconocimiento y respeto a la diversidad que hacen a Hollywood, y del mundo un mejor lugar para vivir, donde conviven a través de la cinematografía y de las manifestaciones artísticas.
Donde la realidad emuló a la ficción y la entrega de los Oscares tuvo sus dos finales alternativos. El primero donde La La Land gana, el del personaje de Emma Stone quedándose con Gossling, pero la realidad es otra y la verdad es que ganó Moonlight donde se reconoce a la comunidad LGBT de color y la búsqueda de su identidad, donde los niños son oprimidos por sus diferencias y sus situaciones familiares, o preferencias sexuales, donde el mundo no es de color de rosa sino tiene su tinte de azul.
La noche estuvo plagada de momentos de conciencia social donde muchos de los artistas expusieron sus puntos de vista y su desacuerdo. Iniciando con la ovación a Meryl Streep, reconociendo su valor como actriz no ” sobre valuada”, sino reconocida y admirada. La ovación a Gael que declaró que:”como Mexicano, Latinoamericano, trabajador migrante , como ser humano estoy en contra de cualquier muro que nos divida”.
Como cuando el Director ganador a mejor documental White Helmets, que trata sobre un grupo de ciudadanos que se ponen su casco blanco para rescatar vidas de los escombros de los bombardeos en Siria cita a su protagonista: ” Si salvas una vida estás salvando a la humanidad”, pide abiertamente un alto al fuego en Siria.
Aparte del protagonista del documental, otro ausente a la ceremonia fue también por su país de origen el ganador a la mejor película extranjera The Salesman del Director Iraní Asghar Farhadi que por respeto a su país y a los otros países después de la prohibición de entrada a personas provenientes de 7 países musulmanes a EU envía su mensaje a través de su connacional una Ingeniera Iraní quien lee su mensaje donde además de dejar muy claro su punto de vista por no haber asistido , agradece el premio y dice que: “El cine nos ayuda a crear empatía entre nosotros y los otros y que la empatía es algo que necesitamos más que otros”.
Otras declaraciones similares también las externaron los ganadores de Zootopia donde dicen que quisieron demostrar que la tolerancia tienen más poder que el miedo. O uno de ganadores de mejor musicalización por La La Land quien dijo venir de una escuela pública y que agradece por su educación artística que lo llevó a este momento.
Y así pasó la noche de los Oscares donde se les rindió homenaje a Prince y a la Princesa Leah, donde el director de Moonlight dedicó sus Oscares a la comunidad LGBT. Donde el arte es la búsqueda de la verdad, de un respeto a la diversidad en todo el mundo. Donde en una ceremonia donde caían dulces del cielo, se pide un cese a las guerras, a la violencia , a la discriminación y a la intolerancia. Donde el mundo puede ser un La La Land, donde todos tengamos derecho a sonar, pero un mundo donde nos respetemos los unos a los otros como seres humanos sin importar las diferencias, donde la convivencia es posible en beneficio de la humanidad, donde el amor prevalezca.