En las últimas décadas hemos sido testigos de un aumento desmesurado en casos de obesidad, diabetes, y cáncer.
Los causantes principales de estas enfermedades se conocen en Europa como los Tres demonios de la alimentación, y son el azúcar, la leche, y el trigo, que se consume sobretodo en harinas refinadas. En el Continente Americano se les ha nombrado Los cuatro demonios blancos, porque suman la sal a esta lista de alimentos perniciosos para la salud.
Si pensamos que los tres pilares de la salud son la alimentación, la actividad física, y tener un descanso adecuado, durmiendo las horas necesarias para que nuestro nuestro cuerpo y nuestro cerebro se recuperen, es importante poner atención como primer paso, en lo que comemos diariamente.
El azúcar, el primero de la lista está directamente relacionado a las epidemias de obesidad, diabetes y cáncer. Lo realmente dramático es que casi todos los alimentos procesados contienen azúcar, que se añade a la ingesta que concientemente agregamos a las bebidas y postres que consumimos diariamente.
La industria alimentaria es la principal responsable este consumo desmedido de azúcar que produce tanto daño a nuestro cuerpo, sobre todo, porque se agrega azúcar en sus multiples formas a todos los alimentos procesados, saben que es adictiva y produce más hambre, y genera el deseo de consumir más de sus productos.
Así encontramos que las compañías productoras de alimentos disfrazan u ocultan la presencia del azúcar, nombrándola de multiples maneras, y que ésta es uno de los ingredientes principales en productos en los que ni siquiera imaginaríamos que debe estar, como la salsa de tomate, aderezos para ensaladas, e incluso alguna comida etiquetada como sana y nutritiva.
Aún para las personas que revisan cuidadosamente las etiquetas de los alimentos procesados que compran diariamente para consumo de ellas y de sus familias, puede ser engañoso a la hora de leer los ingredientes que contienen las latas o cajas de los productos, porque es frecuente que aparezca el azúcar nombrada de multiples maneras para mimetizar su presencia en la comida.
Si en la lista de componentes de un alimento encontramos algunos de los siguientes nombres quiere decir que éstos contienen azúcares: jugo de caña, miel de caña, jarabe de maíz de alta fructuosa, azúcar de repostería, azúcar moreno, dextrosa, fructuosa, sacarosa, concentrados de jugos de fruta, glucosa, azúcar invertida, maltosa, miel de malta, miel de agave, azúcar de dátil, azúcar glass, azúcar de repostería, cristales de jugo de caña, diastasa, digliceridos, endulcorante de maíz, etil maltol, galactosa, jarabe de arce, jarabe de arroz, jarabe de mantequilla, jugo de caña o jugo de caña evaporado, jarabe refinado, jarabe de maple, lactosa, manitol, melaza, melaza negra, miel, miel de maíz, néctar de frutas, remolacha, sirope dorado, sólidos de glucosa, sorbitol, sucanat, sucrose, sucralosa, xilitol, xilosa, zilosa, entre muchos otros nombres, son en total 73 formas distintas de esconder el azúcar en los alimentos.
Esta táctica no es gratuita, los dirigentes de la industria de alimentos agregan azúcar a todos sus productos porque saben que es sumamente adictiva, médicos especialistas en nutrición afirman el azúcar es mucho más adictiva que la cocaína, y que de igual manera que esta última, al entrar al cuerpo humano, va directo a los centros de placer el cerebro.
La ingesta de azúcar -con todos sus nombres-, está directamente vinculada a una amplia gama de enfermedades -que pueden ir desde un resfriado hasta un cáncer-, pero es directamente responsable, junto con los otros demonios blancos de la lista de alimentos perjudiciales para la salud, del aumento alarmante en casos de obesidad, obesidad infantil, diabetes, y diabetes juvenil e infantil.
Los picos de insulina que causa el azúcar en todas sus formas, produce una cascada de sustancias tóxicas en el cuerpo humano, sobre todo cuando se comen alimentos altamente procesados, o se ingiere con frecuencia comida rápida.
Consumir azúcar y harinas refinadas detonan una subida de azúcar en la sangre, con sus respectivos picos de insulina, lo que conlleva al aumento de peso y favorece el desarrollo de la diabetes. Se ha demostrado, además, que la insulina favorece el crecimiento celular, causa inflamación en el cuerpo, y que el azúcar y las harinas refinadas favorecen el crecimiento de células cancerígenas y potencian su capacidad de invadir otros tejidos.
Los especialistas en nutrición sugieren desde luego, reducir la ingesta de leche, trigo, sal y desde luego el azúcar, y sustituir ésta última por frutas, verduras, o cereales de bajo índice glucémico.
Es importante buscar alternativas naturales para reemplazar el sabor del azúcar, que además de sabor dulce aporten vitaminas y minerales que nutran nuestro cuerpo, se mencionan distintas alternativas como hervir en agua hojas de estevia para agregar el líquido resultado de esa cocción a las bebidas, -mejor que los sobres que se se encuentran en tiendas y supemercados, que en ocasiones están mezclados con conservadores u otros endulcorantes-, o el azúcar de coco.
Lo reconiendan sobre todo para combatir lo que consideran una extendida adicción oculta por el azúcar, desafortunadamente tan soterrada y fomentada por la industria alimentaria, que tal vez ni siquiera nos hemos dado cuenta que la tenemos.